¿Por qué no hubo goles en el Barcelona - Real Madrid?

El análisis del clásico

El ajuste de presión blanca y la poca incidencia de Griezmann-Suárez, entre las claves

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Piqué (Barça) intenta taponar el remate de Benzema (Real Madrid)

JOSEP LAGO / AFP

El clásico no despejó dudas. Barcelona y Real Madrid salieron de él con la misma igualdad con la que llegaron. Un partido gris, con un Madrid mejor pero sin gol y un Barça lejos de ser un equipo dominante. Un partido que deja muchos aspectos tácticos para el análisis. Aquí la Lupa Táctica del clásico:

Rakitic - Sergi Roberto - De Jong, en paralelo

Con la baja de última hora de Busquets, Valverde quiso minimizar el impacto de Benzema entre líneas no apretando la salida de balón madridista y situando la línea Rakitic - Sergi Roberto - De Jong en paralelo. Eso provocó que el Barça dibujara dos bloques aún más marcados que nunca: uno de siete jugadores más Griezmann y otro con Messi - Luis Suárez descolgados arriba. El enclave empujó a Benzema a tener que acudir a la izquierda para recibir (diecinueve de sus treinta intervenciones hasta la entrada de Vidal fueron allí) pero, en cambio, propició más protagonismo para Kroos y Casemiro quienes, con 62 intervenciones cada uno hasta ese minuto, se adueñaron del juego. Una estrategia que benefició la defensa pero devaluó mucho el ataque entregándolo casi todo a las eventuales transiciones. Así se explica que el juego se situara un 32% en tercio azulgrana.

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Análisis del Barcelona - Real Madrid

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Ajuste de presión blanca (pase Lenglet - Jordi Alba)

Paradójicamente, el partido empezó con bastante fluidez para el Barça. Hasta el minuto 14 la posesión de los azulgrana fue del 64% y la fiabilidad de pase se elevó hasta el 91%. En este primer cuarto, no tuvo excesivos problemas para sortear la presión madridista. En gran medida porque con Valverde encima de De Jong y Bale - Benzema con los centrales, el pase de Lenglet a Alba encontraba la salida limpia. Justo hasta que el Madrid ajustó la manera de presionar lanzando a Valverde con Lenglet y avanzando la altura de Casemiro para que Bale pudiera quedarse con Jordi Alba. Fue a partir de este instante cuando las dificultades serias empezaron para los azulgrana y el Madrid empezó a ganar altura y peso en el encuentro.

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Uno más para atacar, uno más para tapar a Messi

El plan del Madrid se basó en buscar la superioridad en la medular para las dos fases del juego. Ese elemento extra permitió sumar pases para progresar hasta campo azulgrana y asentarse en tramos de partido. Una vez ahí, creó poco peligro pero si sacó muchos centros laterales. Con ello no sólo agobió al Barça sino que logró enlazar ataques ganando los rechaces con sus mediocampistas mejor posicionados. Pero cuando los blancos perdieron el balón, replegaron rápido y se compactaron siempre con nueve jugadores detrás de la línea media azulgrana. Es decir, taparon por densidad el enlace a Messi. El diez azulgrana únicamente registró 35 intervenciones hasta el minuto 55 y, cuando lo hizo, fue siempre con un futbolista del Madrid muy cerca teniendo que utilizar obligatoriamente el regate (seis en ese tramo).

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Poco de Griezmann y Luis Suárez

Ante tal contexto, el Barça echó en falta más de Griezmann y Suárez tanto en los descensos al medio como tirando desmarques de ruptura. Ninguno de los dos supieron aplicar los movimientos necesarios para ensanchar las líneas rivales y no superaron a su par. El uruguayo no desestabilizó la espalda de Varane y el francés no fue ese segundo ‘primera espada’ que debe aparecer cuando Messi es minimizado. 97 intervenciones entre los dos (45 Griezmann y 52 Luis Suárez) es demasiado poco bagaje. Poca cantidad y poca calidad de movimientos de ambos en el clásico.

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Arturo Vidal rompe y el Madrid no define

Los primeros minutos del segundo tiempo fueron los peores para el Barça (47% de posesión para los azulgranas por 53% de los madridistas) pero el Madrid puso en evidencia su principal problema a día de hoy: la falta de gol. En tal situación, Valverde jugó la carta de Arturo Vidal para agitar la coctelera. Eso rompió por completó el partido e invitó al Madrid a un directo intercambio de golpes. En el descontrol, el Barça pasó a encontrar un poco más a Messi (de 19 participaciones en campo rival pasó a 25) pero dimitió en la intención de dominar el encuentro. El Barça disparó seis veces pero también recibió cinco. De ahí hasta el final fue casi un juego de cartas. Dependiendo del acierto, el encuentro podía haber caído de cualquier lado aún y el dominio territorial rival.

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