Un Barça muy triste fue incapaz de meterle un gol al Slavia de Praga. Ni el abrigo del Camp Nou sirvió en esta ocasión para tapar las vergüenzas de un equipo que ha entrado claramente en una fase otoñal. La reacción tras el batacazo de Valencia no se produjo y el ambiente se está tensando en la grada, el banquillo y el vestuario. No hay un patrón claro de juego ni un entusiasmo particular. No se transmite vigor ni deseo. Pesan las piernas y el bloqueo mental es evidente. El empate provoca que el Barcelona tenga que seguir trabajándose la clasificación pero por encima de las matemáticas están las sensaciones.
Este conjunto no carbura. Es como aquel atleta de fondo que ya no mira hacia delante y que sólo hace que volverse para atrás a ver cuál es el siguiente corredor que va a avanzarle. Para más inri el Camp Nou se está cansando tras enormes dosis de paciencia. La depresión se extiende por los rincones del Estadi. El equipo necesita un electroshock y no se ve a nadie capaz de aplicarlo, ni siquiera un Messi que juega cada vez más solo y en solitario.
Portero checo
El Barcelona tuvo ocasiones pero se topó con las paradas de Kolar
Para intentar levantarse tras el esperpento del campo del Levante Valverde determinó que regresaran Jordi Alba, que cayó otra vez lesionado, Busquets y Dembélé, que pasó de no viajar a Valencia al once. Además, el entrenador cambió el sistema. Ausente Suárez ordenó un 4-2-3-1 con Messi en punta, Dembélé por la derecha, Vidal, de mediapunta y Griezmann por la izquierda. Ni siquiera faltando el delantero centro titular el francés dejó una banda en la que no se siente nada a gusto.
El entrenador del Slavia había prometido que su equipo sería igual de atrevido que en Praga. Sus jugadores cumplieron con su palabra porque adelantaron la línea defensiva casi hasta el centro del campo, lo que provocaba un panorama en el que los futbolistas de ambos equipos se agrupaban en muy poquitos metros.
Amago de crisis
El equipo azulgrana ha entrado en una fase otoñal y no se ve a nadie capaz de animarlo
El partido era como un acordeón. Se encogía pero en un solo instante se desplegaba de manera vertiginosa. Cada pase al espacio podía suponer una ocasión de gol para el Barcelona y en eso le insistía Valverde a sus jugadores, en especial con vehemencia a Piqué, que le contestaba. El futbolista que mejor interpretaba su función era Semedo, que tiraba desmarques. En uno de ellos Piqué le puso un balón de escuadra y cartabón pero el portero checo, Kolar, desvió el remate del portugués.
Pero el Barça no tenía continuidad ni, sobre todo, autoridad. Se jugaba a la que quería el Slavia, siempre cerca de quemarse pero que aplicaba al máximo su plan de partido. Además, cuando recuperaban el balón solían coger al Barcelona, un desastre sin pelota, descolocado. Los barcelonistas sufrían corriendo hacia atrás y el Slavia llegaba, tiraba centros, provocaba córners y daba sensación de peligro.
Tridente apagado
Dembélé estuvo desastroso, Messi se topó con el larguero y Griezmann volvió a ser un espectro
Como en un remate de Stanciu que golpeó en su compañero Masopust cuando iba dirigido a la escuadra. O en un gol anulado, con acierto, en medio de la pasividad defensiva del Barcelona y del runrún del Camp Nou, que empezaba a enojarse. No es que hubiera una gran entrada por culpa de la hora y la llegada del otoño real pero los espectadores torcían el morro, por ejemplo, ante las pérdidas constantes de un Dembélé impreciso hasta la médula, aunque de tanto en tanto filtraba algún buen pase.
A pesar de todas las carencias del Barça el conjunto de Valverde gozó de buenas oportunidades para avanzarse antes del entreacto. Messi, que cuando retrasó su posición entró más en juego, tuvo dos magníficas. La primera en una cabalgada desde su propio campo que terminó con un remate al larguero (no quiso pasarle el balón a un Griezmann que estaba solo) y la segunda con un tiro que desbarató el guardameta.
El propio Kolar también salvó al Slavia en un cabezazo de Piqué. No sería la última parada del guardameta. Porque el Barça logró durante unos minutos bajar las revoluciones del partido. Ese sosiego provisional le sirvió para que Sergi Roberto, que entró por Alba, se plantara ante Kolar pero no pudo superarlo. Para colmo el VAR refrendó un gol anulado a Arturo Vidal por fuera de juego, por milímetros, de Messi, que le había asistido.
De nuevo, destacado
Sólo De Jong aguantó por piernas el ritmo endiablado del Slavia de Praga
Era el momento de seguir moviendo el banquillo y Valverde recurrió a las cartas de Fati por un lamentable Dembélé y de Rakitic por un exprimido Busquets. Sólo De Jong, ahora pivote, tenía fuerzas e intensidad para dibujar un despliegue de campo a campo. Los demás iban transitando por el partido como podían y Griezmann tampoco aparecía ni pasando a jugar por la derecha. Y aún así también la tuvo Messi, que desvió un servicio magnífico de Fati, más preciso que Dembélé. Ahí estaba de nuevo Kolar para evitar el gol. Un gol que nunca llegó. La situación es cada vez más preocupante para el Barça.
Ficha técnica
Barcelona, 0 - Slavia de Praga, 0
Barcelona: Ter Stegen; Semedo, Piqué, Lenglet, Alba (Sergi Roberto, min.46); Busquets (Rakitic, min.68), De Jong, Arturo Vidal; Dembélé (Ansu Fati, min.64), Griezmann y Messi.
Slavia Praga: Kolár; Coufal, Kúdela, Fydrych, Boril; Soucek, Traoré (Tecl, min.57); Sevcik, Stanciu (Husbauer, min.63), Olayinka; y Masopust (Provod, min.82)
Árbitro: Michael Oliver (Inglaterra). Mostró cartulina amarilla a Piqué (min.14), Olayinka (min.21), Semedo (min.32), Busquets (min.43), Stanciu (min.48), Husbauer (min.82), Kúdela (min.86) y Kólar (min.90+).
Incidencias: partido correspondiente a la cuarta jornada del grupo F de la Liga de Campeones, disputado en el Camp Nou ante 67.023 espectadores, según datos facilitados por el Barça.