La venganza de Francisco González contra Miguel Sebastián

Proyecto Trampa/FG

El expresidente del BBVA temía represalias del gobierno socialista después de despedir a su jefe de estudios

Horizontal

Francisco González, a la entrada de la Audiencia Nacional en noviembre del año pasado, junto a su abogado

Dani Duch

El origen del entramado BBVA-Villarejo, ahora conocido como proyecto Trampa/FG, se empezó a fraguar mucho antes del intento de Sacyr de tomar el control del banco. Egos y luchas de poder llevaron a usar las cloacas del Estado para frenar el asalto al banco de una constructora de tamaño mediano.

El economista Miguel Sebastián ejercía desde el año 1999 como director del servicio de estudios del BBVA. Al frente de dicho servicio, que goza de buen prestigio en España, lanzó algunos informes muy críticos con la política económica del gobierno de José María Aznar y su ministro de Economía Rodrigo Rato, algo que no gustó al entonces presidente del BBVA, Francisco González. Este le llamó numerosas veces al orden por ello, según fuentes próximas a la cúpula del banco de aquella época, hasta que en el 2003 fue cesado por el presidente.

“González hacía llamadas desde un teléfono encriptado del baño”, cuentan fuentes próximas a su directiva

En enero del año 2003, Sebastián se incorporó al equipo de asesores económicos del secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Con la victoria socialista en la elecciones del 2004, su nombre sonó para distintos ministerios, como el de Economía, e incluso como gobernador del Banco de España, en sustitución de Jaime Caruana. Finalmente, el presidente del Gobierno lo mantuvo en su círculo de confianza nombrándole director de la Oficina Económica en la Moncloa.

A finales de ese mismo año, en noviembre del 2004, cuando empezó el desembarco hostil de la constructora Sacyr en el BBVA, Francisco González siempre comentó a sus más próximos que se trataba de una operación orquestada desde el gobierno. De ahí que ese mismo año, como defiende la Fiscalía, optara por contratar a la empresa Cenyt, del comisario jubilado José Manuel Villarejo, para espiar a políticos, empresarios y periodistas.

González defiende en su argumentario contra la Fiscalía una “ausencia total de pruebas que sustenten acusaciones tan graves”

Según fuentes próximas a la cúpula del BBVA de aquellos años, González nunca se reunía con más de dos directivos del banco a la vez, sino que hablaba de tú a tú con cada uno de ellos, léase el director de riesgos del banco, Antonio Béjar; el jefe de seguridad, Julio Corrochano; o el penúltimo consejero delegado, Ángel Cano, que por aquel entonces era director de recursos humanos. Lo máximo que González escribía en los SMS dirigidos a sus directivos era: “Hola, llámame”. Incluso hacía llamadas telefónicas desde el terminal del baño de su despacho , que estaba encriptado. Y en sus correos electrónicos nunca escribía más de una línea.

De ahí que González defienda en su argumentario contra la Fiscalía una “ausencia total de pruebas que sustenten acusaciones tan graves”.

En la declaración que llevó a cabo ante el juez el actual representante del BBVA, Adolfo Fraguas, consta que Corrochano destruyó toda la documentación del 2004 ante el temor de que finalmente Sacyr tomase el control de BBVA.

De los 10,3 millones de euros que el BBVA pagó a la empresa de Villarejo por espionajes y pinchazos telefónicos, un total de 1,07 millones correspondieron a la operación Trampa/FG, la del asalto del constructor Luis del Rivero al banco. El banco lo abonó en dos pagos de 592.069 euros y 484.431 euros, según consta en las investigaciones incorporadas al procedimiento penal. En ese proyecto, se hizo un seguimiento exhaustivo a Sebastián para conocer su implicación y la del ejecutivo de Zapatero.

Exdirectivos del BBVA defienden que “Francisco González quiere poner en marcha el ventilador y lanzar responsabilidades hacia otros ejecutivos, pero salvo que Julio Corrochano grabara alguna conversación privada con él, al estilo Villarejo, va a resultar difícil demostrar que González estaba en el origen de todo el entramado porque no hay pruebas fehacientes”.

En cuanto al pago de las facturas a Cenyt, la empresa de Villarejo, los investigadores han determinado que más del 60% del total se emitían fuera del circuito legal. Se trata de un tema peliagudo porque en los distintos departamentos donde se firmaban “se sabía que venían de contratos ordenados por presidencia”, con lo que pasaban los trámites ordinarios. Por aquel entonces, por ejemplo, Ángel Cano pudo verificar alguna factura, y el jefe contable Javier Malagón efectuar el pago, pero sin ser conscientes de que detrás de todo el entramado empresarial de Cenyt estaba Villarejo.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...