Un maravilloso signo de los tiempos

Historia con mayúsculas en el movimiento olímpico. Primera mujer. Primera africana. Y, de paso, la persona más joven de siempre en dirigir el COI. El signo de los tiempos se elevó como nunca en las elecciones de un organismo tradicionalmente repleto de naftalina, de señoros y de abolengo mal entendido. Pero la presidenta Coventry no solo merita por su condición de mujer, de africana o de joven. También, y eso es muy importante, se trata de una exnadadora que en sus vitrinas colgó siete medallas olímpicas, dos de ellas de oro. Una deportista de vocación que conoce los Juegos, que se sacrificó por ellos, que los disfrutó y donde triunfó. Una líder para el deporte internacional que viene de una de las especialidades, como es la natación, que más enjundia han tenido siempre en el olimpismo. Una campeona que ha ascendido rápido en el escalafón dirigencial.

Con esta elección se cierra un círculo que está en las antípodas de lo que declaró en su día el ilustre barón Pierre de Coubertin. “Las mujeres en los Juegos son poco interesantes, antiestéticas e ina­propiadas”, declaró el impulsor del olimpismo de la era moderna y primer presidente del COI.

De aquel alegato nefasto, fiel a su época, cabe decirlo, a unos Juegos paritarios. Los de París 2024 fueron los primeros en que el número de hombres y mujeres participantes fue el mismo: 5.250. Un hecho significativo, como lo fue que el maratón femenino se disputó el último día de la cita parisina, normalmente una fecha reservada para la prueba masculina.

Queda mucho camino por recorrer, también en el ámbito del deporte. Las mujeres en gran parte de las disciplinas no compiten con los mismos recursos, ni con las mismas facilidades ni con los mismos derechos que los hombres. Pero los pasos que se están dando son de gigante. Coventry ha conquistado otra cima. Y las que, afortunadamente, vendrán.

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