“El héroe del primer Everest catalán fue un sherpa, Narayan”
Entrevista a Miquel Sánchez
Entrevista a Miquel Sánchez, alpinista y guarda del refugio de Ventosa i Calvell, en Aigüestortes
Miquel Sánchez es un alpinista de la vieja escuela que ya hace 37 años eligió dejar la ciudad, su Barcelona natal, para instalarse en el refugio de Ventosa i Calvell, una magnífica atalaya del parque nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. El veterano guarda, de 64 años, es uno de los artífices del popular recorrido circular Carros de Foc, una iniciativa que se ha visto replicada en otras zonas de montaña. Atrás quedan sus incursiones en el Manaslu (1982) y en el Everest, en 1983 y 1985, esta última como integrante de una expedición que hizo historia, la primera catalana que pisó el techo del mundo.
Sánchez quiere aprovechar esta entrevista para rendir homenaje a uno de los integrantes del Everest-85 , Narayan Shrestha, el porteador de altura nepalí que, extenuado después de haber alcanzado la cima, sin pensárselo dos veces subió oxígeno para ayudar a sus compañeros en apuros. El guarda del Ventosa habla con pasión de este sherpa, que perdió la vida cuatro años después en el Everest atrapado por un alud.
Ahora campa a sus anchas por los Pirineos, donde ha abierto más de un centenar de vías de escalada, y por paredes de todo el mundo para saciar su otra pasión, los viajes.
Usted que, junto con sus compañeros de expedición, estuvo prácticamente solo en el Everest, ¿qué pensó cuando vio la foto de las colas del pasado mes de mayo?
Que, de alguna manera, se ridiculiza el Everest, lo convierten en una atracción. Yo que hace muchos años estuve allí veo cómo es ahora y no acabo de entender por qué va la gente. Bueno, sí lo entiendo, van por ego y para decir que han estado en el Everest. Es una perversión absoluta: cuerda fija desde abajo, mogollón de personas en el campo base y en los otros campamentos, traza abierta, basura, oxígeno…
De hecho, antes se daba un permiso por expedición y por temporada y eso suponía que iban sólo los alpinistas más comprometidos.
Las vías normales del Everest técnicamente no son difíciles, son fáciles si no hubiera el factor de la altura. Pero si le quitas esa dificultad tomando oxígeno y encima pones cuerdas fijas para ayudarte a subir, y encima hay tantísima gente que no te sientes solo… A veces, cuando estás en una montaña solo con tu compañero dentro de la tienda, en medio de una tormenta feroz, te impone respeto. Recuerdo una vez allá arriba, en el collado norte del Everest, a unos 7.000 metros, con Toni Sors [fallecido en un accidente en el Lhotse Shar en 1987]. Tuvimos que salir del saco y nos vestimos porque pensamos que el vendaval arrancaría la tienda. Sacar la cabeza fuera y no ver nada… acojona, pero si ves tiendas por todos lados el compromiso no es el mismo.
Esos dos años que fueron al Everest estaban solos.
En 1983, había una expedición pero no coincidimos con ellos ni en el campo base, ellos estaban en la llanura de Rongbuk, pero mas lejos. Quedábamos algunas veces para jugar a cartas. Nosotros íbamos por la ruta normal de la cara norte y ellos por el corredor Norton, más al norte.
Y mataban el tiempo jugando a cartas.
Me acuerdo que el líder era Romolo Nottaris y que Jean Troillet era uno de los integrantes de esa expedición. En la de 1985 acababa de llegar una expedición japonesa que esperaba a que nosotros marcháramos. Costaba muchísimo que te dieran un permiso, lo pedías y podían tardar siete años en aprobártelo.
Esa expedición, la del 1985, fue histórica. Toni Sors, Òscar Cadiach y Carles Vallès se erigían como los primeros catalanes que coronaban el Everest.
El otro día me encontré con Jordi Canals y Ton Ricart, que también estaban en esa expedición, y hablamos de detalles de los que ya ni me acordaba. El héroe de aquella expedición fue Narayan Shrestha, uno de los sherpas que llegó a la cumbre con Toni, Òscar y Carles.
Narayan Shrestha
“Para mí es un héroe. Subió una botella de oxígeno a Cadiach y Vallès, y ese oxígeno les dio la vida”
¿Qué hizo Narayan?
Narayan había llegado a la cima, estaban bajando y bivaquearon a unos 8.600 metros. Cadiach y Vallès amanecieron con problemas. Sorts y Narayan siguieron descendiendo y al cabo de un rato cogió una botella de oxígeno que habían dejado allí de un ataque a cumbre anterior y se la subió a Cadiach y Vallès. Que después del esfuerzo de cima y del bivac cargara con el oxígeno… Para mí es un héroe. Si no lo hubiera hecho nadie se lo hubiera reprochado y ese oxígeno les dio la vida, se recuperaron y bajaron. A mí me pareció impresionante porque a veces ni los mismos compañeros lo hacen porque van al límite.
Sí, es un acto de gran generosidad.
Me impresionó su nobleza. Lamentablemente, Narayan murió en la expedición catalana al Everest por la arista oeste de 1989. Un alud lo alcanzó en el interior de su tienda, en el campo III, a 7.300 metros.
Una de las grandes diferencias entre esa época y la actual es que ahora lo queremos todo rápido, ya, y eso se refleja en la montaña. Los hay que ya aclimatan en casa para llegar al Everest y besar el santo en tiempo récord, como ha hecho esta temporada Roxanne Vogel, que invirtió dos semanas en subir el Everest incluyendo el viaje de ida y vuelta a California.
Nosotros estábamos tres meses… Ahora ha otra persona, Nirmal Purja, que quiere hacer todos los ochomiles seguidos, no le quito el mérito pero ir en helicóptero de campo base a campo base, con oxígeno…
Sí, quiere subir los 14 ochomiles en siete meses, de momento ha coronado el Annapurna, el Dhaulagiri, el Kanchenjunga, el Everest, el Lhotse y el Makalu en sólo 31 días y ahora está en el Nanga Parbat. Espera ingresar más donaciones a través de una campaña de micromecenazgo para completar su proyecto. No es el único que recurre al crowdfunding para financiarse sus proyectos. Parece que toda excusa es buena para que tu aventura, sea o no relevante, te salga gratis.
Es que todo esta tan pervertido que no sabes por dónde cogerlo… Si vas a la montaña es porque te gusta mucho la actividad que practicas y porque es un espacio de libertad, sin normas, sin reglas, pero siempre con respeto. En el fondo todos somos culpables de las historias que vemos. Si no hubiera cuerdas fijas de abajo a arriba, ni oxígeno a partir de los 6.000 metros todo esto no pasaría. ¿Cuánta gente sube el Everest sin oxígeno?
Esta temporada sólo dos, según Billi Bierling, la nueva “notaria” del Himalaya, entrevistada también en esta sección. ¿Qué le parece?
¡Esto es brutal! A veces pienso que la culpa es de la prensa, ¿qué pasaría si no se hablara del Everest, si sólo se explicaran las actividades que son relevantes?
Que se formen colas a 8.700 metros y que mueran once personas, algunas de ellas por causas derivadas de su escasa preparación o adaptación a la altitud es noticia. ¿No le parece?
Sí.
¿Se abusa de la palabra récord?
Yo entiendo un récord si hablamos de velocidad, pero acumular cimas con oxígeno, helicópteros… En la montaña cada uno puede hacer lo que quiera pero me parece mediocre que se utilicen los ochomiles, que por las vías normales la mayoría no tienen ninguna dificultad, para hacerte famoso.
El Everest de Kilian Jornet
“Me parece admirable, deportivamente es un fuera de serie”
¿Y el doble ascenso de Kilian Jornet en el Everest?
Lo de Kilian me parece admirable, deportivamente es un fuera de serie, pero aportar no sé si aporta mucho al alpinismo. Como dice Reinhold Messner, la gente entiende fácilmente lo que Kilian hace, que es ir más rápido que nadie. En cambio, si explicas que alguien ha abierto una vía en una cara norte no se entiende a no ser que seas alpinista.
Es una manera de simplificar las cosas.
Sí, antes en la montaña se hacía montaña y ahora se hace deporte.
¿El montañismo no es deporte?
No. Yo siempre he dicho que no lo es. Vas a lugares donde duermes mal, comes mal, llevas mucho peso en la espalda y después acabas con artrosis… Esto no es deporte.
¿Qué es entonces el montañismo?
Es una actividad en la que teóricamente vas a buscar todo lo que no puedes encontrar aquí, en la ciudad. Soledad, pasar miedo, cansarte para llegar a la cima y encontrar la recompensa. En la vida todo lo que te cuesta te da satisfacción.
¿También se ven colas, por ejemplo, en Aigüestortes?
No, no, la gente piensa que Aigüestortes está masificado, quizás lo estén las partes bajas, pero las altas no. Aunque en verano todos los refugios se llenasen cada día no se generarían excursionistas suficientes para que se formasen colas. El territorio es muy grande, hay muchos collados, muchas cimas…
¿En un día de plena ocupación cuantas personas registran los nueve refugios?
Unas 500 en julio y agosto. En Aigüestortes, se hace más travesía que cumbres. Ahora hemos ampliado el Carros de Foc clásico con dos refugios más, el del Pla de la Font y el de Gerdar. Tantos refugios te ofrecen muchas posibilidades, sobre todo travesías que han traído a más gente a la montaña pero sin masificaciones.
Carros de Foc ha creado escuela, con los años han ido proliferando este tipo de recorridos.
Sí, fuimos los primeros, y ahora hay al menos una veintena. Fue un punto de inflexión porque ha traído a gente nueva a la montaña. La nuestra es la ruta natural, circular, que, de hecho, ya existía, lo que pasa es que el refugio de Estany Llonch no estaba arreglado, el de Colomina estaba cerrado, el Josep Maria Blanch era muy pequeño, el de Saboredo era libre, no estaba guardado...
¿Ha servido para poner al día los refugios?
Sí, poco a poco se han ido actualizando. Todos son mejorables, sobre todo las condiciones de habitabilidad de los guardas, que en algunos casos son infernales. Muchas veces la gente nos dice: “¡Pero qué carácter tenéis!” Y hay que ver las causas: en el Ernest Mallafré duermen encima de la cocina; en el Estany Llonch, en unos colchones en el suelo sin lavabo propio…Cuando empezamos con Carros de Foc una de las ideas era que los excursionistas pararan en refugios por los que no solían pasar.
La soledad del refugio
“Me gustaba sentirme aislado. Recuerdo que el día que me pusieron teléfono tuve un disgusto”
¿Cómo es ahora su vida en el Ventosa?
Me instalé hace 37 años y todo ha cambiado mucho. La zona en la que estamos no era parque nacional, no teníamos ni luz, ni emisora de radio, ni teléfono… y a mi esa precariedad me gustaba, me gustaba sentirme aislado. Recuerdo que el día que me pusieron teléfono tuve un disgusto.
¿Cómo se hacían las reservas?
La gente escribía cartas y las enviaba al apartado de correos que teníamos en Vielha y para la paga y señal hacían giros postales. Era un follón de narices, pero como venían pocos excursionistas se podía soportar. Después, a raíz de un accidente, nos pusieron emisora de radio, luego placas solares, y más tarde ya vino el teléfono. Antes transportábamos la carga a las espaldas, nos quedábamos en el refugio hasta que se acababa la comida y luego, vuelta a bajar.
¿Cuántos quilos a la espalda?
Yo había hecho mucho el burro, así tengo la espalda ahora, con artrosis. Las cargas mínimas eran de entre 30 y 35 kilos y con los compañeros hacíamos carreras para ver quién llevaba más peso, quién tardaba mas… Visto ahora es una tontería.
¿Cuántos días les duraba la comida?
Depende. Antes había días de julio y agosto que no pasaba nadie; luego las llegadas empezaron a aumentar.
¿Estaba solo?
No, siempre hemos estado al menos dos personas y, de junio a mediados de septiembre, somos siete. Hay muy buen ambiente y los trabajadores suelen repetir. Ahora llevo el Ventosa con Belén, mi mujer, y en verano nos turnamos cada semana. Cuando uno sube, el otro baja. Uno está abajo, en la Val d’Aran, preparando la carga de 800 kilos que transportamos en helicóptero, y el otro, arriba. El helicóptero se lleva los residuos para su reciclaje.
En invierno
“Es cuando recuperas el espíritu del refugio de los inicios; cenas con los huéspedes, charlas con ellos...”
¿Y en invierno?
Este año hemos abierto tres meses seguidos porque una vez has conectado el agua, has desenterrado las ventanas y las puertas y todo funciona ya nos quedamos. Cada vez pasa más gente en invierno y es la época en la que recuperas el espíritu del refugio de los inicios. Cenas con los huéspedes, charlas con ellos…En verano no tienes tiempo.
Treinta y siete años en un refugio dan para mucho. ¿Recuerda algún hecho especial?
Cada día pasan pequeñas cosas que te sorprenden, a veces es como una guerra y cada novedad tiene efectos colaterales en los que no habías pensado. Cuando pusimos una tostadora industrial de gas, los excursionistas, además de tostar el pan o fundir el queso, también querían secar allí los calcetines. Y una Semana Santa de mal tiempo, de tormenta y ventisca, empezó a llegar gente y más gente que no podía bajar… Acabamos siendo 160 personas para 69 camas. Así que pusimos colchones en el comedor y en el pasillo, y en el porche colocamos colchonetas.
Concierto a más de 2.000 metros
“Para celebrar mis primeros 25 años como guarda trajimos al cantante y guitarra de The Church Marti Wilson Pepper”
Cuentan que el refugio, a 2.220 metros, ha albergado conciertos antológicos...
Para celebrar mis primeros 25 años como guarda trajimos al cantante y guitarra de The Church Marti Wilson Pepper. ¡Fue un concierto memorable! Tocó junto con su novia, una cantante maorí, y un guitarrista madrileño, que fue el que lo contactó aprovechando que por esas fechas estaba en Inglaterra. Los tres subieron andando al Ventosa desde el embalse de Cavallers y luego se quedaron unos días en la Val d’Aran, incluso dieron un concierto gratuito en un pajar de Vilamós. Y el año pasado, al finalizar la ampliación del refugio, vino la Vella Dixieland.
¿Qué música le gusta escuchar?
Van Morrison, Neil Young, Miles Davis, John Coltrane...
¿Qué actividades hace cuando está en el refugio?
En invierno esquío todos los días, si no la jornada se hace muy larga, incluso salgo si hace mal tiempo, así veo cómo están las condiciones para explicárselo a los huéspedes. En verano, escalo, corro… Organizamos los turnos de manera que cada trabajador tenga cada día entre cuatro y seis horas para hacer excursiones largas, es la recompensa.
Una de sus facetas es la de guarda y otra la de escalador.
He abierto vías en lugares muy raros. En el Sinaí, Omán, Irán, Mauritania, Togo, Benin… Yo no entiendo la montaña sin el viaje y no entiendo el viaje sin la montaña.
Y recientemente, en Argelia.
Fui con Oriol Baró y Belén a Garet et Jenoun, una montaña muy grande de una roca buenísima, bastante aislada. Hay una vía muy famosa, extraordinaria, la del Esperó dels Catalans, que abrieron en los años 60 Josep Manuel Anglada y Jordi Pons.
¿Con qué actividad disfruta más actualmente?
Ahora mismo deseo escalar en esos sitios a los que siempre he querido ir pero no he podido. En diciembre me gustaría ir al Chad, a la zona del Tibesti, un lugar de lo más salvaje del que apenas hay información. Allí estuvo Doug Scott [alpinista británico que junto con Dougal Haston firmaron la primera ascensión por la cara suroeste del Everest] en los años 60, eso ya me motiva.