La crisis del Manchester City no toca fin. El equipo de Pep Guardiola ya suma siete partidos sin conocer la victoria y encadenó la cuarta derrota consecutiva en la Premier League, algo que no ocurría desde el año 2007. El Liverpool fue su verdugo y Anfield volvió a ser el escenario en el que el conjunto de Arne Slot demostró por qué son los mejores del momento en Inglaterra y en Europa. Su verticalidad, su pegada, su ritmo vertiginoso y su presión alta contrastaron con un equipo skyblue desnortado y desarbolado. Con los goles de Gakpo y Salah, los de Merseyside se consolidan como líderes del campeonato inglés y dejan muy tocados a los cityzens, alejados a 11 puntos del primero y situados en la quinta posición, fuera de las plazas de Champions.
El inicio del Liverpool fue arrollador. En tan solo once minutos, los reds ya habían generado cinco ocasiones y un poste de Virgil van Dijk. Y fue entonces (12') cuando el balón entró en la malla y asestaron un duro golpe a los cityzens. Mo Salah -que, a pesar de todo, no tuvo uno de sus mejores partidos- vio como Cody Gakpo se desmarcaba de la defensa visitante y el egipcio le puso el esférico al segundo palo para que rematara a placer.
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Tras el tanto local, los de Arne Slot seguían con el vendaval. Salían rapidísimos a la contra y el City, muy desdibujado e irreconocible, trataba de salir de su propio campo sin éxito. El conjunto de Merseyside dominaba con y sin balón, sin sufrir. Anfield disfrutaba viendo a los suyos desbocados, anulando y descosiendo a un Manchester City incapaz de trenzar una jugada y forzándoles a hacer algo inusual: replegarse. El ritmo era apasionante.
Los skyblues, aparentemente fundidos, también sufrían en las jugadas a balón parado. Van Dijk tuvo en el minuto 18 la oportunidad de poner el 2-0 tras un córner en el que la pelota pasó muy cerca de la madera derecha de la portería de Stefan Ortega (Pep Guardiola sorprendió dejando a Ederson en el banquillo, aunque los suyos no le echaron de menos por el notable papel de Ortega).
A partir del minuto 25, al Liverpool le empezó a faltar profundidad y eso le permitió a los de Guardiola empezar a ganar terreno y que el campo rival no se les hiciera eterno. Sin embargo, no conseguían conectar con Haaland ni Foden, circunstancia que hizo que la primera de los visitantes no llegara hasta el 38' a través de las botas de Rico Lewis.
En esta cita tan trascendental, se volvió a evidenciar que las ausencias de Rodri y Kovacic debilitan mucho la sala de máquinas del City. Esta situación fuerza a los skyblues a hacer movimientos extraños, como Akanji formando un doble pivote con Bernardo Silva.
A pesar del apabullante control del partido de los reds, la dinámica del encuentro cambió en la segunda parte. El Manchester City alcanzó el 75% de la posesión del balón en los diez primeros minutos posteriores al descanso y su rendimiento mejoraba. En cambio, los de Slot se encerraban más, con clara vocación de querer salir a la contra y renunciando a la presión alta.
El conjunto del de Santpedor pisaba más el último tercio, pero no generaba peligro. Sin embargo, el equipo local encendía las alarmas de los visitantes cada vez que salían de su área. Ortega tuvo una intervención providencial antes del minuto 55' en un mano a mano con Gakpo y Salah cometió un error clamoroso cuando estaba solo ante el guardameta cityzen.
Guardiola reaccionaba sacando al terreno de juego a Doku y Savinho, dos extremos que aportaron frescura a los suyos y que dieron trabajo a la defensa red al generar muchas superioridades. No obstante, el 1-1 tampoco parecía que estuviera cerca.
La sentencia llegó con un error de Rúben Dias, que tras un despiste con Darwin Núñez provocó que Luis Díaz se fuera solo a encarar la portería visitante y Ortega tuviera que derribar al colombiano. Mo Salah transformó la pena máxima en el minuto 77, dejando sentenciado el partido.
A partir de ese momento, estuvo más cerca el 3-0 que un eventual 2-1. Solo en el 82' Van Dijk se equivocó y De Bruyne aprovechó para tratar de marcar, pero Kelleher intervino y lo evitó.
Con Anfield entonando olés para celebrar la victoria de los suyos en los minutos finales, sorprendió un encontronazo entre aficionados de los de Merseyside con Pep Guardiola, al que le gritaron que mañana sería destituido. El técnico catalán hizo un gesto con seis dedos de sus manos, haciendo alusión a los seis títulos de la Premier League que ha ganado con los skyblues. Revalidar el trono se antoja, eso sí, muy complejo para un City que sigue sin encontrarse y se hunde un poco más.