Desde hace algunos meses, los enviados especiales que recorremos escenarios siguiendo el circuito del tenis hemos observado algo: el tenis se azulea.
Cada vez hay más cronistas italianos frecuentando los pasillos, las salas de prensa y las tribunas de los grandes espacios. Hiperactivos y comprometidos, los giornalisti persiguen a Jannik Sinner y Matteo Berrettini, a Jasmine Paolini o Sara Errani.
Pues por allí por donde pasan, su tenis lo peta.
En estos días, 48 periodistas de 26 medios italianos han frecuentado las entrañas del Palacio Martín Carpena de Málaga (son más que ninguna otra delegación, son más incluso que los plumillas españoles, los locales, deprimidos tras las inmediatas eliminaciones de los equipos rojos), iban siguiendo los pasos de Angelo Binaghi, el elegante presidente de la Federazione Italiana Tennis (FIT), que se paseaba ufano y satisfecho pues su programa ha rendido unos resultados sensacionales: este domingo, la escuela italiana masculina unía el título de la Copa Davis (segundo de un tirón; ya suma tres en su historia) al título de la Billie Jean King Cup, versión femenina de esta suerte de mundial por equipos.
El proyecto
En 23 años, Angelo Binaghi, presidente de la Italiana, ha diseñado un programa que rinde buenos frutos
La academia española, nostálgica ahora que ha perdido a Rafael Nadal (y en menor medida, a Garbiñe Muguruza, a ella meses atrás), contempla la magnífica deriva de la escuela italiana. Lo hace entre nostálgica y confundida, pues todavía crepitan los rescoldos de una derrota imprevista, la de los cuartos de final, el martes pasado ante Países Bajos, la del sobrevenido adiós de Nadal.
A la chita callando, los Países Bajos de Botic Van de Zandschulp, Tallon Griekspoor y el doblista Wesley Koolhof han ido avanzando en esta Davis, plantándose en la final de ayer ante los italianos.
Hasta aquí.
Jannik Sinner y Matteo Berretini rindieron cuentas de sus partidos de individuales (Sinner, líder del circuito, cerró el compromiso frente Griekspoor por 7-6 (2) y 6-2; antes, Berrettini había tumbado a Van de Zandschulp por 6-4 y 6-2) y los cronistas, desbordados por la explosión italiana, nos pusimos a analizar su academia: no es flor de un día.
Desde que accedió a la presidencia de la FIT, en el 2001, el elegante Binaghi se ha enzarzado en una profunda reforma.
En estos 23 años, ha unificado el plan en un abanico de escuelas. Dos centenares de entrenadores se han alineado en el sistema, concentrándose en especial en los jóvenes talentos. El programa se ha centralizado en Pisa. Sinner, Berrettini o Musetti han frecuentado las concentraciones que se celebraban en esa academia. Técnicos como Ricardo Piatti, entrenador de Sinner, compartían sus métodos con el resto de especialistas.
Los organizadores se comprometieron a montar decenas de torneos Challengers y Futures sobre cualquier superficie (en el 2022 eran 28 Challengers y 24 Futures en Italia), fogueando a los jóvenes valores, generando más patrocinadores, más ganancias para todos y más practicantes cuyas licencias subsidian el sistema, círculo virtuoso que ha hecho de su plan un modelo a seguir, el mejor ejemplo posible hoy.