La génesis del Trofeo Conde de Godó
Historias del Godó (1)
‘La Vanguardia’ recupera esta histórica serie en la semana que debía disputarse el torneo
En 1948, la Junta Directiva del Real Club de Tenis Barcelona-1899 tomó una decisión trascendental para su historia. La entidad, ubicada entonces en la calle Ganduxer, recibió un ultimátum de la familia Bertrand, propietaria de aquellos terrenos ocupados por el club durante más de tres décadas. La Ciudad Condal se expandía a un ritmo acelerado, y aquella zona se había convertido en alta prioridad de los negocios inmobiliarios. No fue extraño que la propiedad comunicara al club que no renovaría su concesión una vez finalizado el arrendamiento vigente, exigiendo la compra del mismo a un precio exorbitado.
Carlos Godó Valls, Conde de Godó, presidente del RCTB, reunió a su Junta Directiva. “En la vida todo es mutación constante. Lo que nos ha pasado no nos tiene que pasar nunca más. Hemos de encontrar y comprar un lugar para el Real Club de Tenis Barcelona”, reflexionó. La directiva apoyó por unanimidad la decisión de su presidente.
En 1950
Los socios dan el beneplácito a la adquisición de los nuevos terrenos que les obligaba a una aportación mínima obligatoria de 5.000 pesetas por persona
Meses después, la directiva estableció, además de los criterios económicos, las condiciones que a su juicio deberían reunir los nuevos terrenos en los que se ubicara el club: que fueran en propiedad, que tuvieran una capacidad mínima para 15 pistas y piscina, que estuvieran bien comunicados, y que el emplazamiento estuviera comprendido entre el triángulo que formaban las calles Ganduxer, Avenida Generalísimo Franco (Diagonal) y Paseo de la Bonanova, con sus continuaciones en el Paseo de la Reina Elisenda y la carretera de Esplugas.
Siguiendo estas premisas, la directiva se puso manos a la obra y comenzó a visitar terrenos y fincas de la ciudad. Nada se ajustaba a sus necesidades. Se visitaron terrenos en Montjuïc, en la calle Anglí, al pie de Vallvidrera, en el llamado Desierto de Sarrià, en la Avenida San Juan Bosco, en la parte superior del Paseo Manuel Girona, e incluso en la zona en la que actualmente es la sede del FC Barcelona.
El RCT Barcelona había desarrollado durante sus años en Ganduxer una gran sinergia con las mejores entidades del tenis mundial, con las que tenía un calendario de competiciones interclubs de primer nivel. El objetivo de futuro era ‘crecer’ para seguir estando en esa primera línea. No valía cualquier terreno. Justo cuando se planteaban de qué manera podrían incluso abordar la costosísima compra de Ganduxer, apareció la solución.
Era el mes de enero de 1950, y la directiva, tras una gestión de Luis de Olano, tenía ante sus ojos una porción de terreno procedente de la heredad denominada Casa Canet de la Riera, situada en el término municipal de Sarrià. En ella se hallaba una casa de labranza, con orígenes en el siglo XVI, compuesta de planta baja, piso alto y azotea, repartida en dos habitaciones, una para el dueño y otra para el colono, con dos bodegas, una en planta baja y construida en la parte exterior, así como otras dependencias de una casa de labor.
Los directivos contemplaban un total de 522.347 palmos cuadrados de terrenos destinados al cultivo de cereales, viñas, algarrobos y una parte yerma, junto con huerto regadío y con un caudal de agua de un pozo existente cerca de la casa de labranza. Los terrenos reunían las condiciones requeridas: cercanía, extensión y porvenir.
El 4 de julio de 1950, en Asamblea extraordinaria, los socios dan el beneplácito a una adquisición que les obligaba a una aportación mínima obligatoria de 5.000 pesetas por persona para adquirir un título de propiedad de la entidad. La negociaciones con la Compañía Ibérica de Urbanizaciones, y con Mercedes Llobatera Canet, propietaria de una hipoteca que gravaba la finca, culminaron con un contrato de compra el 10 de octubre de 1951.
Mientras el local social de Ganduxer tenía ya graves problemas de mantenimiento, que se iba reparando de forma provisional, se creó una Comisión de Obras de adecuación de Can Canet de la Riera presidida por Carlos Godó, y en la que Luis Coma-Cros, Santiago Marfá, Luis Augusto Viñamata, Ramón Rovira y Salvador Torrents tuvieron un papel fundamental.
Conforme avanzaban las gestiones para la adquisición de la nueva sede, el 4 de mayo de 1951, el Conde de Godó reunió a la directiva. Según se refleja en el acta de dicha reunión, el presidente “expone la necesidad de que se adopten orientaciones decisivas referentes al plan deportivo a seguir, estimando imprescindible la organización de encuentros internacionales que sirvan de estímulo y entrenamiento a nuestros jóvenes valores y elevar el ambiente deportivo del club aunque a riesgo de que se produzca déficit, para enjugar el cuál debería estudiarse una solución, ofreciendo, incluso, enjugarlo personalmente en el caso necesario, y termina solicitando el criterio de los reunidos”.
Se aprueba la creación de una gran competición internacional, para la que Carlos Godó ofrece un trofeo y una primera denominación como Copa Presidente. La directiva considera que ese no es el nombre apropiado después de la ingente labor de su máximo dignatario. Nace el Trofeo Conde de Godó, pero aplaza su puesta en marcha hasta la primavera de 1953, aduciendo dificultades técnicas que no eran otras que la construcción de la nueva entidad. La competición debía ser el punto de partida de la nueva etapa del club.
El 20 de enero de 1952, a las 12.30 horas, el Excelentísimo y Reverendísimo señor Obispo de la diócesis de Barcelona, Doctor Modrego Casaus, procedió a la solemne bendición y colocación de la primera piedra de la nueva sede social. El arquitecto Raimon Durán i Reinals fue el encargado de diseñar la remodelación de la Masía, Luis Coma-Cros de la supervisión y correcta aplicación de los planes topográficos y de las gestiones con los contratistas, Santiago Marfá de las necesidades deportivas de la instalación y Salvador Torrents de la conexión con el presidente y la Junta Directiva.
A finales del 1952 comienza a divisarse el nuevo club. El 6 de febrero de 1953 se compran al vivero del Ayuntamiento del Prat del Llobregat 6.200 cipreses, 6.000 de tamaño corriente y 200 de buena altura. El 27 de marzo se pide a la Compañía Barcelonesa de Electricidad la acometida general en la nueva sede, y el 16 de abril, tras petición al Ayuntamiento de Barcelona, la Ponencia de Urbanización y Ensanche se compromete a afirmar la calle Cardenal Vives y Tutó, y a colocar los correspondientes bordillos, pero no a la urbanización definitiva por falta de tiempo.
Durante esos meses de vorágine de obras, con Pablo Bartrolí supervisando la correcta construcción de las pistas de tierra batida. Buenaventura Plaja y Miguel Lerín diseñan el plan para atraer a buenos jugadores extranjeros a la disputa del torneo, labor en la que colaboran Jaime Bartrolí, Marcel Gamper y Ramón Bosch. El 3 de junio de 1953, con la vida social de la entidad aún centrada en Ganduxer, comienza la primera edición del Trofeo Conde de Godó, la fiesta deportiva con la que cinco años antes la Junta Directiva había decidido bautizar sus nuevas instalaciones.