Laura (Adriana Torrebejano) es una progre feminista convencida de que todo lo que venga de la izquierda es lo bueno. Pablo (Juanlu González) es de derechas, siempre ataviado con su fachaleco , no tiene duda de que solo las políticas conservadoras pueden salvar al país. Laura y Pablo coinciden en el arranque de una de las campañas más crispadas que se han visto y, pese a ser tan distintos, no pueden evitar gustarse.
Pero la política es lo primero. Laura y Pablo tienen puestos destacados en las listas de sus respectivos partidos y no hay tiempo para el amor. Arantxa Echevarría dirige Políticamente incorrectos , una comedia romántica, para “echarse unas risas a costa de los políticos”, en la que Gonzalo de Castro encarna al torpe jefe del partido de izquierdas y Elena Irureta se convierte en la lideresa del de derechas. Una lideresa clavadita a Esperanza Aguirre.
Elena Irueta está clavadita a Esperanza Aguirre “con la misma sonrisa sin labios”
“Hablé con Elena en su día y le dije que me imaginaba a su personaje como a Celia Villalobos o Esperanza Aguirre, una mujer con mucho poderío. Ella se fue a maquillaje y vestuario y salió convertida en Aguirre. Con la misma sonrisa sin labios. Fue increíble”, relata Echevarría en una entrevista con La Vanguardia.
La realizadora está convencida de que la expresidenta madrileña “no se molestará, porque tiene mucho sentido del humor y además el personaje es muy tierno y habla de consenso”. Echevarría cree que el resto del espectro político tampoco se enfadará con esta comedia, que llega hoy a las pantallas españolas, porque “hemos repartido chistes exactamente por igual para izquierda y derecha”.
Y es que Políticamente incorrectos pone el acento en “el bajo nivel político que tenemos en este país, donde cuando pones el telediario ves al de la derecha decir una cosa completamente contraria de la que había dicho hace dos semanas y al de la izquierda defender algo que había jurado que era imposible o viceversa. Los políticos se creen que no tenemos memoria. Son tan divertidos”.
“Durante el rodaje nos reíamos tanto que a veces estropeábamos las tomas”, añade Echevarría, quien espera que “el público también disfrute la película porque es divertida y además abre la puerta a la esperanza de que algún día haya consenso”.