La Central abrirá en los próximos meses una nueva librería, La Central de Consell de Cent –en el número 314 de esta calle, donde anteriormente había una sucursal bancaria–, en un entorno muy poblado con negocios del sector, pero con la esperanza de que el riesgo se convierta en oportunidad. Antonio Ramírez, fundador junto a Marta Ramoneda de la primera Central, en la calle Mallorca, hace ya 29 años, recuerda que, de hecho, Charing Cross Road en Londres o el barrio Latino de París ya solían concentrar a los aficionados a los libros sin que fuera ningún problema. “Al fin y al cabo, los libreros hoy tenemos un único competidor, que es Amazon, y queremos demostrar que está bien encontrarse con otras personas para comprar libros, que la interacción humana es positiva y hay que recuperar espacios gratificantes para poder perderse y pasear entre libros, porque es una experiencia que requiere un contexto, y un tiempo sin prisa”, sostiene.
El nuevo espacio ocupará 350 metros cuadrados repartidos en dos plantas, una planta baja de 250 m² dedicados principalmente a ficción literaria y un sótano de unos 100 m² que tienen la intención de especializar en el lector joven: “No literatura juvenil, sino lectores ya mayores de edad que sienten curiosidad más allá de las etiquetas, pero con unos gustos que no tienen que ser los mismos que los de los adolescentes”, asegura Ramírez, consciente de que habrá que ir perfilando esta oferta con el paso del tiempo. Ramírez calcula que albergará unos 30.000 títulos, porque “tampoco hay que tenerlo todo, si alguien busca un libro concreto, por ejemplo sobre historia, le irá mejor ir a la librería de la calle Mallorca, que está a solo 750 metros”.
Desde hace unos meses, el grupo italiano Feltrinelli –con más de un centenar de librerías en Italia, además del grupo editorial homónimo, que desde hace unos años incluye también a la española Anagrama– tiene más del 90% del accionariado de La Central, un proceso que inició en el 2011 con la compra de un 16,74%, y quería crecer en España con tranquilidad, porque el sector del libro está viviendo un buen momento, asegura Ramírez. Tras el doloroso cierre de la gran librería Central madrileña, que ocupaba el palacio isabelino de la calle Postigo de San Martín 8, por problemas con la propiedad, y pasada la inauguración, justo enfrente, de su sustituta de tamaño reducido –pasaron de 1.200 m² a apenas 185–, Ramírez buscaba otro local para abrir en Madrid –donde también tienen la librería del Museo Reina Sofía–, algo que todavía no descarta, pero “la especulación es mucho peor que en Barcelona, está muy difícil”, y tras ver en Barcelona, en Consell de Cent 314, un local vacío, se interesó por él.
“Los propietarios son una empresa familiar que estaba recibiendo ofertas sobre todo para comercios de 24 h como el que tenemos enfrente, y no tenían prisa, así que preferían esperar hasta que surgiera algo que les pareciera interesante, y nos hemos entendido muy bien”, explica Ramírez. No desvela el monto del alquiler ni tampoco el de las reformas que están por llegar, pero asegura que es “razonable” y que cuentan con un presupuesto para obras “importante pero austero”, también gracias a que gran parte de la reforma ya la había hecho la propiedad.
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A pie de calle, la planta baja cuenta con una amplia entrada de luz
Precisamente porque a priori no había que hacer grandes cambios en el local, Ramírez “soñaba inaugurarlo por Sant Jordi, ya me imaginaba las firmas”, pero la realidad se ha impuesto: por una parte está la presentación del proyecto y los trámites administrativos de permisos, pero también se han encontrado con la carencia de personal disponible para sacar adelante las obras rápidamente. Entre los cambios en que piensa Ramírez está abrir un punto de luz natural desde la claraboya de la planta baja al sótano, así como la posibilidad de habilitar un altillo y una zona de cafetería.
La librería tendrá 8 o 9 trabajadores y se realizarán actividades como presentaciones o clubes de lectura, aunque no habrá espacio para cursos como sí sucede en sus homólogas de Mallorca y el Raval. “Tienen que ser complementarias, pero cada una con su propia personalidad”.
El nuevo establecimiento estará en una calle céntrica y privilegiada para los peatones, junto a paseo de Gràcia, a pocos metros del instituto Jaume Balmes, y se integrará en una zona repleta de librerías: en pocas manzanas hay dos establecimientos de la Casa del Llibre, dos de Finestres, uno de Ona Llibres, Laie, Documenta, Jaimes, Al·lots, Alibri, La Impossible y Altaïr... ¿Paseo de Gràcia? Un paseo de libros.
Una nueva Finestres, ahora en Palamós
Seis años después del cierre de la histórica librería La Gavina, Palamós había quedado casi huérfano de librerías –solo quedaba, y queda todavía, Can Romero, donde se venden libros, productos de papelería o mochilas escolares–, pero después de unas obras de acondicionamiento que han durado unos meses, Finestres inauguró la semana pasada su nuevo espacio en esta localidad del Baix Empordà.
Con una estructura que no permite muchas florituras –apenas son 60 m² repartidos en dos plantas– la librería tiene un fondo ecléctico, pero también una sección específica de libros sobre la Costa Brava. Finestres ya disponía en el municipio de la Residencia Finestres , en cala Sanià.
No se puede decir, sin embargo, que la comarca estuviera desasistida de librerías, ya que además de Calonge, que con el proyecto Poble de Llibres ha ido abriendo establecimientos –empezaron siete, aunque con el tiempo algunas han cerrado y se han abierto otras–, hay que contar la NoLlegiu de Palafrugell, El Cucut de Torroella de Montgrí y la excepción de La Bisbal, donde se cuentan hasta tres –La Siglantana, Puput y L’Esborrany–, y donde además cada año se celebra desde el 2018 la feria Indilletres.