El arte digital, al rescate de la ópera

Arte, ciencia y tecnología

Los colectivos y artistas tecnológicos renuevan el género con avanzadas escenografías

El creciente mapa de los tecno-destellos

Pablo Barquín, al torno metalúrgico, y Anna Diaz, con el resto de su equipo de Hamill Industries

Pablo Barquín, al torno metalúrgico, y Anna Diaz, con el resto de su equipo de Hamill Industries

Alex Garcia

Nadie puede disociar los avances tecnológicos de la historia de la ópera, comenzando por Monteverdi, que buscaba nuevas posibilidades sonoras para su Orfeo , y siguiendo por el propio Wagner, que apagó las luces de la sala y fue más allá con las ilusiones escénicas. Si la idea del arte total sigue viva, las posibilidades tecnológicas del siglo XXI son una oportunidad para afianzar su futuro en un mundo cambiante y de realidades líquidas. Pues, más allá de las óperas de nuevo cuño, las historias universales que hay detrás se pueden vestir como se quiera.

La Ópera de Dinamarca estrenó en 2019 una adaptación del cuento La reina de las nieves con creación escénica de los catalanes Playmodes, que con tiras de led adheridas a la escenografía crearon una ilusión volumétrica a años luz de la clásica videoproyección, pues a ellos les da lo mismo usar video que rayos láser, robots o cosas que interactúan, lo que crea una magia en escena con cantantes en vivo. 

Los leds de Playmodes en una escena de 'La reina de las nieves', la adaptación operística del cuento de Hans Christian Andersen que compuso Hans Abrahamsen y se estrenó en 2019 en la Ópera de Dinamarca

Los leds de Playmodes en una escena de 'La reina de las nieves', la adaptación del cuento de Hans Christian Andersen que compuso Hans Abrahamsen para la Ópera de Dinamarca en 2019 

Palle Christensen

Y quien dice la ópera dice el ballet: Tamara Rojo llegó al Hayes Valley como directora artística del San Francisco Ballet y quiso de entrada encargar un nuevo ballet cuya parte visual aportara soluciones punteras. Y ahí estaba el dúo creativo barcelonés, Hamill Industries, formado por Anna Diaz y Pablo Barquín.

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Pero, ojo, quien visite el taller de este colectivo esperando encontrar a dos frikis rodeados de pantallas y códigos binarios, se va a llevar una sorpresa. Trabajan con la IA pero también con tecnología analógica o incluso obsoleta, y mezclan ambas dando lugar a cosas muy particulares, con una gran imaginación maker , pues se emocionan con inventos artesanales: desde un mini pincel robótico que se activa con el sonido y que fabrican ellos mismos en un torno metalúrgico de color rosa –“es la joya de la corona”, bromea Anna Diaz–, hasta las macroimágenes fantásticas de colores líquidos que preparan para el Ideal, y que en realidad son pompas de jabón expuestas a químicos y a la refracción de la luz, filmadas y reproducidas a escala. “Aquí hacemos inventos, electrónica, cosas que se mueven... prototipos número 1”, dice Pablo Barquín quitándose las gafas de soldador.

Una escena de 'Mere mortals', el ballet de Aszure Barton para el San Francisco Ballet sobre el mito de Pandora con imágenes de Hamill Industries y música de Floating Points

Una escena de 'Mere mortals', el ballet de Aszure Barton para el San Francisco Ballet sobre el mito de Pandora con imágenes de Hamill Industries y música de Floating Points

Chris Hardy

Los teatros son conscientes de que la ciencia es un aliado del arte, pero se están tomando su tiempo a la hora de rendirse al nuevo arte digital en sus escenografías. Playmodes ya está trabajando en Benjamin a Portbou, la nueva ópera de Antoni Ros-Marbà que estrenará el Liceu en julio. Y el teatro de la Rambla tiene otras piezas “en discusión o vías de estudio”, dice su director artístico, Víctor García de Gomar. 

“Contamos con la ciencia al servicio de la estética y de soluciones prácticas en el proceso de construcción de una ópera: esculturas cinéticas, juegos de luz sólida o de láser, nuevos materiales degradables, gafas de realidad ampliada para ensayos a distancia, mapping de alta resolución, inteligencia artificial... –enumera–. Pero las aportaciones científicas van más rápidas que la velocidad en la programación operística”.

Playmodes ya trabaja en la nueva ópera de Antoni Ros Marbà, ‘Benjamin a Portbou’, que estrenará el Liceu

Si en los años noventa, el videocreador Franc Aleu anticipaba con La Fura dels Baus todo este universo de soluciones tech para la ópera, hoy la imaginación puede dar un paso de gigante. “Es estimulante, para el teatro y para el público, algo a fomentar, pero se espera del equipo artístico que encuentre el lenguaje para expresar el sentido de las obras: las nuevas tecnologías son un instrumento valiosísimo para favorecerlo, no un fin último”, añade Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real.

Los artistas digitales, Santi Vilanova y Eloi Madurell, cofundadores de Playmodes, en su taller de experimentacion en La Pera (Girona)

Los artistas digitales, Santi Vilanova y Eloi Madurell, cofundadores de Playmodes, en su taller de experimentacion en La Pera (Girona)

Pere Duran/ Nordmedia

Para Santi Vilanova, cofundador de Playmodes, “estamos en un momento parecido a los inicios del cine, en el que la gente saltaba de la silla porque pensaba que el tren proyectado por los Lumière les atropellaría. Los creadores vamos acabando la fase de la fascinación por la tecnología y ahora domesticamos esas herramientas y lenguajes para la narración. Técnicamente está muy maduro, pero falta algo más de valentía de las instituciones más clásicas para abrazar este tipo de creación más contemporánea. A veces son lenguajes muy minimalistas, radicales, y el tipo de público de la ópera está acostumbrado a un código muy concreto. Transformar el Liceu en el Sónar no es quizás lo que tocaría, aunque sin las generaciones más jóvenes, con una cultura visual acostumbrada a la rapidez, no sé si salvaremos la ópera”.

“Transformar el Liceu en el Sónar no es quizás lo suyo, pero el futuro depende de jóvenes con una cultura visual veloz”

Santi VilanovaCofundador de Playmodes

La barcelonesa Mónica Rikic, una programadora creativa que crea obras interactivas yendo más allá con los juegos experimentales, constata que el recelo de los museos a la hora de incluir las artes digitales en las artes visuales está cambiando, hay una intención de abrirse, señala, pero “el tipo de mensaje e imaginario en los espacios artísticos es uno, y otro distinto cuando se trata de artes tecnológicas, que se pueden disfrutar únicamente en espacios de entretenimiento”. Su experiencia escénica la ha adquirido en teatros de Alemania, donde “todo está mucho más mezclado”.

Las artes vivas tienen que abrirse a las nuevas generaciones de creadores, reclama Anna Diaz, que celebra que el Liceu trajera al talento musical/visual de Lolo & Sosaku. “Los procesos creativos son un reflejo del mundo cambiante en el que todo fluye, es efímero, está mezclado. La interdisciplina forma cada vez más parte de la disciplina creativa en sí: las artes visuales y las artes performativas ya no son núcleos específicos, dialogan mucho entre ellas. Abrirse a nuevas generaciones es incorporar este lenguaje y dejar entrar actores que pueden aportar miradas distintas a tu propio proceso creativo. Y no es una amenaza, es una riqueza. Adaptarte e incorporar otras metodologías es la clave para ampliar el discurso, en nuestro caso, visual”.

El cine ya lo ha dicho todo. Será lo que combine tecnología, humanos y experiencia en vivo lo que ahora tendrá una magia especial"

Antònia FolgueraComisaria del Sónar+D

A la espera de que la computación cuántica y la genética cambien el arte y la manera en que nos relacionamos con el mundo, la comisaria del Sónar+D, Antònia Folguera, sostiene que la ópera es muy permeable y que el mayor potencial está en sumar tecnología y artes escénicas. “El audiovisual, el cine, ya lo ha dicho todo. Evolucionará a nivel estético y narrativo, pero ya no veremos nada nuevo. Mientras que todo lo que combine tecnología, humanos y experiencia en vivo tendrá una magia especial. Ya se ve en los shows musicales, que proponen cada vez más bailarines y performers, y rompen con la idea de concierto”. Si el cine sustituyó a la ópera en el siglo XIX, en el XXI se podría producir la reacción inversa.

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