Los fans de El Señor de los Anillos, así como los propios artistas, están de celebración. Y es que hace ya dos décadas que la Comunidad del Anillo, con Frodo y Sam a la cabeza, emprendía su camino a Mordor con el objetivo de destruir el poderoso anillo. Han pasado 20 años desde la llegada de la primera película, El señor de los anillos: la comunidad del anillo, al cine. Un filme que los expertos consideran que aportó mucho a las posteriores cintas de fantasía, así como a la manera de adaptar grandes obras de la literatura a la pantalla grande.
Basado en el primer tomo de las novelas de J. R. R.Tolkien, cuenta la historia del Señor Oscuro, Sauron que está buscando el Anillo Único, el cual ha acabado en poder del hobbit Frodo Bolson (Elijah Wood).
Fue a principios de los 2000 cuando Peter Jackson empezó una de las sagas más épicas del cine
El destino de la Tierra Media está en juego mientras Frodo y siete compañeros que forman la Comunidad del Anillo -Legolas (Orlando Bloom), Aragorn (Viggo Mortensen), Gimli (John Rhys-Davies), Boromir (Sean Bean), Sam (Sean Astin), Merry (Dominic Monaghan) y Pippin (Billy Boyd)- comienzan un largo y peligroso viaje hacia el Monte del Destino, en la tierra de Mordor, que es el único lugar en el que el anillo puede ser destruido.
Fue a principios de los 2000 cuando el director y guionista Peter Jackson se puso al frente de uno de los proyectos más ambiciosos de su carrera, dirigiendo las tres partes de una de las sagas épicas más espectaculares de todos los tiempos. Fanático absoluto de la saga de Tolkien, quería que todo en la película pareciese real, por lo que, en vez de rodar y recrear la Tierra Media en un estudio, decidió irse a filmar a Nueva Zelanda, su país natal. Por ello, un año antes del inicio del rodaje, en un campo se plantaron 5.000 metros cúbicos de plantas en el pueblo Matamata para, posteriormente recrear el mundo de los hobbits que está cargado de vegetación.
Igualmente el diseño de vestuario y la caracterización de los hobbits y elfos tenían que ser perfectos. Para ello se usaron en torno a 1.600 pares de orejas y 1.800 pies de látex que se preparaban día a día en un horno especial funcionando 24 horas al día, siete días a la semana. Era imposible quitar los pies al final del rodaje sin dañarlos, por lo que cada par sólo podía ser utilizado una vez.
Sin embargo, Jackson no era el único seguidor de la saga de Tolkien, el actor Christopher Lee (Saruman, el Blanco) y el único del reparto que llegó a conocer en persona al escritor, confesó en los créditos finales de la versión extendida de la cinta, que se leía una vez al año todos los libros. Por eso, cuando se enteró de la noticia de que se iba a hacer una película tenía muy claro que quería formar parte de ella.
Lee hizo las audiciones para el papel de Gandalf, pero, en su lugar, Jackson le ofrecería el papel de Saruman. Como el actor quería estar en la película bajo cualquier condición aceptó y, posteriormente, reconoció que la elección de Ian McKellen para el papel de Gandalf fue la correcta.