El racismo se repite en las ligas europeas, pero las sanciones son más duras que en España

Una lacra extendida

La consolidación de partidos de ultraderecha en el continente ha hecho aflorar nuevos episodios de insultos contra futbolistas por el color de su piel

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Rashford erró un penalti en la final de la Eurocopa en 2021 y fue insultado en las redes

Frank Augstein / EFE

Los comportamientos racistas en el fútbol español, más o menos aislados, se reproducen en otras grandes ligas europeas, aunque en la mayoría de esos campeonatos la aplicación de normativas sancionadoras es mucho más contundente y efectiva. La consolidación de partidos de ultraderecha en el continente ha hecho aflorar nuevos episodios de insultos contra futbolistas por el color de su piel pero, así como en los estadios estos han disminuido ante la proliferación de cámaras de televisión, las redes sociales se han convertido en refugio para que los racistas actúen desde una clandestinidad que les permite campar a sus anchas. Es la nueva lacra.

Inglaterra

Inglaterra: de los estadios a las redes

Aquellos días en que los hinchas dirigían cánticos racistas a los jugadores negros o asiáticos, y les lanzaban pieles de plátano de manera rutinaria, han pasado a la historia por las severas sanciones a los clubs y aficionados implicados, que no pueden volver a pisar el campo en mucho tiempo. Pero ello no quiere decir que el racismo haya desaparecido, sino que se ha trasladado de los estadios a las redes sociales, donde está a la orden del día y los culpables pueden esconderse tras el anonimato. Un ejemplo fueron los insultos tras la final de la Eurocopa del 2020, que Inglaterra perdió a los penaltis contra Italia, dirigidos a tres jugadores que fallaron las penas máximas (Bukayo Saka, Jadon Sancho y Marcus Rashford), como si los blancos no los fallaran nunca. Más recientemente, en febrero de este año, el coreano del Tottenham Heung-Min Son fue víctima de abusos racistas a través de Internet después de la victoria por 2-0 de su equipo sobre el West Ham (que tiene un componente de seguidores de extrema derecha). Y un individuo que colgó en su cuenta de Instagram un mensaje racista dirigido a Ivan Toney, delantero del Brentford, tras meterle dos goles al Brighton, ha sido condenado a no poder pisar durante tres años ningún campo de fútbol del Reino Unido, de ninguna categoría. Pero si el racismo está institucionalizado en la policía, también en el fútbol y en todo el conjunto de la sociedad británica en general.

Alemania: protocolo para parar partidos

Los insultos racistas aparecen periódicamente en los estadios y la Federación Alemana de Fútbol (DFB) usa el protocolo de tres pasos de la FIFA. Primer paso: el árbitro suspende el juego y se avisa por megafonía. Segundo: si persisten los insultos, los equipos entran al vestuario y nuevo aviso. Tercer paso: se cancela el partido. En la temporada 2021-22 se suspendieron en Alemania (contando todas las categorías) hasta 911 partidos por incidentes de discriminación o racismo. Las posibles sanciones corresponden a la comisión disciplinaria de la DFB. En la labor de prevención, la Liga Alemana de Fútbol (DFL) coordina proyectos y talleres contra el racismo de entidades y grupos de aficionados. Desde el 2011 existe también una red de deporte y política “por la equidad, el respeto y la dignidad humana”, suscrita por todos los clubs. Quizá el episodio de racismo más significativo, por el debate que generó, fue la decisión en el 2018 de Mesut Özil, de origen turco, de dejar la selección nacional por los improperios racistas tras el mal resultado de la Mannschaft en el Mundial de Rusia de ese año. “Soy alemán cuando ganamos, pero soy un inmigrante cuando perdemos”, dijo Özil, aludiendo a que formó parte del equipo que ganó el Mundial del 2014. Respecto a insultos en redes sociales, el caso más reciente son los mensajes racistas en TikTok al defensa del RB Leipzig Benjamin Henrichs, de padre alemán y madre ghanesa.

Francia: sospecha sobre entrenadores

Los incidentes racistas han sido periódicos en los estadios de fútbol franceses desde los años ochenta del siglo pasado, a pesar de las campañas de sensibilización, las cámaras de vigilancia para identificar a los responsables y las sanciones. Uno de los casos recientes con mayor repercusión tuvo como protagonista al entrenador del PSG, Christophe Galtier, acusado por el exdirector deportivo del Niza de haberse quejado, cuando dirigía el equipo de la ciudad de la Costa Azul, por la presencia de demasiados jugadores negros y musulmanes en el equipo. Galtier lo desmintió y denunció al acusador, pero la sospecha le ha hecho daño. El racismo –o la sensibilidad a flor de piel sobre la materia– planeó también sobre la conflictiva relación que mantuvo Karim Benzema con el seleccionador Didier Deschamps. El delantero del Real Madrid acusó hace unos años a Deschamps de no convocarle por ceder ante la Francia racista. Las conductas racistas han propiciado, a veces, suspensiones de varios años para jugadores o árbitros –en categorías inferiores– y amenazas de perder un punto en la clasificación si los hechos se repetían. Incluso un internauta recibió una multa por insultar a Mbappé tras fallar un penalti con la selección. Francia se quejó por los comentarios racistas en las redes tras su derrota frente a Argentina en la final del Mundial de Qatar.

Italia: aumento de casos en el 'calcio'

En Italia los insultos e intimidaciones contra jugadores aumentaron la temporada pasada. En el 2019 la Federación Italiana de Fútbol cambió las normas para suspender temporalmente los partidos en el caso de cánticos racistas. Se preveía que, tras el primer incidente, los equipos deben parar el juego, mientras que tras el segundo deben ir directamente al vestuario. Pero las normas no han logrado frenar un fenómeno extendido. Por ejemplo, en las semifinales de la Copa Italia, el Juventus fue castigado con disputar su próximo partido de local en este campeonato con su estadio parcialmente cerrado debido a los cánticos racistas que algunos de sus aficionados dirigieron contra el delantero del Inter de Milán Romelu Lukaku. El belga fue amonestado con una segunda amarilla por provocar a los tifosi de la Juve tras marcar un penalti, tras lo cual aumentaron los insultos y 171 aficionados, que fueron identificados por la policía de Turín, fueron expulsados de los estadios y multados por la Justicia italiana. Lukaku es solo uno de los muchos jugadores negros que han sufrido vejaciones. En enero el Lazio jugó sin sus ultras tras los gritos racistas contra los jugadores del Lecce Samuel Umtiti y Lameck Banda. Y el Roma fue castigado con una multa de 80.000 euros por los gritos de hinchas que llamaban “gitano” al técnico serbio del Sampdoria, una multa suavizada después de que el entrenador José Mourinho interviniese para acallarlos.

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