Maradona se fue de este planeta pero el mito seguirá creciendo. El caótico funeral, la polémica por las circunstancias de su muerte o el reparto de la herencia harán que se siga hablando terrenalmente de Diego. Un ídolo roto que necesitaba a dos personas para caminar con dificultad, como se observa en el vídeo grabado por una vecina; hasta ahora, sus últimas imágenes en vida. Un mito violado por los operarios de la funeraria, que ayer pidieron perdón después de tomarse con el Pelusa muerto la foto que nunca pudieron tener cuando estaba vivo.
La historia reciente argentina está plagada de episodios con cadáveres robados o amputados y de momentos necrofílicos. La idea imaginaria del ataúd de Diego sacado en volandas de la Casa Rosada por los hinchas sobrevoló sobre los periodistas que el jueves cubríamos las exequias y de muchos argentinos que veían por televisión cómo la multitud superaba el alto vallado del palacio presidencial. Ese riesgo existió durante al menos dos horas, justo después de que la policía cortase la kilométrica cola para entrar en la capilla ardiente, provocando una batalla campal.
Presidente argentino
“Debimos haber previsto la presencia de barrabravas”, dice Alberto Fernández
Dentro de la Casa Rosada, con las puertas cerradas, la situación también se descontroló. El féretro tuvo que ser cambiado de sala por seguridad después de que los hinchas que aún estaban en el interior se desperdigaran por el edificio, acercándose a la oficina del presidente Alberto Fernández. La turba irrumpió en el Salón de los Bustos, donde hay esculturas de todos los mandatarios, y tiró al suelo la efigie del presidente Hipólito Yrigoyen, mientras en el contiguo Patio de las Palmeras barrabravas vociferaban.
El cadáver de Maradona es un imán. Cuando la situación fue controlada dentro del palacio, la prioridad era cómo sacar el cajón. Se descartó alargar el velatorio o hacer que la comitiva recorriera el centro de Buenos Aires, como se había anunciado. El coche fúnebre, fuertemente escoltado, salió por la puerta de atrás y, a medida que enfilaba hacia la autopista que lo llevaría a un cementerio privado a las afueras de la capital, la plaza de Mayo se descomprimía, mientras que la gente se metía en la vía rápida para despedirse fugazmente del ídolo.
A las afueras de buenos aires
Unos 200 policías custodian el cementerio donde está enterrado Maradona
Al llegar al camposanto los antidisturbios ya habían dispersado de la puerta a decenas de aficionados. Ayer, dos centenares de policías custodiaban el cementerio donde el crack fue sepultado a última hora del jueves junto a sus padres, con la presencia de dos docenas de familiares e íntimos.
Muchos argentinos se preguntan si no había otro lugar para homenajear a Diego que la Casa Rosada, en el centro de Buenos Aires, teniendo en cuenta la pandemia y los previsibles riesgos de seguridad. Además, inicialmente el Gobierno estimaba que un millón de personas pasaría por la capilla ardiente, que iba a estar abierta hasta hoy sábado. Un funeral en la Bombonera o en otro recinto más espacioso a cielo abierto hubiera resultado más seguro.
“Debimos haber previsto la presencia de barrabravas”, declaró ayer Fernández. El presidente no hizo mucha autocrítica y endosó la culpa de los graves disturbios a la policía autónoma de la capital –gobernada por la oposición– a pesar de que el operativo de seguridad de las exequias estaba coordinado por el Ministerio del Interior.
Lo previsible para todo el mundo menos para Fernández fue lo que sucedió: durante un día entero la plaza de Mayo se convirtió en el escenario imaginario de un partido de fútbol donde, además de una mayoría de aficionados pacíficos, se concentraron las violentas barrabravas de todos los clubs de Argentina. De hecho, la barra del Gimnasia y Esgrima de La Plata, el club que entrenaba Maradona, llegó a entrar en masa a la Casa Rosada.
Por otra parte, sigue enmarañándose la investigación para esclarecer si el futbolista estaba bien cuidado en la casa donde falleció el miércoles y donde seguía un protocolo postoperatorio, tras la neurocirugía, con guardia de enfermería permanente. Tras las primeras declaraciones judiciales de quienes asistían a Maradona, ya se detectan contradicciones y la enfermera que estaba de guardia cuando se constató el fallecimiento aseguró que fue obligada a señalar en un informe que había hecho un control al paciente, a pesar de que en realidad le dejó dormir en su habitación.
El culebrón Maradona no ha hecho más que empezar. Su hija Dalma publicó ayer un texto en Instagram donde promete a su padre defenderlo toda la vida, acompañado de una foto de ella de niña metiendo margaritas en sus medias. “¡La vida es un ratito así que nos vemos pronto! ¡Te llevo margaritas para decorar tus medias de jugador y por favor volveme a mirar con ese amor que se ve en la foto!”, escribió.