Netanyahu ‘vuelve’ a Entebbe
El primer ministro israelí recuerda en Uganda la espectacular operación de rescate que lideró su hermano Yonatan
El primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, se trasladó ayer al aeropuerto de Entebbe en Uganda y participó en una ceremonia en la que recordó junto al mandatario ugandés, Yoweri Museveni, una de las operaciones de rescate de rehenes más famosas de la historia, en la que su hermano Yonatan Yoni Netanyahu perdió la vida hace 40 años.
“Aquí llegaron nuestros combatientes en una operación extraordinaria y sin paragón en la historia”, declaró Netanyahu refiriéndose al rescate de 105 pasajeros de un vuelo de Air France que fue desviado hacia Uganda el 4 de julio de 1976.
Se trata del primer viaje de un mandatario israelí a África en décadas, en el que viajará también a Kenia, Ruanda y Etiopía antes de volver a Israel el viernes.
El líder israelí, que también sirvió en la unidad de élite Sayeret Matkal, en la que su hermano era teniente coronel, manifestó en la ceremonia que la liberación de los rehenes se convirtió en un símbolo de la guerra contra el terrorismo. Junto al presidente Museveni, inauguró un monumento de recuerdo a las víctimas, entre ellas, su hermano.
“Estoy emocionado de estar aquí en calidad de primer ministro de Israel, en el lugar en el que los combatientes del Tsahal (ejército) liberaron a los secuestrados en el corazón de África, a miles de kilómetros de Israel. Me emociona estar aquí en el mismísimo lugar en el que Yoni, oficial de Sayeret Matkal, cayó cuando se lanzó a la cabeza de sus soldados para liberar a los rehenes”.
Netanyahu recordó que la operación tuvo lugar 31 años después del Holocausto, así como el hecho de que, una vez más, se produjo una separación entre judíos y no judíos: los judíos fueron condenados a muerte.
El 27 de julio de 1976, el vuelo 139 de Air France, con 248 pasajeros y 12 tripulantes a bordo, despegó de Atenas con rumbo a París. Minutos después fue secuestrado por dos palestinos del Frente Popular para la Liberación de Palestina y por dos alemanes de la organización militante Células Revolucionarias, tomando rumbo hacia Entebbe, cerca de la capital ugandesa, Kampala.
Poco después del aterrizaje, todos los pasajeros no judíos fueron liberados. Los secuestradores amenazaron con matar a los rehenes si no se cumplían sus exigencias de liberar a 40 presos palestinos de cárceles israelíes y otros 13 de cárceles en Kenia, Francia, Suiza y Alemania Occidental.
En Tel Aviv y en Jerusalén se llevaron a cabo reuniones de emergencia para decidir cuál sería la respuesta israelí. Finalmente, tras grandes dudas, los servicios de inteligencia Mossad aportaron información sobre el aeropuerto que permitió lanzar una operación de rescate. En las décadas de los sesenta y setenta una compañía israelí participó en la construcción de la terminal de Entebbe, así que los soldados se entrenaron en una réplica parcial del lugar con la ayuda de civiles israelíes que participaron en su construcción. Por la noche, 100 comandos disfrazados en aviones Hércules volaron más de 2.500 kilómetros hasta Uganda. Dos Boeing 707 seguían a los aviones de carga israelíes en los que transportaban un Mercedes negro y vehículos de escolta para hacerse pasar por la comitiva del presidente ugandés.
Cuando irrumpieron en la terminal los soldados gritaron: “¡Somos soldados israelíes!” Por los disparos de soldados ugandeses desde la torre de control, cayó el comandante Netanyahu, el único soldado israelí muerto.
La llamada Operación Yonatan, en honor al comandante que murió en el ataque, tardó 53 minutos y logró rescatar a 103 rehenes. Cinco soldados israelíes resultaron heridos; todos los secuestradores, tres rehenes y 45 soldados ugandeses murieron en la operación; una cuarta rehén llamada Dora Bloch, de 65 años, había sido trasladada al hospital, donde fue asesinada por soldados ugandeses.
Los comentaristas israelíes señalaban ayer que para el primer ministro, de 66 años, esta ceremonia es como una segunda Operación Entebbe, ya que Netanyahu construyó su carrera política en base al mito del secuestro y al heroísmo de su hermano. El viaje y la ceremonia han costado unos 6,5 millones de euros. Desde la oficina del primer ministro dicen que cuesta poco menos de 3 millones.
En 1997, poco después de la primera elección de Beniamin Netanyahu como jefe del Gobierno, visitamos a su padre, el catedrático Ben Zion Netanyahu, y éste nos enseñó una foto de sus tres hijos, Yoni, Beniamin e Ido, de profesión médico. El padre dijo sin titubear: “Yoni tendría que haber sido el primer ministro”.