Shirley Temple sabía de primera mano lo que significa irrumpir como un prodigio. “Ser una estrella es una vida complicada, en especial a los cuatro años”, sostuvo.
Temple fue una actriz precoz. En edad infantil participó y triunfó en una treintena de películas. Está considerada la mejor niña artista. Su brillo, sin embargo, se apagó con la adolescencia.
Lionel Messi entra en esa categoría de niños prodigiosos. Siendo un retaco ya hacía ejercicios de virguería con el balón. Pero a diferencia de Temple, el astro forjado en la cantera azulgrana superó el impacto de lo fugaz, resistió al paso del tiempo y ya lleva dos décadas asombrando al mundo del deporte, y el del fútbol en particular, con su arte.
Aunque ha dejado sobradas pruebas de que es un tipo introspectivo, poco dado a la verborrea y el postureo que tanto se llevan, no parece difícil aventurar que estará viviendo en la contradicción por la situación en su equipo del alma, tal y como lo describió al conmemorarse los 125 años del Barça.
Leo Messi durante el calentamiento previo a un partido de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial 2026
Seguro que por un lado siente indignación con el ridículo global al que el presidente Joan Laporta ha sometido a la institución gracias a su estilo en el que se mezcla la falsedad y el vacile. El caso Olmo resulta difícil de digerir.
A su vez, tal vez se esté partiendo de la risa al certificar el descrédito de ese presidente que lo echó del club con una falta total de respeto a su carrera. Esto le llevó a ser un expat en París y luego en Miami, la capital de la otra América donde ha hallado la tierra prometida.
Así que puede agradecer a la incompetencia de Laporta que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, le concediera el sábado la Medalla Presidencial de la Libertad, el honor civil de mayor rango en EE.UU., junto a un ramillete de figuras de todos los sectores, entre las que estaban el chef español José Andrés, Hillary Clinton. Denzel Washington, Michael J. Fox., Bono, Jane Goodall, Ralph Lauren, Magic Johnson o Anna Wintour, la dama de la industria de la moda que protagonizó una escena curiosa: recibió la distinción a cara descubierta, sin sus eternas gafas oscuras.
“Permítanme decirles a cada uno de ustedes, gracias por todo lo que han hecho para ayudar a este país”, subrayó el anfitrión. Qué cosas. Tras toda una vida, Laporta le dio una patada en el culo y en cuatro días Biden lo encumbra.
Pero el pelotero argentino fue el único ausente de la lista de los 19 galardonados. Tampoco envió a nadie en representación. Un problema de agendas, explicó la Casa Blanca. Messi hizo llegar su gratitud. Así es el crack y el discreto encanto que otorga ser el mejor.
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