Robert Kagan popularizó, hace 20 años, la idea de que los americanos son de Marte y los europeos de Venus. Con esta metáfora captaba las principales diferencias en política exterior y de defensa entre las dos grandes potencias de Occidente. Los americanos, con una mayor tendencia al uso de la fuerza en las relaciones exteriores, más proclives al unilateralismo y menos pendientes de la legislación internacional. Los europeos, más partidarios de la diplomacia para resolver conflictos, adalides de la cooperación y el multilateralismo y respetuosos de las reglas de juego internacionales.
La analogía de Kagan hizo fortuna, puesto que sintetizaba de manera intuitiva las divergencias geoestratégicas entre los aliados. En la crisis desatada por la guerra de Ucrania esta disparidad de enfoques ha vuelto a pesar. Así se explican, en parte, las reticencias de sectores de la población y la clase política europea a incrementar la ayuda militar a Ucrania, así como las insistentes llamadas a buscar un pronto fin de las hostilidades, con las concesiones que sean necesarias al dictador ruso. En Europa, además, sigue latente una animadversión hacia Estados Unidos y la OTAN, que llega a culpar a Occidente de la génesis del conflicto.
Sin embargo, la Europa del 2023 no es la del 2003. La UE es hoy una comunidad política más diversa, y sus miembros de la Europa central, nórdica y oriental, muy conscientes del expansionismo que históricamente ha caracterizado a la política rusa, han matizado el buenismo europeo. Aun con tensiones, Venus y Marte han sabido afrontar la crisis de Ucrania con gran unidad de acción, lo que ha sido fundamental para apoyar a Ucrania y ha socavado la estrategia del Kremlin.
Bilateralidad
La colaboración estratégica en defensa y política exterior entre Europa y Estados Unidos no ha llegado a la política comercial
Por desgracia, la mejora en la colaboración estratégica en defensa y política exterior no se ha trasladado a la política comercial, otra cuestión clave de las relaciones internacionales. Con el presidente Trump se inició en Estados Unidos una política de proteccionismo, centrada en China, pero también con derivadas hacia Europa, que el presidente Biden no parece tener intención de abandonar. Los políticos populistas tal vez pierdan el poder, pero acaban imponiendo su agenda durante años. El pasado agosto, Estados Unidos aprobó un enorme paquete de apoyo a su industria, impulsando las tecnologías de energías renovables en la mal denominada ley de Reducción de la Inflación. Es una política de subsidios que discrimina a empresas no norteamericanas, en un acto de unilateralismo que va en contra de las directrices de la Organización Mundial del Comercio.
En el mundo clásico, Marte era el dios de la guerra, y Venus, la diosa del amor. Europa ha hecho bien en ser algo menos Venus en los temas de defensa, y probablemente hará lo mismo en cuestiones de comercio exterior ante un mundo que se está volviendo más hostil. Seguramente no hay alternativa, pero es una lástima, porque el proteccionismo nos empobrece a todos.