Anita Ekberg, Quasimodo y la paradoja

CULTURA/S

La actriz Anita Ekberg y el poeta Salvatore Quasimodo protagonizaron uno de los encuentros más singulares de la Italia del boom de los años sesenta. El poeta hermético frente a la estrella opulenta

Quasimodo y Anita Ekberg

Quasimodo y Ekberg en una de las imágenes de Paolo Di Paolo que recogen su insólito encuentro

“¿Qué significa retórica?”, le pregunta Anita Ekberg en su italiano elemental a Salvatore Quasimodo. “La primavera es retórica”, le ha comentado el poeta a propósito de una tarde calurosa de primavera que señala su encuentro en la casa de Roma de la estrella sueca. El poeta se ha desplazado desde Milán para entrevistar a la estrella para un reportaje que le ha encargado la revista Tempo . Han pasado dos años desde el estreno de La dolce vita , pero la imagen de la que fue miss Suecia 1950 bañándose en la Fontana di Trevi y tres palabras, “ Marcello, ¡come here!”, permanecen guardadas en el armario de los sueños y deseos de muchos italianos, entre ellos el propio poeta Salvatore Quasimodo.

Más de sesenta años después, la reedición del libro Salvatore Quasimodo. Anita Ekberg. Dialogo e fotografie (Ghibli) recupera la historia de aquel encuentro entre dos mundos distantes, casi opuestos; una entrevista que apunta a un diálogo de sordos –con la figura del intérprete como mediador– que sin embargo acaba finalizando en una confesión íntima entre una mujer que rehúye el cliché de sex symbol y un poeta premio Nobel seducido por el mito nórdico.

El poeta fue a entrevistar a la estrella que había protagonizado 'La dolce vita' por un encargo de la revista 'Tempo'

Lejos de Hollywood, la actriz sueca ha adoptado la Ciudad Eterna como su nuevo hogar mientras su carrera discurre en producciones europeas y géneros diversos. A las órdenes de nuevo de Fellini ha vuelto a proyectar sobre la pantalla, ahora bañada de desmesura y humor, esa imagen de valquiria o diosa del sexo en la película Boccaccio 70 , una producción formada por diferentes historias bajo la dirección de la primera división de directores italianos: Luchino Visconti, Vittorio De Sica y el propio Federico Fellini, que vuelve a contar con su opulenta musa como fémina tentadora y lujuriosa.

Por su parte, Salvatore Quasimodo, reciente premio Nobel para las letras y la poesía italiana, es una figura cortejada por los medios de comunicación a la espera de sus comentarios y reflexiones periodísticas, ya se trate de polemizar sobre los emigrantes italianos en Suiza, del satélite de telecomunicaciones Telstar o la reciente crisis de misiles entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Su adhesión –aunque temporal– al Partido Comunista Italiano lo enmarca en el grupo de intelectuales de sinistra que señalan la posguerra cultural italiana –bajo la atenta mirada censora de la Democracia Cristiana– junto con nombres como el escritor Alberto Moravia, el editor Giulio Einaudi o el pintor Renato Guttuso.

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Marcello Mastroianni y Anita Ekberg en 'La dolce vita', 1960 .

GTRES

Después de algunas dudas y temores, la actriz ha decidido dar su visto bueno a la entrevista con el poeta Salvatore Quasimodo. La cámara del fotógrafo Paolo Di Paolo se encarga de recoger gráficamente el encuentro. Di Paolo será también el autor gráfico de otros encuentros imposibles que reúnen a la actriz Gina Lollobrigida y el pintor metafísico Giorgio De Chirico o una Claudia Cardinale lanzada a la fama gracias a la película La chica con la maleta junto con el ­escritor Alberto Moravia. Otros encuentros previstos no se llegarán a materializar, como el de la escritora y filósofa Simone de Beauvoir y la sex symbol Brigitte Bardot.

El escritor se presenta en la casa de la actriz con un austero traje gris propio de un empleado de banca mientras la diva lo recibe enfundada en unas mallas negras que siluetean sus largas piernas y un jersey negro que cubre parte de sus admiradas medidas físicas. Su larga melena platino completa la icónica imagen de la actriz que la película La dolce vita ha proyectado en medio mundo entre el aplauso y el escándalo. Después de un largo preámbulo de reconocimiento mutuo entre los dos con la ayuda de unas dosis de alcohol –vodka para Ekberg, whisky para Quasimodo–, el personaje interpretado por la actriz en La dolce vita protagoniza las primeras preguntas.

La actriz se rebela contra el cliché mediático de diva glamurosa creado con el personaje de la película dirigida por Fellini

Ekberg se defiende contra ese cliché que se ha fabricado sobre ella, la diva glamurosa que quema su belleza en las voluptuosas noches romanas a ritmo de chachachá. Ekberg se rebela contra esa imagen mediática respondiendo que su vida no tiene nada ver que con el personaje creado por Fellini. Quasimodo, en medio de líricas y filosóficas reflexiones sobre la mitología y la belleza que desconciertan a la actriz, continúa con su indagación sobre la representación de la actriz en la pantalla. “¿Qué impresión le produce que en las salas de cine de todo el mundo los hombres la vean como imagen del sexo?”. “Ninguna”, contesta Ekberg. “Soy actriz porque ­este es mi trabajo, todo lo demás es ­publicidad”.

Uno de los momentos más embarazosos del encuentro se produce cuando le pregunta por los hombres que ha habido en su vida. Ante la mirada de perplejidad de la actriz, que no se espera la pregunta, el poeta se disculpa. “Solo quería saber cuántos amores de verdad ha tenido en su vida”. “Tres, solo tres”, responde Ekberg. “Número perfecto, en amor, uno y tres, son números perfectos, dos es banal y cinco, demasiados”, comenta Quasimodo.

“Escribo poesía en un torrente de rabia”, dice el poeta; “Creía que la poesía era cuestión de amor”, replica la actriz

El poeta manifiesta su idea del amor y la mujer. “Cuando la mujer es sensual no puede amar a diferentes hombres contemporáneamente”. Casi a punto de acabar la entrevista, la actriz le pregunta: “Y tú ¿qué sientes cuando escribes poesía?”. “Escribo poesía en un torrente de rabia”, responde el poeta. “Creía que la poesía era cuestión de amor”. “El amor es otra cosa –contesta Quasimodo–. La poesía que viene del amor es toda banalidad”.

Salvatore Quasimodo muere en 1968 a causa de un ictus mientras participaba en un premio literario en la turística costa amalfitana. Anita Ekberg le sobrevivirá todavía casi cincuenta años, hasta que falleció en el 2015. Quasimodo volvería a escribir sobre aquel encuentro entre dos universos aparentemente remotos que coincidieron en una calurosa tarde de primavera romana y sobre una mujer, Anita Ekberg, símbolo de “ese momento solar de ilusión de la posguerra italiana”. La actriz en sus últimos años de vida, recluida en una residencia cerca de Roma, recordaría con cariño aquel encuentro imposible, como testimonia el escritor Alessandro Moscé en su novela, mezcla de ficción y biografía sobre la estrella,

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Portada del libro 'Salvatore Quasimodo. Anita Ekberg. Dialogo e fotografie'  

Ghibli

En una ocasión, Salvatore Quasimodo a propósito de una encuesta sobre tipología femenina había declarado: “Las mujeres nórdicas son asexuadas”. “¿Y Anita Ekberg?”, le pregunta el periodista. “Ella es la paradoja”.

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