Laia Sanz, ‘Mademoiselle Dakar’
Las caras del Dakar | 5
La mejor motorista de todos los tiempos afronta su 9.º rally reivindicando a la mujer competidora
A Maria Àngels Pla-Giribert se le cayó el alma a los pies cuando vio a su hija del sofá a la cama, de la cama al sofá, pálida y sin ánimo. Derrotada por una doble infección, a sólo dos meses del Dakar. ¡Vencida Laia Sanz, la mujer guerrera de la tribu, la reina del desierto, Mademoiselle Dakar! “ Por un momento pensé: ‘Este año me ahorro sufrir, Laia no irá’, pero aquí la tienes...”. La mejor piloto de motos de todos los tiempos se ha levantado y no se perderá su 9.º Dakar. Para seguir agrandando su leyenda.
Será, sin embargo, una edición diferente, extraña, para Sanz: viaja a Perú prácticamente convaleciente de una compleja enfermedad –durante tres meses sufrió una doble infección vírica y bacteriana (una mononucleosis y la bacteria Coxiella burnetii, el agente causante de la fiebre Q)–, sin haber podido entrenarse más que un par de semanas y sin poder exigirse resultados, como en ella es habitual, tras haberse instalado en la élite de las dos ruedas con el equipo oficial KTM.
“El primer año hacía gracia, los últimos ya tocaba las narices; me he ganado el respeto por la regularidad”
“A primeros de diciembre no sabía si correría el Dakar, dudé de si podría ir. Así que estar en el podio de salida de Lima ya es un éxito”, se excusa la piloto, que no se atreve ni a fijarse el reto de acabar el 9.º Dakar consecutivo, todos los disputados. “No creo que haya ningún piloto de motos, entre todos los inscritos, que lo haya logrado”, recuerda la de Corbera de Llobregat, que mantiene una prudencia lógica. “Será un incógnita cómo me encontraré; mi resultado dependerá de cómo me vaya encontrando cada día. Este año no puedo ser tan ambiciosa, debo ser realista. Es la edición en la que llego menos en forma; me cuesta coger la fuerza física y me canso mucho más. Así que voy muy mentalizada para sufrir”, confiesa.
De hecho, el sufrimiento ya forma parte del libro de ruta para competir en el Dakar. Lo sabe Sanz desde el primer rally que disputó, en el 2011, tutelada por Jordi Arcarons. “No corras mucho”, le aconsejó el histórico dakariano. “No corras mucho”, le repetía su madre por teléfono. Y así, sin excederse con el gas, gestionando bien la carrera, asumiendo los riesgos, navegando con cuidado como sus ídolos, como Marc Coma, o aquel Carlos Mas de la Yamaha roja que veía por la tele, haciéndose resiliente, ha ido agigantándose como piloto, construyendo la imagen de la dama de hierro del desierto, Mademoiselle Dakar, la versión femenina del mítico Monsieur Dakar Peterhansel.
Ella es consciente de su evolución. Sabe que, a pesar de los 13 títulos mundiales de trial o los 5 de enduro, la figura de mujer competidora de referencia en el motor la debe al Dakar, donde en 8 años se ha convertido en una de las grandes. “El primer año a todo el mundo le hacía gracia; ‘a ver si acaba, que va bien en moto de trial’, decían. El segundo año, igual. En el tercero ya hice alguna etapa buena (un 12.º puesto), pero rompí la moto. En el cuarto fui 16.ª de la general, y en el quinto, 9.ª (el mejor resultado de una mujer en motos) y ya tocaba más las narices”, dice Laia, que nota que se ha ganado el respeto del otro género. “Todo el mundo ha visto que he sido muy regular, que mis resultados han sido muy trabajados, que siempre acabé el rally, algo que todos valoran mucho. Así que me he ganado el respeto de los rivales porque saben lo duro que es el Dakar. Quizás lo valoran más que los de otras disciplinas”, reflexiona.
No es nuevo para ella hacerse valer entre hombres. Es lo que ha hecho desde niña, desde que empezó a competir con 6 años en el Campeonato de Catalunya de trial y quedaba última, superada por los niños. O en cadete, coincidiendo con Toni Bou, a quién ganó tres veces. O más adelante en el Mundial júnior. “Para mí es más normal correr contra chicos que contra chicas porque de pequeña el trial femenino no existía y siempre competía contra ellos, siempre me entrenaba con chicos y los compañeros de equipo eran chicos...”. Sabe de qué pie cojean. Y por eso le duele que aún hoy sea objeto de machismo en el Dakar. “Comentarios, bromas, de todo un poco... Que estemos en la época que estamos y todavía hagan según qué comentarios, no haría falta”, lamenta. “Hay gente que no ha ido al Dakar, de otras disciplinas, y dicen: ‘Eso del Dakar no puede ser muy duro si ella lo hace tan bien’. ¡Pues que vengan a probarlo...!”.
No es la única discriminación que denuncia Laia, que no duda en explicitar cuándo es víctima de desigualdad de género. “Por suerte, ahora estoy en un buen sitio (en el KTM Factory Team), donde tengo las mismas opciones que el resto de los compañeros. Pero aún hay diferencias: el premio del ganador de motos es de 50.000 euros, y de 3.000 para la primera mujer...”.
Aunque también la rebela la discriminación positiva mal entendida. El de este año es el Dakar con más mujeres, 17 inscritas. Seguramente Sanz tiene mucho que ver. “Creo que he ayudado a abrir camino. Si podemos ayudar a cambiar la mentalidad de mucha gente, adelante. En el motorsport está cambiando la presencia de las mujeres: cada vez hay más, y más competitivas. Pero me da rabia que haya chicas que hacen carreras sólo por el hecho de ser chicas, porque es mediático o por un interés publicitario. Hace falta que tengan talento. Eso nos duele a todas, sobre todo a las que nos lo trabajamos y nos ha costado tanto”, reivindica.