Ver a unas 2.000 personas bailando techno sobre hielo, en el exterior, de noche, a cuatro grados bajo cero, no es una experiencia usual. Mientras el público agita sus bufandas y mueve las orejeras, los djs marcan el ritmo protegidos del frío en una especie de modernos iglús de llamativos colores. Las instalaciones artísticas salpican el recinto. Son las diez de la noche y esto es el Frozen People, festival de música electrónica cuya última edición se celebró hace nueve días en Oulu, una localidad finlandesa de 215.000 habitantes que ha sido elegida –junto a la eslovaca Trenčín– capital europea de la cultura para el año 2026.
Famosa por sus empresas de tecnología móvil –son pioneros en el uso del 6G– seguramente este lugar en la frontera con Laponia se trate además de la capital cultural más resbaladiza de la historia. Aunque el programa completo se hará público en septiembre, según explica en su despacho la directora general del evento, Piia Rantala-Korhonen, “implica a un total de 39 municipios y tiene el cambio climático como eje. Aquí la cultura es inseparable de la naturaleza”. Por ello, se han establecido una serie de rutas a lo largo de 200 km, donde el arte se integra en el paisaje, en un todo comisariado por la británica Alice Sharpe, quien además ha pedido a los artistas que sugieran soluciones para el deterioro medioambiental, que ningún finlandés con ojos se atreve a negar.
Los seguidores de las películas del cineasta finlandés más internacional, Aki Kaurismaki, ya lo sabrán (vean, si no, Fallen leaves, premio del jurado de Cannes) pero muchos visitantes se sorprenden al descubrir, en el hilo musical de los restaurantes y sobre todo en los locales nocturnos, la existencia de un género musical a primera vista chocante pero más vivo que nunca: el tango finlandés, que los emigrantes argentinos introdujeron en el país en 1910 y que los locales adoptaron como propio a partir de los años 30, componiendo nuevas letras y músicas. “Una vez entrevisté a Kaurismaki –recuerda una periodista– pero no pude publicar nada: estaba tan borracho que no se entendía una palabra”. Un redactor italiano cuenta una anécdota semejante del gran escritor Arto Paasilinna, fallecido en el 2018.
El ambiente de Frozen People es a la vez gélido y volcánico. “El baile exterior suele acabar sobre la medianoche –nos ilustra el concejal de Cultura, Sami Ylisaari– pero la fiesta se prolonga hasta las 4 h de la madrugada en un hangar enfrente del ayuntamiento”. A los platos, entre decenas de colegas, destaca DJ Hulluella, de la etnia sami, por su colorido atavío y la peculiar mezcla de las músicas indígena y electrónica.

Una danza de fuego, previa al Polar Bear Pitching
Si uno oye, por ejemplo, que “Lilja (o Risto o...) llegó muy cabreada y lo destrozó todo” hay que tener en cuenta que no todos los nombres que aparecen en las conversaciones son de personas, pues aquí se bautiza a las tormentas con el santo del día en que se desatan, y se habla de ellas como si fueran viejos conocidos.
Heikki Myllylahti, director ejecutivo de Oulu Urban Culture, la organizadora del festival, apunta que tiene “a Barcelona y el Sónar como grandes referentes, ojalá pueda venir un día un músico de su ciudad”.
La música electrónica –con el festival Frozen People– y el diseño definen a una ciudad que mira a Barcelona
Finlandia cuenta –junto con Noruega, Suecia y Rusia– con habitantes de la etnia sami, la única población indígena reconocida como tal en la Unión Europea. Oulu se ha marcado como uno de sus grandes objetivos visibilizar esta cultura –protagonista de novelas como Robo de la sueca Ann-Helén Laestadius, thriller en el que alguien asesina al reno de una niña– y lo va a hacer a lo grande: además de una muestra sobre su arte, música y tradiciones, anuncia el estreno, el 16 de enero, de Ovlá, la primera ópera en su lengua, en el imponente teatro de la ciudad.
“El trauma que sufren muchos niños cuando, a los 6 años, son enviados a la escuela, que se desarrolla en una lengua que no comprenden, es el eje del argumento”, cuenta la autora del libreto, la dramaturga Siri Broch Johansen, quien revela: “Es lo que me sucedió a mí misma, fui una niña que creció con vergüenza de su identidad”. La música la ha compuesto Cecilia Damström y la dirección escénica correrá a cargo de Heta Haanperä.
A pocos metros, una larga cola de gente espera pacientemente para ver el espectáculo de teatro, danza y circo inmersivo Faravid’s Land (“me dan miedo los lobos, pero ya veremos”, comenta Anneli, de 8 años, junto a su madre). “Antes de la guerra de Ucrania, acudían muchos rusos, por la espectacularidad de las sensaciones –revela el concejal Ylisaari– aunque no entendieran el idioma”. La obra recrea un pasado mítico y semi-ficticio de Oulu.
Junto al cambio climático, Finlandia –siempre en tensión con Rusia– quiere romper una lanza por la paz. ¿Podría una máquina conseguir la paz mundial? Ylisaari pone énfasis en Layers in The Peace Machine, la obra de arte inmersivo de Eicho Collective que estará todo el 2026 en funcionamiento y que utiliza inteligencia artificial. Basada en la novela La máquina de la paz, de Timo Honkela (1962-2020), es una instalación que “refleja la paz como un proceso dinámico, que cambia y evoluciona con la interacción de los participantes”. El público es invitado a reflexionar sobre su propia relación con lo pacífico. Los recuerdos, imágenes y emociones que le surjan afectarán a la propia instalación y a los otros participantes.

Imagen promocional de 'Ovlá', la primera ópera en lengua sami de la historia
“¿Quién tiene estas tijeras en su casa?”, pregunta más tarde, en el centro Proto, la diseñadora Päivi Tahkokallio, blandiendo un ejemplar de las famosas Fiskars (las conocen, son esas con el mango ergonómico de color naranja, la empresa que las fabrica factura más de 1.200 millones de euros). “Son las mejores tijeras del mundo”, proclama con orgullo. Junto a la música electrónica, Oulu y Finlandia presumen, a la barcelonesa, de ser un centro mundial del diseño de objetos cotidianos, “cada vez más basado en la integración con la naturaleza”.
Las grandes exposiciones van a llegar en el 2026 a Oulu procedentes de instituciones externas que se han puesto a trabajar conjuntamente con ellos, desde el estonio Fotografiska Tallinn al Kiama, el museo nacional de arte contemporáneo de Helsinki.
¿Puede una máquina con IA conseguir la paz? Una instalación de Eicho Collective lo intentará...
Una robusta oferta turística, que va más allá de la visita al pueblo de Papá Noel e incluye paseos en trineos tirados por renos, cruceros en barcos rompehielos, y tradiciones tan arraigadas como el Polar Bear Pitching, un bizarro concurso –televisado en directo– en que los participantes deben pronunciar un discurso de unos cinco minutos en bañador sumergidos hasta el pecho en agua polar, completarán la oferta del visitante cultural que, el año que viene, decida acercarse a Oulu.
Naturaleza. Paz. Democracia. De algún modo, Europa ha decidido conservar sus valores en el frío. Y Oulu parece el lugar indicado.