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Los escalofriantes silbatos de la muerte aztecas siguen aterrorizando a los humanos hoy en día

Arqueología

Un estudio revela que el mecanismo único de este instrumento musical consigue alterar la actividad cerebral

El cuerpo en forma de calavera del silbato de la muerte azteca representa a Mictlantecuhtli, el señor azteca del inframundo 

Sascha Frühholz / Universidad de Zürich

Muchas culturas antiguas utilizaron instrumentos musicales en ceremonias rituales. Las comunidades aztecas de Mesoamérica no fueron distintas. Según los historiadores, sus ceremonias rituales y sacrificios incluían elementos visuales y sonoros para representar deidades mitológicas del inframundo.

Uno de los elementos más reconocibles de esta cultura son los famosos silbatos de la muerte. Su cuerpo en forma de esqueleto con una calavera con muchos dientes y con los globos oculares intactos simbolizaba a Mictlantecuhtli, el Señor azteca del Mictlán, la tierra de los muertos.

Un sonido icónico y escalofriante

El icónico y escalofriante sonido agudo de este instrumento musical –que destaca por una construcción única- se asemeja a los gritos de una persona aterrorizada y podría haber preparado a los sacrificios humanos para su descenso mitológico al inframundo azteca.

Para comprender los mecanismos detrás de los estridentes silbatos de la muerte, un equipo de investigadores de la Universidad de Zúrich dirigido por Sascha Frühholz, profesor de Neurociencia Cognitiva y Afectiva, creó reconstrucciones en 3D a partir de silbatos aztecas originales del Museo Etnológico de Berlín.

Los silbatos de la muerte tienen una construcción interna única de dos cámaras sonoras opuestas 

Claudia Obrocki / Universidad de Zürich

Los modelos revelaron, según explican en un artículo publicado en la revista Communications Psychology, una construcción interna única de dos cámaras sonoras opuestas que crean turbulencias físicas en el aire, lo que acaba siendo la fuente de su característico sonido chirriante.

“Los aterradores silbatos tienen un diseño único (que permite tanto sacar tanto ‘gritos’ como siseos) y no conocemos ningún instrumento musical comparable de otras culturas precolombinas o de otros contextos históricos y contemporáneos”, asegura Sascha Frühholz.

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Los especialistas obtuvieron, además, grabaciones de sonido de silbatos de la muerte aztecas originales, así como de réplicas hechas a mano. Los oyentes modernos que los escucharon calificaron estos ecos –que atraen la atención mental automáticamente- como extremadamente escalofriantes y espantosos.

Lo más interesante, señalan los investigadores, es que los voluntarios que participaron en el estudio percibieron el silbido como si tuviera un origen parcialmente natural y orgánico, como si fuera una voz o un grito humano.

Los silbatos tienen forma de esqueleto con una calavera con muchos dientes y con los globos oculares intactos

Sascha Frühholz / Universidad de Zürich

“Esto encaja con la tradición de muchas culturas antiguas que capturaban sonidos naturales en instrumentos musicales y podría explicar la dimensión ritual del sonido del silbato de la muerte para imitar entidades mitológicas”, explica el profesor de la Universidad de Zürich.

Mientras se reproducían los sonidos, los expertos monitorizaron el cerebro de los voluntarios que estaban escuchando. Las regiones pertenecientes al sistema neuronal afectivo respondieron fuertemente al silbido, confirmando nuevamente su naturaleza intimidante.

Sonido asociado a significados simbólicos

El silbido agudo de estos instrumentos es especialmente aterrador 

Los especialistas, sin embargo, también observaron actividad cerebral en zonas que asocian sonidos con significados simbólicos. Esto sugiere una naturaleza “híbrida” del producto de los silbatos de la muerte, que combina una influencia psicoafectiva básica con procesos mentales más elaborados de simbolismo sonoro.

“La música siempre ha tenido un fuerte impacto emocional en los humanos, tanto en las culturas contemporáneas como en las antiguas. De ahí su uso en contextos religiosos y rituales. Las comunidades aztecas pueden haber capitalizado específicamente la naturaleza aterradora y simbólica de este instrumento para influir en la audiencia”, apuntan los autores del estudio.

"Desafortunadamente, no pudimos realizar nuestros experimentos psicológicos y neurocientíficos con humanos de las antiguas culturas aztecas. Pero los mecanismos básicos de la respuesta afectiva a los sonidos aterradores son comunes a los humanos de todos los contextos históricos”, concluye Frühholz.

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