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La carencia de jugadores y de físico deja expuesto al Barça

Buen guion, pocos actores

Las claves de una derrota que debe servir como lección para el futuro

Cuando Messi, bloqueado por Ramos y Marcelo en la imagen, no destaca en ataque, pocos lo hacen en su lugar en el Barcelona

SOPA Images via ZUMA / EP

Cincuenta y cinco minutos le duró el carburante al Barcelona, tiempo en el que mostró una versión convincente que no pudo mantener hasta el final a causa de evidentes carencias físicas, que inciden en el ámbito mental o viceversa, y de la falta de efectivos. El Madrid percibió la crisis y aceleró en el momento justo para cambiar el régimen del clásico y obtener un gol contra el que el Barça, desgastado, no reaccionó. El clásico es una radiografía fidedigna del estado actual de un equipo con grandes ideas pero falto de recursos para materializarlas, en un entorno inestable y muy cerca de la fase crítica de la temporada. El partido del Bernabeu deja al descubierto las virtudes a las que aferrarse y los defectos del equipo a falta de 12 jornadas de Liga y en plena lucha por los cuartos de la Champions.

La realidad

El pragmatismo no es una exclusiva de Ernesto Valverde. Quique Setién, cuyos dogmas parecían inamovibles, claudica ante la realidad: el Barça tiene que jugar bien, pero también está obligado a ganar. La persistencia de Arturo Vidal en el once en detrimento de atacantes como Ansu Fati o Braithwaite prueba la maleabilidad de los principios del entrenador. En su primer partido de Champions, en Nápoles, el equipo jugó a defender; con el balón, pero a contener. Con los mismos hombres –salvo Arthur y el recuperado Alba por Junior– se presentó en el Bernabeu, aunque con una actitud más proactiva. Tras la fase de tanteo, el Barça se apoderó del clásico con una buena y rápida circulación salpicada de bastantes incisiones y de oportunidades claras para Messi, Griezmann y Arthur. La falta de puntería –un apartado crucial a estas alturas– impidió que el recital en el primer acto tuviera un final en consonancia.

Lionel Messi durante el clásico

JUAN MEDINA / Reuters

El proceso

Desplegó el Barça un juego desinhibido y no exento de riesgos, el tipo de fútbol atractivo que resulta muy exigente para los jugadores. Además de talento, requiere esfuerzo, concentración, mentalidad desde el primer minuto hasta el último porque el riesgo, asumido, está siempre latente. Se constata que la plantilla, desde el punto de vista cuantitativo y de equilibrio, no es la óptima para desarrollar este ideal. En la primera bajada de tensión, con jugadores despistados en el lanzamiento de un córner (Liverpool), Ter Stegen tuvo que evitar con una intervención soberbia un gol de Isco. Llevando la iniciativa el Barça había sufrido más desgaste que un Madrid contemplativo hasta entonces, que se activó a partir de esta acción. Si en la primera parte el Barcelona extravió 3 balones en su campo, en la segunda fueron 9, una cifra incompatible con la idea de situar el esférico en el centro del universo azulgrana. El proyecto inicial, vistoso y efectivo, se desplomó ante la falta de recursos para mantenerlo. Una situación que puede reproducirse en cualquier partido, y a partir de ahora todo serán finales.

Un engranaje impreciso

Cuando decaen las fuerzas se pierde la precisión. Cuando una pieza del engranaje refinado que llegó a ser el Barça en el primer tiempo se agota, todo el sistema queda afectado. Jordi Alba, que reaparecía después de una lesión, se fundió físicamente, Arthur resoplaba de cansancio, Messi perdía un esprint con Marcelo... El buen rendimiento colectivo había encubierto las carencias individuales, pero cuando aparecieron las grietas cayeron las máscaras: la falta de química entre Messi y Griezmann, la incomodidad de Arturo Vidal en la banda derecha, el bajo perfil de De Jong situado en el costado izquierdo para impedir las proyecciones de Carvajal... En esta demarcación el neerlandés es un talento desaprovechado y persistir en ello no es la mejor manera de preparar el futuro de un jugador que debe asumir el timón del Barcelona.

Lionel Messi junto a Marcelo Vieira y Raphael Varane

David Ramos / Getty

Los dinamizadores

En sus pocos minutos Braithwaite ha demostrado que se puede contar con él, algo que Ansu Fati ya hizo hace tiempo. Son las únicas alternativas de Setién para conceder dinamismo al ataque del equipo. El técnico ha venido experimentando con Arturo Vidal, un centrocampista con alma de delantero que ha destacado más como revulsivo que en el papel de titular. De la misma manera, la fortuna que el Barcelona pagó por Griezmann no debe justificar su titularidad vitalicia cuando su rendimiento es tan irregular.