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Impuestos y gasto, las dudas sobre los presupuestos

Análisis | Las claves del poder

Los técnicos advierten que hay muy poco margen de maniobra en las cuentas

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño

Juan Carlos Hidalgo / Efe

A la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, les han surgido dudas. Una buena parte de los economistas, entre los que se encuentra el exministro socialista Miguel Sebastián, creen que el Gobierno debería “tirar la toalla” con los presupuestos generales del Estado (PGE) del 2020 y hacer “ya” los del año 2021.

La razón es que hay muy poco margen de maniobra para incrementar los ingresos para poder compensar el fuerte incremento del gasto y cumplir con la reducción del déficit público al 1,8% que exige Bruselas. Hay que tener en cuenta que el incremento de impuestos no tendrá su reflejo presupuestario hasta el siguiente ejercicio.

Cuentas

El incremento de impuestos no se reflejará hasta el próximo ejercicio

La tasa Google ha sido la gota que ha hecho rebosar el vaso. Aunque se apruebe, no entrará en vigor hasta finales de año. Las amenazas de Estados Unidos de imponer altos aranceles a los productos españoles, especialmente a los agrarios, la han frenado en seco. Pero es que tampoco se puede subir ya el IRPF ni el impuesto de sociedades. Un nuevo incumplimiento de lo pactado con Bruselas empeoraría notablemente la credibilidad del Estado español, que ya está por los suelos. Por consiguiente, una nueva prórroga presupuestaria parece bastante razonable. Esto permitiría contener en buena medida el incremento del gasto previsto.

Es lógico que todos los gobiernos quieran tener sus propios presupuestos, ya que son su hoja de ruta. En este caso, la prórroga sería más sangrante, pues sería la tercera, la más larga desde la recuperación democrática. Sin olvidar que cuando los aprobó el gobierno de Mariano Rajoy, el propio Sánchez los tildó de “antisociales”. De alguna manera, el exministro de Hacienda, el denostado Cristóbal Montoro, sería como el Cid Campeador que continúa ga­nando batallas después de muerto.

Montero, en la última reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera

Dani Duch

Políticamente resulta muy humillante una nueva prórroga presupuestaria, después de que la ministra del ramo haya dicho hasta la saciedad que habría presupuestos socialistas. Esta es la cuestión: inclinarse por lo que dice el sentido común y el bien general o por lo que interesa políticamente. Sabremos la decisión el próximo martes, cuando se vote en el Congreso el techo de gasto. La portavoz económica del PP, Elvira Rodriguez, está convencida de que los socialistas van a modificar el trámite de esta ley para que se haga de urgencia. Esto supone que no pase al Senado y que se haga por el procedimiento simplificado de lectura única. Para la oposición sería un escandalazo porque es tanto como quitar competencias a la Cámara Alta.

Si consiguen aprobar el techo de gasto, la intención es presentar los presupuestos generales del Estado del 2020 en junio, ya que prácticamente están elaborados. A partir de dicho momento se iniciaría la presentación de las enmiendas a la totalidad. El Gobierno necesitará los diez votos de ERC para aprobarlos, pero los independentistas han puesto como condición que se inicien las negociaciones entre gobiernos sobre el problema político de Catalunya. Esta es la razón por la que Sánchez ha forzado a Torra a la reunión del día 26, porque de lo contrario le habrían dejado sin presupuestos, como ya le hicieron hace dos años.

¿Vale la pena tanto esfuerzo y concesiones para unos presupuestos que sólo van estar en vigor unos cuantos meses y que no van a servir para gran cosa?

Los ‘chalecos amarillos’ españoles

El ministro de Agricultura, Luis Planas, empieza a tener datos inequívocos de que las protestas de agricultores están “animadas” por agitadores cercanos a Vox. El objetivo sería crear una desestabilización permanente, como ocurre en Francia con los chalecos amarillos . Llama la atención que el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, animen a los agricultores a dar una vuelta de tuerca más a sus protestas. Tal vez temen que ocupen su puesto.