De burbujas y chicharros
Bolsa
En un mercado cada vez más binario, las cotizaciones viven cada vez más en los extremos
El jueves 3 de julio, el valor bursátil conjunto de las Fangman –acrónimo de Facebook, Amazon, Netflix, Google, Microsoft, Apple y Nvidia, las principales estrellas del firmamento tecnológico mundial– tocó su máximo histórico en los 6,75 billones de dólares, el equivalente al producto interior bruto (PIB) de Alemania y Reino Unido, las dos mayores economías europeas. No se puede decir que la pandemia del coronavirus y la madre de todas las recesiones, por lo que respecta a la rapidez y la intensidad, les haya hecho hincar la rodilla.
Al contrario, las citadas empresas, muchas de las principales farmacéuticas, el fabricante de los coches eléctricos Tesla y algunas biotecnológicas están en su mejor momento y contribuyen de forma decisiva a la euforia que vive una parte del mercado, ajena a todo lo que está ocurriendo fuera o, más bien, sacando partido de ello. El dato que recordó el jueves en un tuit Donald Trump, presidente de Estados Unidos y máximo adalid de los bullish (alcistas) del mercado, es elocuente: el Nasdaq apagó las luces ese día después de haber logrado su 23.º máximo histórico del año.
El Nasdaq acumula un alza del 14% en el año tras cerrar el jueves con su 23.º máximo histórico del 2020
El índice tecnológico es claramente la excepción más extrema porque sube un 14% en lo que va de año, contra viento y marea. Pero hay otras muchas firmas cotizadas en el Dow Jones, que cae un 9% en el año; o en el Dax de la bolsa de Frankfurt, que apenas se deja un 6%, que lo están haciendo muy bien, mucho mejor de lo que cabría esperar en estas circunstancias.
¿Hay una burbuja? En la bolsa americana, parece evidente. En tiempos en los que la visibilidad es escasa y la liquidez se desborda, los inversores se dejan llevar por el efecto rebaño y apuestan masivamente por valores e índices cuyos precios no encuentran justificación racional en el retorno que ofrecen hoy. Por ejemplo –y dejando al margen la rentabilidad–, Tesla vendió el año pasado 400.000 coches en el 2019 y ya vale en bolsa más que Toyota, cuyas ventas superaron los 10 millones el año pasado. No tiene sentido salvo si se asume que el mercado anticipa el mayor de los éxitos futuros para la compañía de Elon Musk y un camino tortuoso para el constructor japonés.
Es tal el mal de altura que empieza a sentirse en Wall Street, que algunos pesos pesados de la banca de inversión y las finanzas mundiales buscan ya activamente buenas alternativas en otras latitudes. Y, en ese proceso, han puesto los ojos en Europa, donde el rebote tras el crac bursátil de marzo ha sido menor, la mayor parte de las compañías cotizan muy por debajo de su valor contable y –bajo esta perspectiva– puede haber auténticas gangas si se produce una recuperación más rápida de lo previsto.
Al menos, así lo ve JP Morgan, que cree que las acciones europeas están increíblemente baratas. Bank of America, por su parte, acaba de dar más peso en su cartera a las cotizadas de España, Italia y Francia por el mismo motivo. Por último, tanto la gestora de fondos BlackRock como los analistas de Goldman Sachs aconsejan abiertamente a sus clientes que intenten aprovechar las oportunidades de compra que hay a este lado del Atlántico.