La marca Barça se consagra en San Mamés

Por la escuadra

La marca Barça se consagra en San Mamés

Cada final de la Copa de Europa cuenta una historia, y ésta de Bilbao contará especialmente en el recorrido histórico del Barça, que sufrió lo indecible para imponerse al Lyon, equipo que dominó a placer una competición que ha cambiado su liderazgo. Ganó ocho títulos, pero el último había sido propiedad del Barça. En San Mamés, cuyas raíces se hunde hasta el año 1913, emergió la última versión del Barça, un equipo extraordinario que ha creado una marca única, la más distintiva y apreciada en el universo del fútbol femenino.

Marcaron Aitana Bonmatí y Alexia Putellas, banderas de un modelo singular y rompedor. No había nada que se pareciera al Barça cuando comenzó su escalada, ni en Europa, ni en España. En un país que tardó demasiado en profesionalizar sus competiciones –la Liga F comenzó a disputarse en 2020–, ninguneadas por el Real Madrid durante 20 años, el Barça comprendió muy pronto el papel que le correspondía, primero en la fase aspiracional de las mujeres en el fútbol, territorio inhóspito durante más de un siglo, y después como gestor del modelo que tanto prestigio alcanzó en el ámbito masculino.

Miles de barcelonistas, mujeres de todas las edades, pero mayoritariamente adolescentes con el nombre de sus jugadoras predilectas en sus camisetas, tomaron las calles de Bilbao y llenaron San Mamés, que registró la mayor afluencia de espectadores en una final de la Champions League. No hubo otro color que el azulgrana. Algo excepcional, digno de analizarse y obtener las conclusiones adecuadas, ocurre cuando un equipo, sea cual sea, es capaz de movilizar a 45.000 hinchas y llenar un campo ajeno. Ese equipo, o el club al que representa, fue el Barça. En cierto modo, Bilbao será para el equipo femenino del Barça lo que Basilea significó en la célebre final de la Recopa en 1979.

Más de 50.000 personas llenaron San Mamés para presenciar la final europea entre Barça y Olympique de Lyon

Más de 50.000 personas llenaron San Mamés para presenciar la final europea entre Barça y Olympique de Lyon

David Ramos/Getty Images

La adhesión al club, al equipo, a la marca que han generado las futbolistas del Barça, necesita evaluarse fuera del propio club. Al Barça se le queda pequeña la Liga. Ha ganado 85 de los 88 partidos que ha disputado en el campeonato nacional. No encuentra adversarios y lo sufre en Europa. Se ha consignado en esta edición de la Champions League. Padeció un calvario con el Chelsea, representante de la Liga inglesa, la más cotizada del mundo, y atravesó por momentos angustiosos contra el Lyon, equipo bien preparado, firme, fuerte y rápido. Un rival, en fin, de los que jamás se encuentra en España.

Algo sustancial tiene que cambiar en el fútbol femenino en España, cuyo modelo de competición no tiene sentido. Es frustrante para el Barça por su hegemonía absoluta y la ausencia de rivales competitivos, pero también lo es para el resto de los equipos, condenados a capitular partido tras partido, temporada tras temporada. Equipos como el Lyon, el Chelsea o el Manchester City son equipos que miran al Barça de frente, le apuran y discuten su liderazgo. La Liga F española es el escenario donde el Barça se entrena, sin demasiada exigencia, para afrontar sus grandes desafíos europeos.

O cambia esta lamentable realidad o el Barça se abocará a un destino incierto. Mientras tanto, se mantiene como el gran referente del fútbol mundial. Aunque atravesó por momentos de crisis, mereció la victoria en un partido tenso, aguerrido, digno de la final europea, clausurado con los goles de Aitana Bonmatí, cuya sabiduría se acreditó por enésima vez, y Alexia Putellas, que ingresó en el minuto 90 y cerró el resultado con un remate inapelable, de gran futbolista. Pareció un guion escrito en el cielo.

Estalló de júbilo San Mamés, sembrado de camisetas azulgrana para la victoria. Nunca tanta gente se había movilizado fuera de Barcelona para empujar a su equipo. Nunca ningún otro club lo ha hecho, ni en España, ni en el resto de Europa. La marca Barça no tiene rival en el ámbito de la mujer y el fútbol. Al club le conviene cuidarla y no permitir que se erosione, que de esta lacra el Barça sabe mucho.

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