Sedúceme otra vez, Humphrey
cine/tipos: el seductor
Bogart dio vida como nadie al hombre que enamora sin ser guapo en ‘El halcón maltés’
Sam Spade, detective privado creado por Dashiell Hammett que en la piel de Humphrey Bogart se convierte en azote de la policía e irresistible seductor para toda mujer que le rodee. Seduce con la palabra, el carisma, la mirada y, especialmente, con la seguridad que transmite en todo lo que hace. Frío y malhumorado, sabe ser tierno y amable para conseguir sus propósitos. Independiente, no se casa con nadie. Se mueve como pez en el agua entre la corrupción y las mujeres fatales propias del cine negro.
Conozco poco a las mujeres”
No se fía de nadie ni se enamora. Diligente, locuaz y cínico. Soltero, trasnochador, fumador y empedernido bebedor de whisky. Seduce sin ser guapo, tan sólo atractivo. Cara afilada, pelo atrás, frente prominente, nariz recta y mirada desafiante. Compensa su baja estatura con presencia y elegancia. Traje negro impecable, sombrero Borsalino de ala inclinada. Mano izquierda en el bolsillo. Cigarro en la derecha. Enciende las cerillas de un chasquido y apura las colillas con clase.
Sí, nena, voy a hacer que te detengan. Te estaré esperando y, si te ahorcan, te recordaré siempre”
Seduce porque va a al grano. Besa a las mujeres, dejándolas con la palabra en la boca. Tirano seductor que a todas enloquece. En ‘El Halcón Maltés’ está liado con las tres mujeres que aparecen. La secretaria, a la que llama “nena”; la mujer de su difunto socio, que le denuncia por celos de las otras, y con la clienta que le engaña para dar con el preciado Halcón Maltés.
Desafiante con los matones del hampa, a los que ridiculiza llamándolos “pistoleros de pacotilla”. Su arma es la palabra. Su fin más preciado, la libertad. Spade es capaz de recibir a la policía en la cama y de entregar a la mujer que supuestamente ama sin ningún tipo de escrúpulos. Tipo duro antes que nada, cuyo secreto es su independencia. El dinero es un medio, no un fin, para poder sobrevivir en la corrupta jungla de asfalto.
Todo el mundo tiene algo que ocultar”
Sam Spade inspiró al posterior Philip Marlowe de El sueño eterno que sirvió para que Bogart siguiera consagrando su arquetipo del duro seductor. Para la historia quedan Cayo Largo o La Reina de África, ambas rodadas por John Huston, y obviamente, Casablanca.
Al igual que Woody Allen en Sueños de un seductor, podemos revivir a Bogart cuando nos sintamos abandonados por las mujeres. “No hay nada que no pueda arreglar un whisky con soda”, diría el seductor.
Hoy en día, Borsalino sigue comercializando su sombrero Bogart.