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Álvaro Martín: "Hora de disfrutar, no de protestar"

Atletismo | Mundiales de Budapest

Retrato del marchador extremeño, nuevo campeón del mundo de los 20 km, disciplina en peligro

Álvaro Martín, campeón del mundo de marcha contra las maldiciones apocalípticas

Álvaro Martín explota, eufórico, tras cruzar la meta en la Plaza de los Héroes, este sábado en Budapest 

Michael Steele / Getty

–No es el momento de reivindicar nada. Ahora es el momento de disfrutar de todo esto –dice Álvaro Martín (29).

Y sonríe, y casi no tiene voz, pues media hora antes se ha dejado la piel en las calles anchas, lisas y encharcadas que circundan la Plaza de los Héroes, en Budapest.

Desde hace un ratito, Álvaro Martín es el campeón del mundo de los 20 km marcha.

(Los marchadores españoles ya han recogido cuatro de los ocho oros del atletismo español en la historia de los Mundiales).

–Este es un oro para la marcha española, para mi familia y mi novia, que han venido a acompañarme en estos días y están conmigo en lo bueno y en lo malo, y aguantan mis ausencias y mis días de concentraciones en Sierra Nevada o en Font Romeu. Y también es un oro para mi entrenador, José Antonio Carrillo, que aquí está –añade.

Y ambos se funden en un abrazo, el técnico sonriente que jamás se quita la gorra y su pupilo que es campeón del mundo (Martín es el segundo campeón del mundo de Carrillo, tras el oro de Miguel Ángel López en Pekín 2015, en la misma distancia): ambos se abrazan y nos regalan una escena que no siempre vivimos, no siempre en el mundo del atletismo, pues este es un deporte individualista, proclive a las soledades y los egos, pocas veces generoso con el entorno, muchas veces circunspecto, de puertas adentro.

Son pocos, los atletas con carisma y discurso.

Álvaro Martín es uno de ellos.

Álvaro Martín es licenciado en Políticas y está a dos asignaturas de graduarse en Derecho, y en estos días en Budapest, cuando no se entrena ni dormita, estudia esas dos asignaturas, Derecho Penal y Derecho Procesal, y así se sacude los demonios que envuelven al atleta que vela armas.

Todo eso hace Álvaro Martín, y en ocasiones, si le ofrecen el micrófono, también se manifiesta.

Se lamenta del trato que reciben los marchadores, disciplina en peligro de extinción, pues ya han desaparecido los 50 km, Budapest acogerá los 35 km por última vez y ya veremos qué ocurre con los 20 km.

(Podemos interpretar su futuro si le echamos un vistazo a la carpa de prensa de la zona de la marcha: abundan los cronistas japoneses, italianos y españoles; ni rastro de estadounidenses, británicos, alemanes, jamaicanos o franceses).

–No es la hora de reivindicarse –repite Álvaro Martín.

El futuro

“Es hora de disfrutar, no de protestar”, dice el campeón de una prueba cuyo futuro parece incierto

En su discurso, es tan educado como contundente.

Se le intuye futuro en una carrera política o jurídica.

Aunque por ahora, es atleta.

Y como atleta, es el mejor.

Lo piensa desde hace tiempo (ha sido doble campeón europeo, en el 2018 y en el 2022), y apenas ha perdido nada en este 2023.

–En todo este año, mi peor puesto había sido un segundo lugar. Y batí el récord de España de los 35 km (intentará el doblete en esta distancia el próximo jueves), y logré mi mejor marca en los 20 km. Sabía que venía muy bien, aunque también tenía que demostrarme que los españoles no solo brillamos en los Europeos, sino que también podemos hacerlo en Mundiales o en Juegos Olímpicos. Necesitaba demostrárselo a esos italianos que tanto nos cuestionan.

De manera que se impone en el apocalipsis.

En el apocalipsis que envuelve a la disciplina, vamos a ver hacia dónde se dirige (tal vez María Pérez le dé otro achuchón este domingo, a partir de las 7.15h, en los 20 km femenino), y en el apocalipsis que se desplomaba sobre Budapest este sábado, pocas horas antes del inicio de la prueba.

Llovía como si no hubiera un mañana, qué bien nos iría en nuestro Mediterráneo, y, asustados, los organizadores habían decidido posponer la salida por un buen rato, dos horas, y los marchadores que calentaban habían regresado a la cámara de llamadas, y a esperar a que la tormenta amainara.

–Lo que me perjudica a mí perjudica a todos. Se trataba de estar tranquilo y esperar –confesaba Álvaro Martín, tan filosófico como resignado, ya perro viejo en estos escenarios.

El centro del éxito

Los marchadores españoles suman cuatro de los ocho oros en la historia de España en un Mundial

Le contempla una década peleando con los mejores.

Luego habían salido a marchar, y en el inicio aún lloviznaba, y el japonés Ikeda había decidido romperlo todo, no sabe marchar de otro modo, y Álvaro Martín le había dejado hacer, al japonés y al brasileño Bonfim y al turco Korkmaz, hasta el km 14, cuando al fin se había decidido a saltar a por ellos: en un santiamén se los había desayunado, con un parcial de 3m42s en un kilómetro, y desde allí hasta el final, ancha es Castilla.

Ya nadie iba a cazarle.

–Mi estrategia era la de dejar hacer, no ponerme nervioso y mantener la cabeza fría. Y cuando he visto que los japoneses tenían problemas, ya me he decidido a atacar y nunca mirar atrás.