"Messi tiene lepra, Messi tiene lepra..."

Fútbol | Argentina

Emotivo adiós de Maxi Rodríguez en Rosario en el reencuentro del ex del Barça con sus Newell's Old Boys

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Lionel Messi saluda al público durante el homenaje a Maxi Rodríguez en Rosario 

Nicolas Aguilera / LaPresse

Es 24 de junio en Rosario, Argentina. Es invierno, pero no hace demasiado frío. El cielo está gris oscuro, denso, por momentos parece que va a llover, por momentos parece una niebla espesa, como esos días en que algo bueno, algo malo, algo muy grande, o todo puede pasar. Todo puede pasar. Puede pasar que a la despedida del mítico Maxi La Fiera Rodríguez, acuda, por qué no, el mejor jugador del mundo, Leo Messi.

El 24 de junio de 1987 nació Messi y ese mismo día de hace 17 años Maxi marcó un gran gol en el mundial de Alemania que clasificaba a Argentina para cuartos de final. Maxi (ex jugador del Espanyol, del Atlético, del Liverpool...) ha elegido este 24 de junio para despedirse del fútbol en el Estadio Marcelo Bielsa, su casa, la de Newell's Old Boys, los leprosos, el club de sus amores.

Desde hace meses, muchos leprosos tenían ya las entradas.  Porque quienes aman el fútbol saben cuánto respeto merece un jugador como Maxi Rodríguez y también, porque probablemente sería la oportunidad de ver un gran espectáculo, con algunos de los mejores jugadores de la historia y, si muchas cosas se alineaban, podría suceder lo que nadie se atrevía ni a pronunciar: que Messi estuviera ahí, en la cancha del club donde empezó a jugar al fútbol y del que se fue a sus 12 años al Barcelona para convertirse en astro mundial.

Messi, en el día de su cumpleaños, Messi campeón de América, Messi campeón del mundo, Messi el mejor jugador de la historia, Messi el récord de todo. Tal vez esta sería la oportunidad para verlo jugar por primera vez en su Rosario natal, en el club cuyo escudo lleva tatuado en la pierna.

Por el camino al estadio  se podían leer carteles que decían “Leo, te esperamos donde todo empezó” y “Feliz cumple Leo”. Los seguidores se miraban entre ellos porque veían más cerca esa posibilidad. 

"¿Camisetas de la selección? Esos se han infiltrado solo para ver a Messi"

La zona del Parque de la Independencia, el parque más grande y clásico de Rosario, es el lugar donde está emplazada la cancha de Newells, rodeada de viejos árboles y un lago artificial, en plena ciudad. En los alrededores todo era fiesta, había personas de todas las edades cantando, saltando, puestos de venta de choripanes y bebidas, pororo (o popcorn) de colores rojo y negro, vendedores de banderas, camisetas, gorros y todo tipo de objetos con los colores de ñubels.

El estadio se llenó muy pronto, había niñas de la mano de sus madres, padres con sus hijos alzados, adultos mayores, grupos de amigos y amigas, gran parte con camisetas de Newell´s, pero otros con camisetas de la Selección Argentina. Un hincha comentó que esos eran los que no son de ñubels, que eran de otro equipo, "Esos están infiltrados para ver a Messi”, llegó a decir irónico. Estas son las palabras de un fanático ortodoxo, pero Maxi había planteado su despedida como una fiesta del fútbol así que, en los papeles, hinchas de cualquier club eran bienvenidos.

Antes del partido hubo shows musicales. En la gran tribuna popular se desplegaron banderas que decían “NOB, escuela de campeones”, al lado de otras donde se leía “Messi”, “Scaloni”, “Samuel” con los colores de Argentina y el escudo de Newell's. En la bandera más grande, que ocupaba gran parte de la popular se leía “Gracias Maxi – MR11”, ese once por el número con el que siempre jugó en Newell´s y con la que salió campeón.

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Maxi Rodríguez en su partido de despedida en el estadio Marcelo Bielsa 

JUAN IGNACIO RONCORONI / EFE

Los invitados comenzaron a entrar por grupos, los conductores desde el centro del campo de juego los arengaban y los presentaban como “los amigos de Maxi”, había actores, la histórica campeona de Hockey argentina y también leprosa, Luciana Aymar, la cantante Soledad Pastorutti que luego interpretó el himno nacional, el influencer Jero Freixas muy conocido por los hinchas del Barça, y muchos más. Nada se decía de Messi, pero todo el mundo tenía un buen presentimiento.

Entraron los jugadores que salieron campeones en Newell´s con Maxi en 2004 y 2013, entraron los campeones de Argentina Sub 20, los técnicos Pekerman y Gerardo Martino. La ovación iba creciendo, la ansiedad también. Entraron los campeones mundiales de 2022 Leandro Paredes, Angel Di María y el técnico Lionel Scaloni. Este último que también fue jugador de Newell's, entró abrazado a Di María, jugador de Rosario Central, histórico rival de la lepra. 

Al Fideo se le veía con una sonrisa nerviosa porque en Rosario el fútbol se siente con mucha pasión y probablemente temía el abucheo. Podía pasar que la tribuna cantara en contra de Di María, el campeón del mundo, un rosarino “canalla”. Pero no pasó. Fideo también fue ovacionado. Había 40.000 personas en el campo. Pero la gente hacía cuentas y solo faltaban dos nombres. ¿Estarían?

La ansiedad crecía segundo a segundo. Hasta que los conductores anunciaron “viene el que siempre estuvo con su corazón acá, en Rosario en la cancha de ñubels, señores y señoras, almas leprosas, Argentina, Rosario, Santa Fe, desde acá al mundo, y en este día tan especial para Maxi, en la despedida de su amigo, y también en el día de su cumpleaños, esta es su casa, el campeón del mundo, el argentino más argentino de todos, Lionel Messi”.

El estadio estalló con gritos de todo tipo, llantos, abrazos. Y se lo vio en la pantalla gigante, desde el vestuario, con la sonrisa tímida que lo caracteriza, subió las escaleras lentamente y apareció en el campo de juego ovacionado, por ser el que regaló alegrías que salvaron de tantas cosas. Los cantos de la tribuna al verlo pisar la cancha se unificaron cantando “y Messi tiene lepra, tiene lepra, y Messi tiene lepra”. Caminó lento y se ubicó junto al resto de los invitados para esperar la salida de su amigo, “el mejor jugador entre los hinchas”, Maximiliano Rodríguez.

El estadio quedó a oscuras, con impactantes juego de luces, mientras sonaba “Highway to hell” de AC-DC, Maxi salió del vestuario, entró por una alfombra roja y el estadio volvió a desgarrarse de gritos de alegría, cantando “este es el famoso Maxi que volvió a la lepra para ser campeón”.

Messi marcó tres goles entre ovaciones y reverencias de los hinchas en la tribuna

Ahora sí, todos estaban en la cancha. Podía comenzar el partido. De un lado jugadores con la camiseta de Argentina, del otro con la de Newell´s, todos jugando con sonrisas cómplices. Y lo que siguió fueron tres goles de Messi que se quedaron grabados en la memoria colectiva. Cada vez que tocaba la pelota la tribuna hacía gestos de reverencia, con los brazos extendidos, subiendo y bajando, adorando a su Dios.

También hubo goles de Maxi, otros de sus hijas, de penal del gran Gabriel Batistuta, y un tiro desde fuera del área del goleador leproso Ignacio Scocco.

Para sumarle algo más de mística a este festejo, en un momento del partido ingresó Benjamin, hijo del Kun Aguero y nieto de Maradona, a entregarle a Maxi la camiseta que el Diego usó cuando jugó en Newell´s. Maxi se la puso inmediatamente y terminó el partido luciendo la casaca del diez.

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El 10 del mejor jugador del mundo, en el estadio de Newell's 

Nicolas Aguilera / LaPresse

Y así se despidió la afición del ídolo que lo dejó todo para volver a su club, salvarlo del descenso y sacarlo campeón.

La misma, la de los leprosos, que sueña con que Messi se retire jugando con la camiseta roja y negra, esa casaca con la que todo empezó.

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