Robert Brufau habrá pasado siete años al frente de L'Auditori de Barcelona cuando, en agosto del 2025 se convierta en el nuevo director de programación de la icónica Konserthuset de Estocolmo y de su Orquesta Real Filarmónica, una institución centenaria con gran prestigio en el marco europeo del sinfonismo. Habrá pasado 18 años vinculado a la casa, pues cuando se incorporó al cargo de director de L'Auditori, en el año 2019, llevaba ya más de una década, primero como productor y después como responsable de la programación. En las próximas semanas se abrirá el concurso para elegir a la persona que ha de sustituirle.
El salto que da ahora a una de las instituciones musical más emblemáticas de Europa es, asegura, un síntoma de que “en Barcelona hemos estado haciendo las cosas bien”. “Tengo el corazón encogido, la situación es agridulce, pero también es ilusionante comenzar una nueva etapa”, afirma a La Vanguardia. “Ha sido muy rápido, pero es una oportunidad que tiene todo el sentido aprovechar, se trata de una institución histórica que admiro en muchos sentidos y hace mucho que la sigo de cerca, pues tanto L'Auditori como ellos son parte de la asociación ECHO de salas europeas. Para mí es un repto que me apetece asumir”.
La muy mediática Konserthuset sueca, la que alberga cada año la celebración de los premios Nobel, quería que Brufau se incorporara de forma inmediata, pues pierde a su director de programación, que les deja por la Gulbenkian de Lisboa. Sin embargo, han aceptado que el responsable de L'Auditori pueda garantizar una transición ordenada en la sala barcelonesa, y que permanezca en su puesto para poder presentar la siguiente temporada, en mayo de 2025.
Brufau cambia una institución relativamente joven -L'Auditori acaba de cumplir 25 años de existencia- por otra cuya sala celebrará en la temporada 2025-26 su centenario. Y coincidirá que la orquesta para la que fue creada cumplirá su 125.º aniversario. “Es de las pocas instituciones musicales europeas que, al igual que L'Auditori y la OBC, tiene en tanto que auditorio una orquesta, o más bien su orquesta tiene un auditorio”, apunta Brufau. Tampoco hay tantas más en el marco de ECHO, descontando la Gulbenkian, Luxemburgo y la Philhamronie de París, que recientemente ha integrado a la Orquesta de París.
“Son proyectos asimilables, si bien el de Estocolmo está más centrado en la orquesta. Aunque tiene igualmente su línea educativa, de música de cámara o de jazz, no cuenta con una museo y una Banda como L'Auditori. En este sentido, no maneja tanto presupuesto, pero trabaja desde hace muchos años con los más grandes artistas. Yo les tengo gran admiración y, por lo que se ve, era mutua. Es un orgullo poder ver que la proyección de L'Auditori va más allá del ámbito nacional, es un reconocimiento al trabajo que llevamos haciendo estos años. El equipo en Barcelona tiene que estar muy contento”, añade
Fue la pasada primavera cuando la OBC viajó a la Elb Philharmonie de Hamburgo y a la Konserthuset de Estocolmo, en una gira nórdica. Y ahora emprenderán gira por Francia (Aix-en-provence, Lyón) y en verano actuará en el Concertgebouw de Amsterdam. “Además nos han vuelto a invitar de la Elb Philharmonie, y aprovecharemos para girar por Stuttgart y Düsseldorf”. La giras seguirán, así como las grabaciones.
¿Cómo se ha tomado Ludovic Morlot el anuncio de la marcha de Brufau, que es quien apostó por él y le nombró titular de la OBC? “Todos tenemos el corazón encogido. Hemos hecho muy buen equipo”, considera. Y expresa su deseo de que la nueva dirección sea más bien continuista. “Para mí L'Auditori es como la Masía para un jugador del Barça, me formé aquí, y creo que el proyecto actual está en muy buen momento, necesita un acompañamiento para que acabe de florecer”.
Su mandato como director de L'Auditori era por cuatro años, prorrogable dos veces, por dos años cada una. El máximo de ocho años se iba a cumplir dentro de poco. No es que la situación cambie mucho avanzándose un año para aprovechar el agujero en Estocolmo. Lo prioritario, advierte, es completar la titularidad de Ludovic Morlot, el proyecto discográfico con la OBC, que va por la mitad del proyecto Ravel, las giras... están en un momento dulce. Y también la Banda Municipal“.
Para Brufau, su equipo ha tenido capacidad para generar un relato artístico unitario, y una gran diversidad de programas, con el nacimiento de festivales como Llums d'Antiga, el Subsònic, la Bienal de Cuartetos... ”Hemos consolidado direcciones titulares fuertes y hemos comenzado a perseguir la paridad, no solo con principales directoras invitadas, sino en todo el conjunto de batutas que acuden. Y con las compositoras, que era algo inexistente, introduciéndolas en las grabaciones discográficas.
La gestión de Brufau también la define la cantidad de encargos de patrimonio realizados a compositores. Y la creación de público jóven, con 900 abonados a la tarifa plana para menores de 35 años, “algo que era impensable”, dice, si bien está resultando más complicado mantener al abonado mayor. La colaboración con otras instituciones de la ciudad ha ido más allá de esa historia de amor con el Palau de la Música y el Liceu. Se ha colaborado con los museos y con el sector privado, no solo de la clásica -Ibercamera y BCN Clàssics-, sino con festivales como Cruïlla, Sónar y especialmente Primavera Sound.
L'Auditori Play cuenta con un archivo de más de 300 videos, en un gran giro de comunicación, de lo tradicional a lo digital. También el sello discográfico se ha integrado ahí, y su posicionamiento en redes es descomunal: tienen 877.000 escuchas mensuales en Spotify, mientras que la Orquesta de París, que nos supera con creces en presupuesto y cuenta con el mediático Klaus Mäkkela al frente y una muy buena estrategia de implantación en entornos digitales, se queda en el medio millón. Además se ha consolidad la plena integración del Museu de la Música, con el intento de dibujar un proyecto conjunto y un espacio de reflexión y europensamiento musical.
En estos últimos años, se ha defendido a su vez el proyecto de sostenibilidad, con una inversión de siete millones de euros, incluidas las placas fotovoltaicas que cubren la azotea de L'Auditori. “Ahora será necesario implantar una norma de gestión ambiental. Estamos en ello”, afirma.
Aunque lo que seguro que permanecerá será la mejora acústica que llevaba tanto tiempo pendiente. “Está funcionando estupendamente, la gente está encantada, tanto los músicos como el público. Mi deseo es que que la siguiente dirección sea continuista, porque las cosas que funcionen en Estocolmo, yo tampoco me las cargaré el primer día. Hay que corregir aquello que crees y es honesto con tu visión, y con mucho cautela y un acompañamiento óptimo.
En Estocolmo le espera una institución muy ordenada, dimensionada y bien planteada, con objetivos concretos, muy centrada en la orquesta, la cámara y el jazz. ¿Qué podrá hacer allí que no ha podido hacerlo en Barcelona?
La orquesta en Barcelona está en un momento de crecimiento constante, y puede acceder a artistas muy potente. Se verá en los próximos años. Cada vez estamos más en esa liga y con el posicionamiento que nos permite construir alianzas a alto nivel. Nos estamos situando en un escenario en el que quizás hacía tiempo que no estábamos presentes. Ahora, en cambio, me encontraré con una orquesta de referencia, que trabaja con la primera línea de artistas internacionales. Me ilusiona poder seguir trabajando con esta élite artística. Y con la necesidad de preservar la cultura escandinava y la perspectiva de descubrir nuevas músicas”.
Su mayor aportación, no obstante se centrará en el jazz. “Seguro que podremos dar un paso adelante. La modernidad es algo que yo llevo muy adentro y la he intentado desarrollar en L'Auditori. Allí también lo haré, no tanto con la contemporánea, pues ellos ya hacen una gran labor en este sentido, sino en el resto de músicas que forman parte del equipamiento”.
Estocolmo cuenta con un público de clásica enorme y fidelizado, pero la institución musical tiene la necesidad de abrirse a otros públicos, y no únicamente jóvenes. “Se trata de tejer alianzas con otras instituciones de la ciudad y tal vez atraer la música a la Kontserthuset. Es impregnar una nueva narrativa del propio equipamiento”.
La Royal Philharmonic Orchestra de Estocolmo, que cuenta desde el año pasado con un nuevo director titular, el joven estadounidense Ryan Bancroft, que sustituía a Sakari Oramo, maneja la nueva creación con la misma naturalidad que la clásica, a pesar de que en todas las capitales europeas, es la Orquesta de la Radio la que está llamada a abrazar la contemporaneidad y a pensar en las nuevas músicas. Existe un gran orgullo en preservar el patrimonio, y la nueva música es parte crucial de él. Sin ir más lejos, L'Auditori y la Kunserthuset hicieron un coencargo a la compositora sueca Lisa Streich que ya se ha estrenado en Estocolmo y en primavera llegará a Barcelona, un Concierto para trompeta con Mireia Farrés de solista.
Los grandes nombres internacionales han pasado por el festival de composición que organiza la sala. Este año es el turno de James MacMillan, pero otros han sido Arvo Pärt, Witold Lutosławski, Lars-Erik Larsson, Larsson, Krzysztof Penderecki, Anders Hillborg, Henri Dutilleux, Kaja Saariaho, Steve Reich, John Adams, Esa-Pekka Salonen, Sofia Gubaidúlina, Thomas Adès, George Benjamin, Jörg Widmann…