La pena de bajar a los infiernos, según Llort

Novedad editorial

El escritor y periodista novela el linchamiento social de un hombre acusado de violación

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Llort, fotografiado en la librería Ona de Barcelona

Llibert Teixidó

Rafel Egidi, profesor universitario, colaborador en prensa y tertuliano de radio y televisión, tiene una vida acomodada, hasta que es acusado de violación, hecho que automáticamente lo convierte en un paria y lo arrastra en una bajada a los infiernos: proceso social, judicial y presidiario hasta que intenta rehacer su vida. Hacía años que Llort –cuando deja el periodismo para hacer literatura, Lluís Llort deja de lado su nombre de pila– llevaba dentro Demolició (Clandestina), libro con el que ha ganado el 18.º premio L’H Confidencial de novela negra, en la primera ocasión que lo recibe un original en catalán.

El escritor y periodista deja claro desde el principio que “parece una obviedad, pero es una novela que no refleja ningún posicionamiento moral ni intelectual”, sino que reparte “las cartas de la ficción para que cada lector escoja la interpretación que quiere hacer”. En un momento en que los casos de #metoo están en el orden del día, el autor no quiere desviar la atención del que para él es el tema principal del libro: “El proceso de demolición de una persona antes de ser juzgada”. Por eso, el libro “quiere abrir debate sobre el poder de las redes sociales”, en las que “se puede acusar, juzgar y linchar a alguien desde perfiles anónimos, sin ningún problema, y en demasiados casos es una diversión que hace daño, además de una manipulación”. Al mismo tiempo, es consciente de que las redes “no son el demonio, es la sociedad que tiende a hacer juicios paralelos”.

Para el escritor, hay que abrir debate sobre el poder de las redes, pero “no son el demonio”, sino reflejo de la sociedad

No es, tampoco, una obra sobre el consentimiento ni sobre una violación concreta, pero sí que da vueltas, a través de una narración paralela, a “muchas circunstancias sexualmente violentas a las que puede tener que hacer frente una mujer a lo largo de su vida”, en un entorno lleno de “machismos que perpetuamos los hombres”, centrándose en su propia generación: “Hombres entre 50 y 60 años, blancos, heterosexuales, que no somos machistas de manual, que podemos estar de acuerdo con la mayoría de puntos de la lucha feminista pero que podemos caer en micromachismos”, hecho por el cual está convencido que, efectivamente, “hace falta una nueva masculinidad” y él mismo concede que “a menudo cuando te revisas te das cuenta de cosas que no veías”.

Llort sale “del espacio de confort que sí era su novela anterior, Un assassí (Crims.cat)”, publicada el pasado marzo y en que repasaba la vida de un sicario, y ha escrito “una novela que es oscura, pero más judicial que estrictamente negra”. Como desconocía con detalle los procedimientos, consultó a un abogado y a un comisario de los Mossos, pero también la ha revisado una juez, que no cambió nada pero se quejó de que a veces parece que “las mujeres estén perdiendo el derecho de ser malas, hace falta un feminismo que no sea tan blando”.

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“Seguramente si la hubiera escrito ahora, algunas cosas serían diferentes porque los últimos años los protocolos policiales han cambiado, y por eso está todo fechado”, dice, porque es la novela más realista que ha escrito hasta ahora: “Normalmente empiezo a escribir sin saber adónde voy, me gusta crear pequeños universos con mis reglas, porque matar personajes desde un punto de vista lúdico e incluso divertido te ahorra psicólogos”, bromea, y añade: “No me he movido, cuando escribo no pienso en el género literario, pero sí intento alejarme de las convenciones”. “Yo no soy filósofo, soy escritor, creo tramas y personajes, hago ficción y me interesa ver que funciona como artefacto literario”, insiste, y versiona una cita de Aurora Bertrana: “No me condenéis antes de leerla”.

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Llort, fotografiado en la librería Ona de Barcelona

Llibert Teixidó
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