Veinte años del reino de Candaya

Aniversario editorial

La editorial nació para publicar obras de autores latinoamericanos por los que en España nadie se interesaba

Fiesta de editorial Candaya

Olga Martínez, editora de Candaya (centro), y amigos en la fiesta de la editorial en el Poble Sec 

A. Iturbe

Dos jóvenes profesores de literatura, Olga Martínez y Paco Robles, paseaban por Canet de Mar conversando ensimismados sobre libros y vieron una casa de pescadores abandonada. Me cuenta Olga Martínez que “fue el sueño de dos jóvenes de poco más de treinta años”. Fue pasando el tiempo, se metieron también en la hipoteca de un piso y nunca reunían dinero suficiente para arreglar esa casa que requería obras complejas. Otro asunto percutía también en su cabeza soñadora: conseguir poner en circulación en nuestro país esos libros de autores latinoamericanos que les encantaban y que aquí nadie publicaba. Con el ladrillazo, en el 2003, les hicieron una oferta económica para comprarles la casita de pescadores y aceptaron. Tras saldar las hipotecas, con los 6.000 euros que quedaron, fundaron la editorial.

“Cuando nos preguntaban cómo empezó todo, Paco siempre recordaba un verso de la inmensa poeta venezolana María Auxiliadora Álvarez: ‘El derrumbe nos ha dado una nueva montaña’. ‘A nosotros, el derrumbe nos dio Candaya’, decía”.

Arrancó Candaya con el nombre de un reino fabuloso que se empeña en alcanzar Don Quijote con los ojos vendados a lomos de un caballo de madera, con la publicación de Contra la vida quieta del paraguayo Elvio Romero. Explica su editora que “Candaya nació por una doble fascinación: por un poeta paraguayo, Elvio Romero, y un novelista de los Andes venezolanos, Ednodio Quintero. Y también por la indignación al comprobar que, tras 473 años de relación colonial, nunca un poeta paraguayo había sido publicado en España. Era el año 2000 y todavía resonaba en nuestros oídos la infame y hueca retórica de los fastos de las celebraciones de los quinientos años del descubrimiento de América”.

FOTO: MANE ESPINOSA. PACO ROBLES Y OLGA MARTINEZ DE LA EDITORIAL CANDALLA QUE CUMPLE 10 ANOS.

Olga Martínez y Paco Robles en el 2014 cuando su editorial cumplió diez años 

Mané Espinosa / Archivo

Los primeros años sacaban ratos por las tardes y los fines de semana a su trabajo de profesores. En estos años han publicado más de cien autores de una docena de países. En no pocas promociones de los libros, ellos mismos llevaban a los autores en su coche con Paco Robles al volante mientras Olga le iba leyendo en voz alta. Paco falleció en enero del 2023, pero ella no se rinde. Organizó hace unos días una celebración por todo lo alto de los veinte años de Candaya en sus territorios del barrio barcelonés de Poble Sec. Recitales de poesía, recomendaciones literarias, degustación de platos de las geografías de Candaya, firmas de libros, coloquios y hasta un partido de fútbol entre editores y escritores contra una selección de lectores y amigos. Hubo momentos para la rememoración de lo vivido, con muchísima añoranza por la pérdida de Paco Robles y mirada al presente con la intervención de autores como David Aliaga, Mariana Orantes o Eduardo Ruiz Sosa. 


Arrancó Candaya con el nombre de un reino fabuloso que se empeña en alcanzar Don Quijote y con la publicación de una obra del paraguayo Elvio Romero

Olga me cuenta algunos de los próximos títulos de este otoño: “Flotar pude, una decena de cuentos de hipnótica pulsión poética de la escritora ecuatoriana Gabriela Ponce. Amor, del escritor argentino Juan José Becerra: una mirada desde el futuro al siglo XXI, para entender qué era y cómo se vivía el amor, esa emoción primordial que ya ha desaparecido. Minimos ca, del escritor peruano Gonzalo Faverón, una obra maestra que explora a los seres que difícilmente encajan en la normalidad”.

La invito a imaginarse a Paco Robles en esta celebración de los veinte años con otra camiseta como la suya con el lema de la editorial: haciendo del margen un lugar… “Me lo imagino sonriendo, apuntando al cielo y diciendo de nuevo un verbo que le gustaba mucho, tal vez porque encriptaba su generosidad y su entusiasmo contagioso: ‘Insisto’. Hay que insistir y pelear por los sueños. Han sido veinte años tambaleantes, pero ha valido la pena. Como dice premonitoriamente el título de nuestro primer libro, un verso de Alberti: ‘Contra la vida quieta, ¡siempre!’ ”.

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