¿Es que nadie va a hablar de la 'mccartneynomics'?

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Stellantis, Moeve y Santander: los grupos europeos que crecieron con ob-la-di ob-la-da se adentran ahora en un mundo de bárbaros digitales

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McCartney ha tocado esta semana a sus 82 años en el Wizink Center de Madrid 

Ricardo Rubio / Europa Press / Europa Press

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La sensibilidad de nuestro tiempo ha virado hacia la economía, qué le vamos a hacer. Si las actuaciones de los Beatles se medían antaño por su capacidad para generar gritos, desmayos y nuevos estados de conciencia, eso que llaman la beatlemanía, el éxito se acredita ahora con vocablos económicos. La swiftnomics es el fenómeno de moda, como comenta aquí Noemi Navas, fruto de la gira The Eras Tour de Taylor Swift, que ha ingresado según Pollstar un récord de 2.200 millones de dólares. Y sin embargo, aunque nadie hable de ello, también existe la mccartneynomics, neologismo traído a cuento de la histórica actuación esta semana en Madrid del beatle de los buenos sentimientos, como se refiere aquí a él Pedro Vallín.

Una vida medianamente larga da para poner los pies en épocas distintas, para conocer el Antiguo Régimen y acabar tomando la Bastilla, para comenzar con Napoleón y terminar en la guerra francoprusiana. Algo parecido le ocurre a McCartney, que nació en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, y ha llegado a manosear con desparpajo la inteligencia artificial. Junto a John Lennon, otro huérfano de madre como él, representó el orden artístico de la posguerra mundial, cuando la música se convirtió en la mayor expresión cultural de un mundo que necesitaba optimismo para mirar al futuro. Su obra brincó sin despeinarse al otro lado del telón de acero, cambió conciencias y todavía borbotea en el interior de la caverna digital.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el mundo de las empresas? Da pudor trasladar tanto talento a un ámbito tan pedestre, pero McCartney es un ejemplo también para ellas. Creativo, constante y conciliador, ha sabido adaptarse al trasunto contemporáneo sin reparar en medios: ha diversificado el repertorio, ha entablado alianzas estratégicas con jóvenes artistas, ha adaptado sus espectáculos a los gustos del momento, ha generado un gran equipo a su alrededor y ha abrazado las nuevas tecnologías hasta el punto de usar la IA para lanzar junto a Lennon una nueva canción de los Beatles, Now and Them. Todo ello sin renunciar a su esencia, la del enorme legado generacional que representa. Paz y amor, bro. McCartney es un moderno porque siempre está a la última. Porque no se ha bajado de las emociones universales.

No es mala referencia para las empresas europeas que descubren, como también le pasa al propio McCartney, que el mundo ya no les pertenece, que ha llegado el momento de ponerse a la cola de Spotify. La actividad pendulea hacia Asia y cambia de lo analógico a lo digital, dibujando en el horizonte la polvareda de bárbaros y neofeudales competidores, gigantes de San Francisco y del Mar de la China capaces de merendarse con el bonus anual cualquier empresa del Ibex (el de Elon Musk de este año se acerca al valor de Inditex, de cuyos resultados informa por cierto esta semana Maite Gutiérrez). Los GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) se llevan por delante lo que haga falta mientras los coches eléctricos chinos hacen temblar hasta el último tornillo de las fábricas europeas.

Y de ahí el término mccartneynomics: dícese del arte empresarial de dar saltitos en cada una de las transformaciones del negocio para adaptarse a los nuevos tiempos y arrastrar una clientela fiel.

Vaya por delante el ejemplo de tres grandes corporaciones de fuerte presencia en España con un pie en el pasado y otro en el futuro, inmersas en galopantes transformaciones, como constatación de que la mccartneynomics es más necesaria que nunca:

La automoción y Stellantis. La noticia empresarial de la semana ha sido el anuncio de la nueva inversión del fabricante europeo (Citroën, Peugeot, Opel o Fiat) de 4.100 millones de euros junto a la china CATL para levantar una gigafactoría de baterías para coches eléctricos junto a la planta de Figueruelas, en Zaragoza, informa Ismael Arana. Andan los maños de enhorabuena porque en mayo Amazon anunció una inversión de 15.700 millones de euros para levantar centros de datos en Aragón, lo que disparará la capacidad española en este ámbito, como señala aquí Gabriel Trindade. El anuncio de Stellantis es una noticia excelente, ya que el país contará, con las plantas de Sagunto y la que la china Envision proyecta en Extremadura, con recursos para adaptar la industria de la automoción al vehículo eléctrico. España es el segundo mayor fabricante de coches de Europa y pugna por seguir siéndolo. Stellantis ha dado esta la buena noticia mientras busca reemplazo para su recién caído consejero delegado, Carlos Tavares, el pope de los recortes, de quien habla aquí Elisenda Vallejo. El temor a la deslocalización es tan generalizado que se ha convertido en la motivación estrella de la nueva Ley de Industria remitida esta semana por el Gobierno al Congreso.

La energía y Moeve (la operación Aurora). Nacida hace casi un siglo, en tiempos de Primo de Rivera, la Compañía Española de Petróleo, Cepsa, acaba de cambiar de nombre con toda la intención. Nada que no hayan hecho los mismísimos Beatles, que publicaron uno de los más influyentes discos de todos los tiempos transmutados en la banda de los corazones solitarios del Sargento Pimienta. Desde hacía tiempo, Cepsa había estado preparando con sigilo la operación Aurora, en la que reunió con ayuda de la agencia Landor decenas de posibles nombres. De fondo, el plan estratégico Positive Motion. Al final quedaron tres y el consejero delegado, Maarten Wetselaar, tomó la decisión. Moeve es toda una declaración de intenciones: movimiento implica dirección y también una visión multienergía en la que junto a los surtidores de toda la vida caben cargadores de coches eléctricos e incluso el hidrógeno. Esta semana Moeve ha creado junto a Enagás y otras catorce empresas europeas una alianza para llevar el hidrógeno producido en España al norte de Europa, informa Pilar Blázquez. También ha anunciado una remodelación de sus estaciones de servicio para adoptar la nueva marca e integrar cargadores eléctricos.

Las grandes empresas energéticas, Repsol, Iberdrola, Endesa o Naturgy también incluidas, siguen estos días pendientes del nuevo impuesto anunciado por el Gobierno, convertido en punto de fricción con los socios de investidura. Un rápido recordatorio: el Gobierno sacó adelante hace unos días la reforma fiscal con la que seguir recibiendo fondos de Bruselas, con un nuevo impuesto a la banca incluido, pero se había dejado un asunto pendiente. Para sacar adelante el plan, prometió a Sumar un real decreto-ley con el impuesto a las energéticas, tributo que va ahora camino de encallar. Junts ha dado plantón a Hacienda en la reunión para abordar el impuesto y ha anunciado su rechazo por afectar a las inversiones industriales de Repsol en Catalunya, informa Fernando H. Valls. Queda ahora la incógnita de si, pese a la falta de apoyo parlamentario, el Consejo de Ministros seguirá adelante con el real decreto-ley para contentar a un socio, Sumar, a quien tampoco le conviene desestabilizar el barco, entre otras cosas por el parvo resultado previsto en un hipotético adelanto electoral. El real decreto-ley debe convalidarse en el plazo de un mes en el Congreso y naufragar en este trámite resultaría doloroso para el Gobierno.

La banca y el Santander. Esta semana, el Santander ha fichado al ingeniero electrónico indio Nitin Prabhu, procedente de Pay Pal, para dirigir Digital Consumer Bank (DCB), uno de los cinco grandes negocios globales del banco, que engloba toda la actividad de financiación de consumo, automóviles y Openbank. Mccartneynómicamente, parece que el banco tiene de sobra asumido por dónde va el mundo. La de DCB no es una división menor, ahora que Openbank estudia también, como parte de la entrada en vigor el año que viene de la regulación europea MiCa, la comercialización de criptoactivos en España. Bajo la dirección de Héctor Grisi, el Santander ha respondido a la amenaza de los gigantes digitales con un gran cambio en el que el negocio queda organizado en cinco grandes áreas globales, en busca de una escala que tiene ahora dimensión planetaria. La idea es simplificar los productos y ofrecer en todo el mundo la misma app, adaptada a las particularidades locales de los clientes.

El regreso de Trump a la presidencia de Estados Unidos con una agenda bastante distinta a la del 2016 genera también algunas preguntas mccartneynómicas. Porque Trump, siendo algo más joven (no de espíritu), comparte generación (que no peinado) con los Beatles. Uno y otros han transitado de forma muy diferente por los mismos momentos históricos, explotando emociones contrarias.

Una de las preguntas es si con Trump se producirá ahora la primera gran crisis de la ESG, esto es, del momento woke de las empresas. En los últimos años, muchas de ellas se han tomado en serio aspectos como la gobernanza, la responsabilidad social, el medio ambiente, la igualdad de género o la diversidad. Son elementos clave para atraer talento y conectar con la sociedad. Sin embargo, los nuevos tiempos encumbran perfiles groseros y desvergonzados, como los que cultivan los propios Trump y Musk. Irrumpir con un lavado en el vestíbulo de la empresa que acabas de comprar por exigencia regulatoria (la adquisición de Twitter fue, recordemos, casi un imperativo del supervisor americano tras haber calentado la cotización) o retar a un competidor, Mark Zuckerberg, a un combate a tortazo limpio no operan simbólicamente a favor de la responsabilidad social corporativa. No se imagina uno a McCartney entrando en Abbey Road con un lavabo ni buscando pelea con Mick Jagger. La ESG puede quedar en segundo plano ahora que Estados Unidos ha hallado por fin a los hombres fuertes encargados de la hercúlea tarea de aislar al país del mundo y deponerlo de su condición de primera potencia.

En fin, McCartney es un artista inagotable que en su faceta más doméstica canta a la armonía vecinal (Peace In The Neighbourhood) y al amor entre padres e hijos (Put It There). El autor de la más maravillosa oda al trabajo bien hecho jamás compuesta (Hey Jude) y al placer de pasar una tarde metido en casa (Distractions) sigue en nuestro mundo, dando soluciones frente al malismo reinante. En sus canciones hay un largo discurso en favor del entendimiento, aunque a él nunca le ha ido el rollo mesiánico. Una de sus múltiples y sencillas propuestas es por ejemplo la de irse a vivir al campo para dormir del tirón (Heart of The Country), lo cual no está nada mal.

OTRAS NOTICIAS DE LA SEMANA

GRAF9492. MADRID, 09/01/2020.- Fotografía de archivo del 27/11/2019 del actual consejero delegado de Iberia, Luis Gallego, que en marzo capitaneará el International Airlines Group (IAG), grupo al que pertenecen aerolíneas como British Airways o Iberia, tras el anuncio de que Willie Walsh dejará el cargo de consejero delegado de la compañía, según ha informado IAG este jueves en un comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). EFE/Archivo/Javier Lizón

Luis Gallego, consejero delegado de IAG 

Javier Lizón / EFE

  • Iberia también da oxígeno a Air Europa. El consejo de administración de IAG acordó ayer acudir en proporción a su participación accionarial del 20% a la ampliación de capital por cerca de 80 millones de euros lanzada por Air Europa con el objetivo de captar recursos de los accionistas y evitar su entrada en causa de disolución técnica. La matriz de Iberia toma esta decisión exclusivamente por motivos financieros y para evitar que su participación accionarial baje al 17%.

  • Hotusa ya tiene 270 hoteles. El grupo presidido por Amancio López Seijas está a punto de cerrar su mejor año tanto en ingresos como en rentabilidad. La compañía prevé aumentar un 10% las ventas respecto al 2023, cuando alcanzó los 1.418 millones de euros, con lo que la facturación final llegará a los 1.560 millones, informa Maite Gutiérrez.

  • Grifols refinancia deuda. El fabricante de hemoderivados encara la última fase de su refinanciación al lanzar una colocación privada de 1.300 millones de euros en bonos que empleará para amortizar los vencimientos previstos para el año que viene. De esta forma, la farmacéutica controlada por la familia Grifols no afronta vencimientos de deuda hasta 2027.

  • Duro Felguera se asoma al abismo. El grupo de ingeniería ha presentado ante un juzgado de lo mercantil una solicitud de preconcurso de a creedores en busca de un acuerdo para reestructurar la deuda y reflotar el negocio. Adopta esta decisión tras acumular dos nuevos reveses en los últimos días: una demanda millonaria en Argelia por más de 400 millones y una provisión de 100 millones fruto de lo anterior que obliga reformular las cuentas.
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