Gallina de Piel. Desde el primer segundo, el primer minuto o la primera hora del día 25 de mayo del 2024. Una fecha que pasará a la historia. Un día en el que 50.827 personas vibraron en Bilbao y se emocionaron en San Mamés, la Catedral del fútbol. Escenario imponente, importante e inolvidable para cualquiera que lo pise. Y, desde ayer, un estadio para el recuerdo de los 48.000 culés que empujaron a las suyas. Si había que apoyar a Irene Paredes cuando se dolía de una pierna, se le apoyaba. Si había que corear el nombre de la portera Cata Coll o de Ona Batlle cuando las cosas se ponían peliagudas y les dolía el tobillo o la mejilla, pues también. Por supuesto no les faltó la voz para sus dos grandes heroínas. Para Aitana primero y para su capitana Alexia después. Porque por algún motivo son las dos flamantes ganadoras del Balón de Oro. Sobre todo en el caso de Alexia. Su gol desató la locura en San Mamés demostrando que, para la afición barcelonista, hay Reina para rato.
50.827 personas vibraron ayer en la final con más asistencia de la historia de la Champions femenina
Solo una pequeña grada prácticamente imperceptible a primera vista con 4.000 aficionados del Olympique de Lyon rompió la hegemonía barcelonista. A pesar de estar a 800 kilómetros de Bilbao, el equipo francés tuvo que poner unas 1.900 entradas a la venta el último día. Lo aprovecharon bien aquellos culés que no habían llegado a tiempo para culminar el desplazamiento más masivo de la historia del club. Ayudando a firmar el récord de asistencia en una final de Champions femenina superando a los 50.212 espectadores que hubo en el Olympiastadion de Munich en 2012 en el triunfo (2-0) del ya no tan todopoderoso Lyon ante el FFC Frankfurt.A diferencia de lo que pasó en 2019 cuando el Barça alcanzó en Budapest su primera final, esta afición ya no solo las acompaña. También se reivindican, se enfadan con las árbitras y sufren dándole todo el sentido al “Movemos el mundo”, el lema que ayer invadió el gol norte de San Mamés pero también las marquesinas, los paneles e incluso el asfalto de Bilbao. Al mediodía en los puestos de venta de productos de la final ya se habían vendido las 2.000 bufandas de la edición especial. “Estamos alucinando”, confesaban los vendedores.
Los y las culés pudieron empezar a desahogarse en un escenario situado en el Parque de Doña Casilda Iturrizar, cerca de San Mamés. Con música, animación, orquestas y alma. Hasta aparecieron las veteranas del club, aquellas mujeres como Carme Nieto que se atrevieron a empezar a jugar a fútbol en los años 70 y que corearon emocionadas el “1899 neix el club que porto al cor”. Los culés también han aprendido a abuchear. Lo notó rápido el Lyon nada más comparecer en su autobús. Pero también demostraron otro valor importante. El del respeto cuando Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, les colgó a las francesas las medallas de subcampeonas. Después llegó el We are The Champions y Alexia levantando la tercera Copa de Europa. Y por supuesto no faltó el Cant del Barça con las jugadoras dando una vuelta de honor que terminaron siendo tres. El césped de San Mamés se llenó de niños. Destacó el hijo del técnico Jonatan Giráldez. El entrenador que saludó discretamente a Michele Kang, propietaria del Lyon y accionista del Washington Spirit estadounidense, su próximo destino. Hubo abrazos del presidente Laporta, ayer al fin orgulloso. Y Mapi León apareció con una bandera del Barça con todo el público coreando su nombre. Solo faltó Pedro Rocha, el presidente de la RFEF. Tampoco se le echó de menos.