¿Sabían que Tàpies y Brossa hicieron juntos una novela? En 1965 titularon así, Novel·la, una obra conjunta compuesta por 31 litografías y diversos documentos oficiales que reconstruían, paso a paso, la vida de una persona, desde su acta de nacimiento a la factura de la funeraria, pasando por huellas dactilares, billetes de lotería, diplomas educativos, recetas médicas...
Esa ficción que crearon ambos es una de las piezas estrella de la exposición Lectura por contacto, que, comisariada por Manuel Borja-Villel, puede verse en el Museo Cabañas de Guadalajara (México), hasta el próximo 23 de febrero. La novela de Tàpies y Brossa es solo una de las más de cien piezas –procedentes del Reina Sofía, el Macba, el MNAC y colecciones privadas– que conforman la muestra, dentro del programa cultural de España en la FIL –la feria del libro más importante en español–, que incluye otras dos exposiciones y pretende mostrar una faceta rebelde, comprometida y juguetona que no es la que muchos asocian al concepto ‘arte español’.
Irene Solà y un amigo alemán se cuentan un secreto cada uno en su idioma y ni ellos ni el público se enteran de nada
En concreto, Lectura por contacto se centra en aquellos artistas que, entre 1962 y 1972, realizaron, a partir de “una noción ampliada de la escritura”, obras que interseccionaban con la literatura, la pintura, la música, el teatro y el cine. Vemos piezas de Julio Campal, Benet Rossell, Ignacio Gómez de Liaño, Elena Asins, Alberto Greco, Julio Plaza, Paz Muro... o colectivos como Problemática 63, grupo N:O., Zaj (en este caso, las partituras escritas para gente que no sabe leer las partituras, que dan instrucciones para interpretar conciertos de John Cage). También está el libro que sirvió de tesis universitaria a Eugènia Balcells o la proyección de Poetas catalanes (1970) de Pere Portabella, filmación del recital con los grandes nombres de la poesía catalana en el Price de Barcelona.
Desde Seúl, Borja-Villel explica telefónicamente a este diario que ha querido “mostrar un período desconocido y muy denso entre el informalismo y la España del Reina Sofía, el IVAM y el Macba en que todo se normaliza y normativiza en instituciones culturales. Uno se pregunta inevitablemente lo que hubiera podido ser todo aquello y no fue. Es gente ligada a mayo del 68 que rompía con las disciplinas, rechazaba la sociedad de consumo, estaban en contra del pop, y abren la poesía hacia la acción, la calle, la música, la ciencia, los objetos... Reivindican otras vanguardias, más ligadas a Mallarmé y el libro”
Las fechas emblemáticas son 1962, por la fundación de Problemática 63; y 1972, por los Encuentros de Pamplona, a los que Tàpies y Miró no quisieron asistir, cuenta Borja-Villel, “porque consideraban que aquellos partidarios del arte conceptual estaban en contra de la pintura, los veían como antagonistas”. En Pamplona, el Equipo Crónica colocó, entre las sillas del público, cien figuras de papel de 1.26 m de altura, con el aspecto de policías secretos, como si fueran espectadores de las jornadas. Al final del recorrido, se proyecta, a modo de fin de fiesta, El desencanto (1976), el documental de Jaime Chávarri sobre la familia Panero.
La otra gran exposición del programa español es la estimulante Ficciones, en el Museo de Arte de Zapopan, comisariada por otro ex director del Macba, Ferran Barenblit, quien ha reunido obras de 14 artistas actuales –mexicanos y españoles– que exploran “la apasionada relación entre arte y literatura”, según cuenta en un recorrido por las salas, a las que se accede tras atravesar un pasillo exterior, de paredes encaladas, en el que resuena a todo volumen por los altavoces una voz que va diciendo la hora exacta con todas las cadencias y sentimientos posibles, del susurro al grito pasando por lo que se puedan imaginar, gentileza del dúo Los Torreznos. En un vídeo en blanco y negro, Jerks game, Irene Solà le cuenta un secreto inconfesable a un amigo alemán, y este hace lo propio con ella, con la particularidad de que cada uno lo hace en su lengua natal por lo que no se enteraron del secreto del otro (y el público tampoco, porque la catalana eliminó la pista de sonido). En las paredes, los recortes de titulares de periódicos que Ignasi Aballí lleva realizando hace décadas, y agrupando por temáticas. Diversos performers realizan actividades como transcribir libremente entrevistas a escritores que solo escuchan ellos, o hacer pasar a los visitantes por un polígrafo para ver si mienten. También hay obras, entre otros, de Verónica Gerber, la editorial Consonni, Mabel Palacín o Teresa Solar Abboud. Ficciones viajará, tras su paso por Guadalajara, que finaliza el 20 de abril, a Ciudad de México... y ojalá lo hiciera más cerca.
La tercera muestra mexicana, Foodscapes, ya se vio en la Bienal de Arquitectura de Venecia del año pasado y es una especie de recorrido documental (fotografías, textos y vídeos), comisariado por Eduardo Castillo-Vinuesa y Manuel Ocaña en el MUSA, que explora los sistemas alimentarios y las arquitecturas que los construyen.
“Jo em despullo / i vosaltres us vestiu”, dice un cuadro-poema de Brossa en la exposición del Museo Cabañas. Podría servir como lema de las tres exposiciones, que, desde una visión crítica, muestran las fisuras del sistema, y reivindican la libertad y el juego.
Cumbre de editores en el Foro Edita
El Foro Edita –nacido en Barcelona en el 2016 y dirigido por Patrici Tixis, Javier Aparicio Maydeu y Sergio Vila-Sanjuán– se ha celebrado este año en la FIL de Guadalajara y en él han intervenido los principales editores de América Latina. Así, José Calafell, CEO del grupo Planeta en la zona, señaló que “México es el mercado que más crece en el mundo actualmente. El español en EE.UU. crece un 17%”. Por su parte, Javier López Llovet, CEO de Penguin Random House en el área, explicó que “el viaje de los libros es más de España a América que a la inversa. Va a haber un problema con la trazabilidad, la sostenibilidad de los bosques, y muchos de nuestros libros no podrán entrar en Europa. También la cancelación presenta una amenaza para la industria, desde los extremos ideológicos”.
El filósofo Joan-Carles Mèlich dijo que “la pedagogía occidental de los últimos siglos se basa en el rechazo a la lectura, y así nos va”, y reivindicó al humano como “un ser con libros”.