El Barça va tan bien que el entrenador se carga al lateral derecho titularísimo por llegar tarde a una charla técnica y todos le encuentran la gracia. Es lo que tiene ser hoy en día Hansi Flick, ha transformado tanto y tan bien a su equipo que nos cae simpático incluso cuando invade nuestra mediterraneidad con métodos germánicos que no toleran una impuntualidad. Dentro de esta admiración aceptamos su elección de Szczesny por delante de Iñaki Peña (ya superada) e incluso la de Frenkie de Jong relegando a Casadó, y apenas decimos nada (si acaso, farfullamos) aunque lo pensemos porque el alemán fue precisamente quien elevó al mediocentro canterano, así que si lo sienta ahora estamos (casi) seguros de que él sabrá por qué. (Aviso: antes de una final del Barça, si es que a alguna llega porque a eso huele la temporada, a Flick habrá que decirle que si a Pedri o Lamine Yamal se les ocurre retrasarse en el rato anterior al partido decisivo, se haga el gaditano por unas horas y olvide lo de las sanciones de código interno).
Cualquiera cuestiona a Flick. Servidor no piensa hacerlo. El Barça vuelve ser líder de la Liga en febrero cuando hace un mes estaba a siete puntos del Real Madrid y con pocas perspectivas realistas de cazarle a corto plazo.
A Flick se le perdona todo, un mal partido e incluso que apueste por De Jong y no por Casadó... aunque duela
No fue un buen partido el que le disputó el Barça al Rayo. Se diría a botepronto que el equipo de Flick tiene ahí su punto débil. Los equipos aparentemente más modestos del campeonato, léase Leganés o Las Palmas, se le atragantan en Montjuïc. Sería muy injusto sin embargo agrupar al Rayo y su fenomenal propuesta futbolística con los clubs citados. La actuación de los madrileños, que no son sextos por casualidad, estuvo muy por encima de sus teóricas prestaciones. Merecieron más. Y allí donde las decisiones arbitrales perjudicaron al Barça (penaltis escatimados contra el Las Palmas), esta vez se tomaron a favor. No nos confundamos. Tanto el penalti a Iñigo Martínez como el gol anulado al Rayo eran punibles reglamento en mano, pero las mismas acciones en otros partidos pudieron serle obviadas al equipo azulgrana perfectamente. Así que, mientras en el Madrid prosiguen con su conflicto semántico entre el fuck you y el fuck off, en Barcelona, pasajeramente, están más cerca ahora mismo de un sonoro fuck yeah!
Eso entonó (es un decir) la grada de Montjuïc cuando el árbitro pitó el final del partido. Fueron 95 minutos de más sufrimiento que fútbol y se trataba de ganar para alcanzar la primera posición. Le cuesta al Barça animar a una grada demasiado fría en partidos ante adversarios poco glamurosos. Fueron numerosos los momentos en los que los aficionados, de manera mayoritaria, reclamaron el retorno de la grada de animación, castigada por la directiva de Joan Laporta. Incluso una pancarta con ese mensaje fue retirada con escaso espíritu democrático por empleados del club.
A falta de grada de animación, reclamada por el público, fue Pedri quien caldeó el estadio con su fútbol
El encendedor, ante la falta de señales coreográficas, fue Pedri con su talento, único futbolista el canario capaz ante el Rayo (junto a Balde e Iñigo Martínez), de sobresalir y lograr que los seguidores entraran en combustión. Se está haciendo muy larga la excursión a Montjuïc. ¿Se imaginan a este equipo, líder en la Liga, semifinalista en la Copa y con opciones en la Champions, de vuelta a un Spotify Camp Nou nuevo y repleto?
Fuck yeah!