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El judoca español Niko Sherazadishvili, comienza su misión hacia el oro

Judo

“El oro en Tokio no es un sueño, es un objetivo clarísimo”, señala el ambicioso deportista de origen georgiano 

Así está el medallero español y del resto de países en los Juegos Olímpicos

El español Nikoloz Sherazadishvili 

Yannick Verhoeven

"El oro en Tokio no es un sueño, es un objetivo clarísimo”. Para verbalizar esta frase hay que estar muy convencido. Pero cuando eres bicampeón del mundo y número 1 del ranking en la categoría de hasta 90 kilos estás autorizado para pronunciarla. Niko Sherazadishvili (25 años) la dijo en junio tras firmar su doblete universal y desde entonces no para de repetirla porque una y otra vez le preguntan por lo mismo. “Ya cansa”, ha dicho en broma. Más en serio aclara: “Siento la presión, como la sentí cuando en el 2018 gané mi primer título mundial. Entonces sentí la presión de los medios, de la gente, porque era el número 1, pero es necesario sentir esa presión para competir bien. Veo positivamente que la gente crea que puedo ganar el oro. Es bueno”.

Al español de origen georgiano se le acerca el momento de pasar de las palabras a los hechos porque este miércoles afronta su participación en el Nippon Budokan, en el parque Kitanomaru, la catedral por antonomasia del judo, algo así como el Maracaná de este deporte. A tres kilómetros de aquí se inventó este arte marcial, en el gimnasio Kodokan, y en este templo, que ya albergó la competición de judo en los Juegos del 64, es donde ha venido a coronarse Sherazadishvili. “Que se disputen en Japón es una motivación extra”, admite el español.

“Si gano será el mejor día de mi carrera, pero las sensaciones las explicaré después de ganar”

De no querer ver sus combates a aspirar al máximo. De carecer de mala baba en la competición a no perdonar. Como adolescente concedía demasiadas oportunidades, no concebía que el rival pudiera hacer lo que fuera por ganarle. Con el tiempo, de la mano de su entrenador, Quino Ruiz, aprendió que no tiene nada que ver ser bondadoso fuera de la lucha con lo que haces dentro, aunque en el fondo siga siendo el mismo chaval afable que llegó a un gimnasio de Brunete y preguntó si allí podría entrenar todos los días.

Le dijeron que sí y allí prosiguió su aventura. Porque venía de emigrar de Georgia junto a sus padres en plena guerra de Osetia del Sur. Tenía 14 años.

En su país de origen compatibilizaba el judo con el waterpolo pero en España ya solo se centró en el deporte de las llaves. Despuntó pronto y Turquía le hizo una oferta desorbitada, para el dinero que se mueve en el judo, para que se nacionalizara, pero prefirió competir por España para quedarse con Ruiz. El entrenador le considera su tercer hijo y el judoca tiene en él un segundo padre.

Sobre el tatami una de las especialidades de Sherazadishvili es la llave que se conoce como uchi mata. Si Laudrup dominaba la croqueta, Ronaldinho la elástica y Zidane la ruleta, Shera hace estragos con esta técnica. Consiste en agarrar el brazo del oponente con una mano y su solapa con la otra. Entonces, girando el cuerpo para tirar del contrincante hacia uno y presentarle la cadera, se utiliza uno de los pies para empujar la pierna del rival y proyectarle contra el suelo. Por eso los adversarios del español suelen intentar que no consiga agarrarles la manga con la mano izquierda y que no logre llevar su derecha a la espalda. Si el español es capaz de fijar su posición suelen estar perdidos. Saben que va a utilizar esa técnica pero no logran evitarlo. Algo que solo logran provocar los superclase. Es fácil encontrar vídeos en las redes donde explica sus técnicas pero también se guarda sus secretos, en especial cuando llega una gran competición. Entonces no publica sus grabaciones. “Ganar el oro sería el mejor día de mi vida deportiva. Las sensaciones serían... Bueno, las sensaciones las explicaré después de ganar la medalla”. Se ríe pero lo espera.