La repentina dimisión del presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, casi cuatro años antes de que acabara su mandato, dará la oportunidad a Donald Trump de presentar su propio candidato para dirigir la institución. Entre los nombres que se analizan, el de David Malpass, responsable de asuntos internacionales del Tesoro; Nikki Haley, exembajadora ante las Naciones Unidas; Mark Green, jefe de la agencia de desarrollo internacional de la misma institución, y, también, el de la hija favorita del presidente, la exempresaria y ahora asesora especial de la Casa Blanca, Ivanka Trump, de acuerdo con el diario The Financial Times.
Las críticas por nepotismo que siguieron a su nombramiento como consejera presidencial resurgirán sin duda en la escena internacional si el Gobierno estadounidense se decide a proponerla para el cargo, pero no serían el único problema de Trump para imponer a su candidata o candidato. Americanos y europeos se prestan sus votos para repartirse la presidencia del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que dirige la francesa Christine Lagarde, pero este arreglo es cada vez más cuestionado.
El desdén de Trump por los organismos multilaterales podría dificultar que EE.UU. mantenga el cargo
Un total de 189 países son socios accionistas de la institución, creada tras la Segunda Guerra Mundial para poner fin a la pobreza en el mundo facilitando la financiación de proyectos en países emergentes. Teóricamente, el proceso de selección de candidatos será abierto y basado en los méritos y el conocido desdén de Trump por las instituciones multilaterales en general, sumado a su oposición a las políticas contra el recalentamiento del planeta, podrían dar argumentos a los críticos con el control estadounidense del banco para impulsar otro candidato. Posibles aspirantes alternativos serían la economista nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, que ya disputó el puesto a Kim, el expresidente del Banco de Desarrollo de África, Donald Kaberuka, y el ministro indonesio de Finanzas, Sri Mulyani Inrawati. La primera hija sonó como posible relevo de Haley ante las Naciones Unidas pero aunque, según el presidente, “todo el mundo quería” que ocupara ese puesto, porque “sería increíble”, no lo hizo porque ya oía “los cantos de nepotismo”. Pero hace tiempo que Ivanka Trump y su marido, Jared Kushner, no encuentran su lugar dentro de la guerra de guerrillas que ha consumido a la actual Casa Blanca y se habla de que el presidente estaría buscando una salida para ambos.
Nacida en 1981, Ivanka Trump se graduó en Económicas por la Universidad de Pensilvania y creó su propia marca de moda en el año 2007. Tenía su sede en la torre Trump de Nueva York y, de vender joyería, pronto pasó a comercializar ropa, calzado, bolsos y otros complementos que fabricaba mayoritariamente fuera de Estados Unidos, algo que se convirtió en un problema cuando su padre llegó a la Casa Blanca impulsado por el eslogan “América Primero”. Aunque dejó la gestión diaria de la empresa al ser nombrada consejera, mantuvo su propiedad. Las críticas por los conflictos de interés, las campañas de boicot y las bajas ventas llevaron a la joven empresaria a cerrar la compañía en el año 2017. En su currículum aparece también un breve proyecto con el Banco Mundial para desarrollar un fondo para respaldar a mujeres empresarias.