Un ridículo sin precedentes

Caso Olmo

Salvo un cambio de guion inesperado (el fútbol español da para eso y más, pero esta vez cuesta de creer), Dani Olmo y Pau Víctor no podrán jugar la segunda mitad de la temporada con el FC Barcelona. LaLiga ha despejado dudas esta mañana, la primera del año 2025, al borrar de sus listados a ambos futbolistas, desinscribiéndolos y dejando claro que el movimiento desesperado del club azulgrana al pedir sendas licencias para sus dos damnificados a la Federación Española de Fútbol no ha enternecido lo más mínimo a Javier Tebas. El presidente de LaLiga, para más inri vicepresidente hoy de la Federación, salió escaldado de la mala experiencia de Barça Studios (Laporta prometió y no cumplió) y no ha considerado completa o suficientemente fiable la documentación aportada por el club, en este caso en relación a la venta avanzada de un porcentaje de los palcos VIP del futuro estadio Spotify Camp Nou.

El episodio causa bochorno. El FC Barcelona fichó a Dani Olmo el pasado verano por una cifra cercana a los 50 millones de euros y seis meses después puede perder al jugador y esa millonada por su propia incompetencia. La pelota está en el tejado de Olmo, estrella de la Eurocopa al que se le plantean dos salidas: quedarse seis meses sin jugar pero seguir en el Barça hasta el 2030 o aceptar cualquier oferta de los mejores clubs de Europa que igualarían o mejorarían su salario y le añadirían una prima de fichaje al poder salir libre. Un caramelo para cualquier jugador, pero un dilema para quien nos ocupa, por cuanto creció en la Masia y con su vuelta cumplía un sueño que la directiva se ha empeñado en frustrar. Veremos.

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La situación no tiene precedentes en el Barcelona y supone un golpe reputacional de consecuencias imprevisibles, tanto deportivas (¿cómo explicarle a Hansi Flick que pierde a uno de sus mejores futbolistas, además de a Pau Víctor, relevo circunstancial de Lewandowski?), como económicas, institucionales y también sociales. En cuanto a este último apartado, suponiendo que como es habitual nadie en la junta de Laporta asuma las consecuencias de sus actos y sus promesas incumplidas, es difícil anticipar la respuesta de unos socios hace tiempo sin voz y desubicados (en Montjuïc y sin saber cuándo volverán al Spotify Camp Nou), así como de una oposición hasta ahora temerosa a la hora de dar pasos contundentes.

La mayor chapuza de Laporta 

El episodio causa bochorno. El Barça fichó a Olmo como gran estrella el pasado verano y seis meses después puede perderlo

Laporta tendrá esta vez pocos argumentos para defender su chapuza. Olmo ya dejó de disputar dos partidos al inicio de la temporada por razones económicas, así que han sido cinco meses los transcurridos sin que nadie en unos despachos poblados de gente amiga con dudoso talento para las funciones asignadas haya sido capaz de encontrar una solución pausada y planificada. La cantinela de la persecución de los organismos con sede en Madrid no solo no cuela esta vez sino que retrotrae a las épocas en las que el victimismo servía de raído multiusos para tapar cada error propio, aquellas que, según Joan Laporta, ya fuera como 'elefant blau' o más tarde como autor de la pancarta “Ganas de volver a veros”, socavaban la grandeza de un club que debía actuar sin complejos para progresar. Hoy ese club vuelve a oler a la naftalina que tanto se odiaba, gobernado con una mezcla de opacidad e incompetencia que da como resultado una gestión bajo sospecha.

Las consecuencias deportivas 

¿Cómo explicarle a Hansi Flick que le arrebatan a uno de sus mejores futbolistas?

La contradicción acompaña cada movimiento y la solución, cuando llega, lo hace tarde y mal fruto de la improvisación. El caso Olmo responde a una aplicación metódico-caótica de esos nefastos parámetros. Para tratar de arreglarlo se pasó en 48 horas de pedir en vano la cautelar en dos instancias judiciales a plantearse un aval personal (Laporta y el tesorero Ferran Oliver son los ricos de la junta) por si fallaba la venta por adelantado de los palcos VIP de un estadio sin acabar. Todo a contrarreloj. Al final, con el sonido de las campanadas de fin de año a punto de sonar, llegó la negativa de LaLiga a través de un comunicado que leído reventaba en silencio y sin campanas triunfales el inicio de año barcelonista. Qué club.

La propuesta de Laporta en forma de nueva palanca no arribó a tiempo esta vez. Lo hará probablemente a lo largo de enero, pero salvo milagro no a tiempo para salvar a Olmo. ¿En qué consiste? La mecánica es la acostumbrada: nueva cantidad de dinero arrebatada al futuro y (regla número uno de los negocios: venda usted algo con prisa y cara de apuro y malvenderá) una oportunidad de negocio mal resuelta. Que los compradores sean de Dubái ya da igual, la bandera de la ética que tanto ondeó Laporta cuando Qatar entró en el club acepta hoy  cualquier divisa monetaria por logo moral.

El Barça del círculo virtuoso languidece. Laporta no ha hecho olvidar a Bartomeu pese a lo sencillo que resultaba. Los millones que sobran para pagar comisiones (a Darren Dein el nuevo año sí le ha sentado de maravilla) faltan para los ingresos correctores. Las fantasías son derrotadas por la verdad. Messi está en Miami, Barça Studios, la gallina de oro, fue vista por última vez corriendo por la Diagonal desplumada y sin pretendientes, y Dani Olmo pensando en dónde se ha metido.

De baloncesto, si eso, hablamos otro día.

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Dani Olmo firmando camisetas a aficionados el pasado 29 de diciembre 

Enric Fontcuberta / EFE
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