Catalunya recibía en el 2021 menos inversión pública para las infraestructuras ferroviarias que la que llegaba a finales del siglo pasado. El caso de Cercanías, que sufren casi cada semana miles de viajeros, se produce en un entorno de baja dotación de recursos públicos para un servicio vital para la ciudadanía.
En términos constantes, descontando el efecto de la inflación, el último año con cifras disponibles (2021) la inversión pública en infraestructuras ferroviarias en la comunidad fue de 422,6 millones de euros, un 5,8% menos que los 448,5 millones del 1995. En ese mismo periodo, el descenso de la inversión fue del 4,7% en la Comunidad de Madrid, mientras que en el conjunto de España se dio un aumento global del 26,3%. En la estadística se tiene en cuenta todos los tipos de ferrocarriles, tanto los de Renfe como los metros o los tranvías y todas las administraciones. Posteriormente, a partir del 2022, el Govern sostiene que ha aumentado la inversión.
Los datos se extraen del último informe sobre el stock de capital público que cada año elaboran la Fundación BBVA y el Ivie. Según esos datos, en el último periodo analizado las inversiones ferroviarias se redujeron en un 15,7% entre el 2018 y el 2021 en Catalunya. Ese descenso se dio después del fortísimo repunte entre el 1995 y el 2009, cuando se multiplicaron por siete.
La baja inversión en los últimos años ha provocado que cada vez se deprecie más el valor global de las infraestructuras ferroviarias. Después de construirse, es necesario seguir invirtiendo en todas las infraestructuras para mantenerlas en perfecto estado. Durante la crisis, la depreciación (pérdida de valor de las instalaciones) fue superior a lo invertido. El resultado es que, en el 2021, el valor de las infraestructuras ferroviarias era casi un 6% inferior al que tenía en el nivel máximo, en el 2011.
“Desde una perspectiva macro ha habido muchos años en los que los datos de inversión bruta son tan bajos que si le quitas el mantenimiento y le quitas la depreciación, te sale que la inversión neta es negativa. Y el stock se reduce”, reflexiona Francisco Pérez, director de investigación del Ivie.
Las infraestructuras se han devaluado por la baja inversión entre el 2011 y el 2021
La baja inversión pública en infraestructuras es transversal y no solo se circunscribe a las ferroviarias. “Hay un ritmo inversor muy importante hasta que llega la crisis financiera y la gran recesión. Y entonces, el sector público se ve enfrentado a un problema formidable de déficit y tiene que hacer un ajuste. Y ese ajuste lo tiene que hacer en las diferentes partidas de gasto, pero la resistencia al ajuste no es la misma en pensiones o en sanidad o en educación. Y, desde luego, las que menos se quejan son las infraestructuras”, dice Pérez.
Desde la Cambra de Comerç de Barcelona, el director del servicio de estudios, Joan Ramon Rovira, insiste en que durante la crisis financiera los recortes se cebaron en la inversión pública porque el gasto en sanidad o educación no se podía reducir. “La nueva inversión no cubrió la depreciación que se hizo”, añade. Pérez reflexiona que en términos generales “la inversión se reduce en prácticamente dos terceras partes de su nivel antes de la crisis”.
El Ivie también puso el acento esta semana en los problemas originados sobre las infraestructuras hidráulicas para la lucha contra el cambio climático. Pérez alertó de que la baja inversión ha reducido la capacidad de España para hacer frente a catástrofes como la de la dana de Valencia. Las inversiones públicas en infraestructuras hidráulicas se redujeron en un 42% entre el 1995 y el 2021.