Resultados

Loading...

Las críticas nunca son constructivas

Por la escuadra

Hay latiguillos que vienen de lejos. Ejemplo: esto no es libertad, es libertinaje. Son frases amplias, idóneas para todas las ocasiones, sea para renegar de una manifestación que corta la avenida por la que circulamos, sea para quejarse de que los adolescentes llegan a dormir a casa a las tantas. Dentro de ese espíritu cabe inscribir la frase del presidente Joan Laporta en el almuerzo navideño con los medios, celebrado ayer: “Las críticas constructivas las aceptamos y la asumimos, ya que nos ayudan a mejorar”.

La frase de Laporta es típica de todos los hombres con mando y, en consecuencia, poco amigos de recibir críticas. Todo presidente de un club, todo diputado por Teruel y toda ministra de Igualdad no quiere pepitos grillos. Quiere aplausos, halagos y palmadas. Distinguir entre críticas es blanquear lo esencial: lo que no gusta es recibirlas.

Como a todo presidente de club de fútbol, lo que no le gusta a Joan Laporta son las críticas (a secas)

Las críticas son críticas y punto. Sobran los adjetivos. Lo de destructivas o constructivas es un artificio creado por quienes mandan y se toman a mal algunas críticas, bien por certeras, porque impactan donde duele o porque proceden de alguien al que invitaríamos a un café con cianuro. De ahí que se inventase esta distinción de críticas “constructivas” y las otras. Yo encajo bien las críticas –vienen a decir– siempre y cuando sean piropos...

Dada la situación del club, en lo deportivo, lo financiero y lo social, el presidente Laporta puede darse por satisfecho por las críticas que recibe, síntoma del paulatino desencanto que suscita hoy el Barça, incluso entre quienes lo vivieron y lo sintieron durante décadas. El aficionado nunca llega al extremo del divorcio, pero sí a desistir de criticar algo que –a su juicio– ya no tiene vuelta de hoja.

El Barça de la segunda era Laporta no tiene remedio. Es lo que es: ni proyecto ni arqueología. Se trata de ir trampeando, sobre la marcha, entre amigos y amiguísimos, sin excesivo criterio. A la vista del panorama, Laporta y su junta directiva no deberían hacer muchos distingos sobre las críticas, muy pocas si miramos el pasado del FC Barcelona. No hace tanto, cada partido en casa hubiese sido una cruz para el palco o el banquillo, que se ahorran el trago gracias a una atmósfera de decadencia asumida por quienes podrían criticarla.

Todo sugiere que Xavi y su staff, Laporta y su círculo de amistades comerán los turrones, demostración inequívoca de que no hay críticas constructivas o destructivas. El Barça es un símbolo sentimental de Catalunya, y no es cuestión de flagelarse más de la cuenta. Todas las críticas, president, son asumibles. Y usted lo sabe. Forma parte de su encanto personal, de su forma de abrazar y darse la vida padre.

Etiquetas