Bernardo Atxaga: “Hoy se mira el campo como si fuera Marte”
La última novela de un gran escritor
El ganador del último Premio Nacional de las Letras comenta su libro ‘Casas y tumbas’, con el que cierra su reconocida trayectoria como novelista
La vida en el campo, la lucha contra la opresión, la cercanía de la muerte y, por encima de todo, la amistad son algunas de las cuestiones que Bernardo Atxaga, ganador del Premio Nacional de las Letras 2019, aborda en su múltiple y animada narración Casas y tumbas (Alfaguara). Es su última novela, asegura. Tal vez por ello el relato es en parte un recorrido por algunos episodios clave de su vida, desde los setenta hasta tiempos recientes; en concreto, y por este orden, en 1972, 1970, 1985, 2012 y 2017, los años en los que sitúa las vivencias de unos personajes a los que no cuesta comprender a pesar de su complejidad.
¿Hasta qué punto el libro es un ajuste de cuentas con su existencia, como apunta en el epílogo?
La novela es una exposición de lo que siento que ha sido mi vida; de cómo me he enfrentado o no a los problemas; de cómo he sentido siempre la cercanía de la muerte, con o sin motivo. Hay episodios relativos a la política, la policía, los sabotajes, las torturas, la amistad como forma suprema de relación… Me veo a mí mismo en una tienda de telas en la que muestro retales de los diferentes tejidos que han vestido mi vida. No hay una línea de la que no responda. Sólo he evitado cargar las tintas sobre problemas ajenos. Porque no me parece bien convertir el sufrimiento de otros en mi franquicia narrativa. Decía Goethe que un poeta, al final de su vida, debe ser luminoso.
Voy a escribir de las cosas que me avergüenzan, es lo más difícil”
El primer relato exalta la amistad como una energía capaz de curar a una persona, en este caso un niño. ¿Lo cree así?
Sí. Y también pienso que la mejor forma de vivir es vivir con amigos. Incluso los matrimonios que van bien son una forma de amistad. Hablamos del círculo máximo del afecto, con la sola salvedad del amor por los hijos, que es una categoría distinta. ¡Ay del que cae sin amigos!
Gran parte del libro transcurre en el campo, ámbito que se diría que hemos descubierto de pronto: la España vacía y demás. ¿Cómo cree que estamos tratando ese tema?
Bueno, antes de responderle quiero precisar que por delante del campo yo sitúo otros dos espacios. Uno es el de ciertos lugares cercados: el colegio, el cuartel y el hospital. En los tres ocurre que estás sin querer estar, que no tienes la llave y que las relaciones en ellos son muy densas. El otro espacio son las mentes; en este caso las laberínticas mentes de los protagonistas. Y luego sí, está el medio rural. Un campo vacío, no en el sentido de la España vacía sino en el de un territorio donde la relativa soledad de los personajes ante la naturaleza permite darles un mayor relieve. Todo lo que sienten, su estado de ánimo en cada momento, puede expresarse a través de la naturaleza: la noche, la luz, el silencio... En cuanto a lo que me pregunta, creo que el campo se ve hoy como un planeta tan lejano como Marte. Se ve por el telescopio, bien con la mirada dura y clasista de los que llaman “paletos” a sus habitantes, bien con la mirada blanda y condescendiente de quienes los definen como “gente noble”. Da igual. En ambos casos se anula un espacio, una sociedad. Ah, y cuando se dice “España vacía” debería decirse despoblada; no es lo mismo.
El modo de vida de Estados Unidos no es lo ideal, sino más bien una fábrica de infelicidad”
Ahora impera lo urbano y lo rápido...
Sí. Las ciudades son más atractivas. Pero, como el otro día decía una psiquiatra en un congreso, en el mundo urbano cada vez más gente tiene un discurso de corta y pega; muchos jóvenes son incapaces de explicar lo que les pasa aunque se pasen un buen rato hablando. Y asistimos a la destrucción de las comunidades de amigos. Con todo, pienso que en el sur de Europa todavía persiste un fuerte sentido comunitario. El peligro está en la subordinación al estilo de vida americano, que no es el modo de vida ideal sino más bien una fábrica de infelicidad. Así me pareció cuando viví allí.
En el libro habla de Franco. ¿Cree que aún está presente en España?
El fascismo está vivo aquí, igual que en Francia o en Italia. El escritor Beppe Fenoglio decía que hay dos clases de persona: los fascistas y los partisanos. Tenía razón. El fascismo siempre ha estado ahí. Puede disimular y cambiar de nombre, pero es fascismo. A mí me extrañaba que los de Ciudadanos se llamaran liberales. Porque hablaban como la extrema derecha. Pues mírales ahora: no andaba yo tan desencaminado.
Los políticos de hoy son a la política lo que los hooligans al fútbol”
¿Y, más en general, cómo ve a los dirigentes que tenemos?
Como acabo de decir en otra entrevista, los políticos de hoy son a la política lo que los hooligans al fútbol.
Cuando ganó el Premio Nacional de las Letras me dijo que ésta sería su última novela; que quería hacer otras cosas. ¿Qué piensa hacer?
Creo que Casas y tumbas es un buen final, dentro de este género, de la misma manera que Obabakoak fue un buen comienzo. O sea, que la tapa y la contratapa están bien. Ahora me gustaría entrar en terrenos nuevos, probar con otras formas. En concreto, para contar lo que nunca conté; para escribir de aquello que en su momento me costó asumir, sólo que de manera objetivada; localizándolo en otro lugar y puede que en tercera persona, ya veré. Como decía el gran autor que fue Rousseau en Las confesiones, cuánto más fácil confesar lo que hemos hecho mal, las maldades, que aquello que nos avergüenza o que es ridículo en nuestras vidas. Yo recuerdo lo doloroso que fue romper con mi primera novia. Me sentí fatal. ¡Cuánta culpa! En fin, no sé... Tal vez combine lo que un día lamenté y me marcó de algún modo con otras cosas más anecdóticas y divertidas.
Para mí lo esencial es la verdad. Y la película de Almodóvar no me la creo. Hay algo que no me cuadra”
Dice Pedro Almodóvar sobre su obra autobiográfica, Dolor y Gloria, que la ficción puede completar la realidad y servirnos para contar lo que pudo o debió ocurrir.
No sé. Con la ficción puedes utilizar a un personaje para, por ejemplo, resumir las actitudes de varios. Pero eso otro... En todo caso, lo esencial para mí, y sobre todo en una narración en la que hablas de ti, es la verdad. Pero no la verdad en el sentido de presentar todos los hechos precisos, sino en el de no silenciar o tergiversar algo esencial.
¿Es todo? Lo digo porque nada más citarle la película de Almodóvar ha torcido un poco el gesto.
Es que… A ver, su película tiene belleza, ¿eh?. Pero no me la creo; hay algo que no cuadra.
¿Qué es lo que no se cree?
Mejor dejémoslo ahí. Y no olvide poner que, aunque no me la crea, me parece que tiene belleza.