Querer es una de esas series que se te meten a la vez en los dos cerebros, el de la cabeza y el de los intestinos, y en ambos la vas rumiando, digiriendo, tan incómoda, con tanto proceso químico, pura complejidad. La violación dentro del matrimonio, el consentimiento, la violencia sin lesiones externas, los modelos familiares, cómo alguien se da cuenta de que el abuso es sistémico, pero no normal. El gran hallazgo del guion de la directora Alauda Ruiz de Azúa y su equipo consiste, tras el clímax anticlimático del juicio en el tercer episodio, en que el cuarto traslade la gravedad de la pareja a los hijos. Que recaiga en ellos el juicio que importa. Y, por efecto dominó, en nosotros. O por efecto espejo.
Lo de Movistar+ es asombroso. En estos momentos la conversación no sólo atiende a la extraordinaria Querer . También disfruta y analiza el thriller cómico Celeste , de Diego San José y Elena Trapé, o el amor hiperrealista de Los años nuevos , de Sara Cano, Paula Fabra y Rodrigo Sorogoyen. Ésta nos permite acceder a la textura temporal de las relaciones. Aquélla transforma el conflicto de Shakira con Hacienda en una poderosa y paradójica fábula: aunque la Agencia Tributaria nos represente a todos los españoles (la inspectora protagonista toma cañas y come bravas como nosotros, mientras que Celeste va a restaurantes y peluquerías que no podemos pagar), nos identificamos mucho más con las canciones pop que escriben y cantan millonarios que nos son radicalmente ajenos.
En la era de la globalización, necesitamos lo exótico, el escapismo, pero también lo próximo
Desde el drama o la comedia, las tres series trabajan con lo real. También en eso, y no sólo en la capacidad de generar consenso positivo y comentarios en prensa y redes sociales y cenas de amigos, Movistar+ recuerda a la época dorada de HBO. El catálogo de la plataforma de Telefónica impresiona. El cine y la serialidad son en ella vasos comunicantes. Alberga la serie que lo inició todo en 2011, Crematorio , cuando todavía existía Canal+; una obra maestra como Antidisturbios ; series tan memorables como La Mesías o Poquita fe ; pero, sobre todo, hay un nivel medio envidiable, difícil de encontrar en el conjunto de las producciones propias de otras plataformas.

El actor Miguel Bernardeau en una escena de la serie “Querer”
Se ha mantenido fiel al realismo, mientras que HBO, desde el éxito de Games of Thrones , lo ha combinado con la fantasía y la ciencia ficción (así, Succession , The White Lotus o Industry han convivido con House of the Dragon , The Last of Us y, ahora, Dune. Prophecy ). Son escalas, presupuestos, ambiciones distintas, pero la comparación nos ayuda a entendernos y a entender un poco también el mundo. En la era de la globalización, los países, las sociedades siguen reclamando su cuota de representación. Necesitamos lo exótico, el escapismo, pero también lo próximo y familiar. Y aunque parezca imponerse la cantidad del mainstream , con su tendencia a rebajar la exigencia estética y narrativa, somos millones los que apreciamos las escrituras, las producciones de alta calidad.