Las acciones de la automovilística francoitaliana Stellantis se desplomaban ayer en bolsa un 6,3% ante el descabezamiento repentino de la compañía. Su consejero delegado, Carlos Tavares, uno de los pesos pesados de la industria de la automoción europea, presentó su dimisión inmediata el domingo al consejo de administración de la compañía, que la aceptó sin reservas. Demasiados pulsos, internos y externos, han acabado con una gestión férrea, extrema pero muy exitosa para fusionar las 14 marcas que componen el conglomerado que es actualmente Stellantis, el cuarto fabricante de vehículos del mundo.
La clave primera está en el propio comunicado de salida: “El éxito de Stellantis desde su creación se ha basado en una alineación perfecta entre los accionistas de referencia, el consejo de administración y el consejero delegado. Sin embargo, en las últimas semanas han surgido opiniones diferentes que han llevado al Consejo de Administración y al consejero a tomar la decisión”. La gestión de Tavares, autodenominado psicópata del rendimiento , consistía en ajustar los costes al máximo, hasta el esqueleto mismo de la gestión mientras procuraba vender sus vehículos a un precio mayor que su competencia, especialmente en EE.UU.
Los buenos resultados cosechados con esta estrategia, que consiguió levantar a PSA (germen de Stellantis) desde el rescate del Gobierno francés en 2014 hasta la compra de Opel, primero, y la fusión con Fiat después, dieron carta blanca al directivo frente a los continuos encontronazos con los gobiernos de Francia e Italia, que exigían a la automovilística que repatriara producción desde España o Marruecos. Tavares se resistía, aduciendo que no eran proyectos rentables, además de amenazar con cierres de fábricas si los países no incrementaban las ayudas a los vehículos electrificados. Solo en España, las tres fábricas de Stellantis ensamblan más vehículos que toda la fabricación de coches en Italia.
Pero en el último año, todos los números han dado la espalda al portugués. En el primer semestre del año, las ventas en Estados Unidos se han desplomado un 18%, lo que ha obligado al fabricante a asumir importantes costes por el elevado stockde vehículos en sus concesionarios a los que no podían dar salida y le ha enfrentado con los sindicatos y los concesionarios. También pierde pie en Europa, por la caída de las ventas de los vehículos eléctricos, y se debilita ante la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que ha retirado ayudas a la industria. La compañía ha perdido un 44% de valor en bolsa en lo que va de año; y aparecen las dudas de si la política de un ajuste máximo no ha comprometido el futuro de la innovación en las marcas de la empresa.
La automovilística ya ha avanzado que el nombramiento del futuro consejero delegado está muy avanzado y que se conocerá en el primer semestre de 2025. Entre los candidatos, el presidente de Renault y ex consejero delegado de Seat, Luca de Meo.