El libro del millón

El libro del millón

Ahora que está en discusión y revisión el modelo turístico de Barcelona y que parece que se está formando una opinión muy generalizada en contra del turismo de masas, no estará de más señalar que hay quien hace ya tiempo busca cómo, se las ingenia y actúa para atraer a un turista de cinco estrellas y alto poder adquisitivo.

Otras comunidades autónomas han optado por integrar en una misma consejería turismo, cultura y deporte, por ejemplo. Y la estadística cruda de qué aporta la cultura al PIB siempre es esquiva y difícil de realizar.

¿Los que vienen para ver un partido del Barça o para practicar el golf o todos los que llegan a Catalunya atraídos por su gastronomía y que cada vez son más, no forman parte también de esa suma de consumo impulsado por la cultura?

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Viaje de Marco Polo en el Lejano Oriente.

Terceros

El equipo del restaurante Lasarte, tres estrellas Michelin desde su sede en el hotel Monument de Barcelona, ha incorporado la propuesta de un nuevo menú a servir exclusivamente en la llamada mesa del chef, en este caso un mirador apto para ocho comensales desde el que se contempla la cocina y su mecánica. Es un menú inspirado libremente en Il milione , el libro de Marco Polo que suele ser más conocido entre nosotros como El libro de las maravillas o Los viajes de Marco Polo .

La idea es proporcionar uno de esos menús experiencia que están de moda entre los muy pudientes. Por fortuna, ni el chef Paolo Casagrande ni Joan Carles Ibáñez, su jefe de sala y también experto sumiller, han caído en la tentación de usar proyecciones, imágenes extrañas o sonidos y músicas estridentes. No, todo está muy medido y el protagonismo es para la excelente cocina del restaurante y también para unos maridajes tan espléndidos que pueden elevar la factura a niveles que pocos clientes locales van a querer pagar, me temo.

Es una apuesta arriesgada, desde luego, pero que Barcelona cuente con una mesa de primer nivel donde el exquisito caprichoso y rico puede dejarse unos cuantos miles de euros en una noche es una buena noticia para la ciudad y para el tipo de visitante al que nadie le va a negar que se aloje y consuma aquí.

La conexión italiana y véneta de Casagrande marida bien con la figura de Marco Polo. Y sus elaboraciones le permiten también un viaje de occidente a oriente en un tipo de cocina experimental pero integradora (podría escribir íntegra) que huye de barroquismos culinarios.

Marco Polo, representado en un mosaico en Génova.

Marco Polo, representado en un mosaico en Génova.

REDACCIÓN

Justamente ahora que ha fallecido tan prematuramente Fermí Puig, que convirtió su Drolma en el hotel Majestic en uno de los mejores restaurantes –¡y más lujosos y con más impecable servicio!– que ha conocido esta urbe, tal vez es cuando es más necesaria una aventura nueva como esta del Lasarte.

Ahora bien, lo de Il milione tiene también su aquel porque el libro que dictó supuestamente Marco Polo a Rustichello de Pisa mientras ambos se hallaban en una cárcel genovesa es sencillamente uno de los libros más difundidos, traducidos y copiados de antes de la aparición de la imprenta.

El manuscrito original está perdido, pero la ecdótica ha establecido a través de numerosas copias medievales y renacentistas un árbol que tiene sus raíces en Venecia a fines del siglo XIII.

El manuscrito más antiguo que se conserva es una versión en un francés que anda en estrecho trato con la lengua véneta y se titula: Le divisament dou monde .

La idea es proporcionar un menú con experiencia añadida tan de moda entre los muy pudientes

Marco Polo narra sus viajes y aventuras y, en la tradición medieval de los libros de maravillas, mezcla el asombro y la descripción de lo visto con consejos prácticos y algún que otro juicio moral.

Los sarracenos son todos malvados y traidores, mientras que los tártaros y el gran Khan, Kublai Khan, son gente civilizadísima aunque no cristiana, claro está.

Marco Polo llegará a ser nombrado embajador del Khan y nos contará cómo llegó a Catay (parte de China) y conoció el Japón, Georgia, algo de Rusia, la India y hasta parte de África.

La completa verosimilitud del libro es tan dudosa como la existencia del reino del preste Juan, pero el caso es que el libro inflamó la imaginación de numerosos lectores europeos de unos tiempos, insistamos en ello, muy anteriores a la imprenta. En francés, en italiano, en latín o en castellano, el libro creció y se convirtió también en el libro del millón, es decir, el cuerno de la abundancia que era también una forma de traer las riquezas de Oriente y hacerse eso mismo, inmensamente rico. Vamos, que lo que quería Marco Polo era poderse pagar un menú como el que ahora propone Lasarte.

Sería prolijo de explicar que su familia adoptó el mote –forma natural de muchos apellidos– de ser los millonarios, los Miglione. Y tal vez fue por una confusión con el apellido de los antiguos propietarios del palazzo Polo en Venecia, pero da igual, porque el caso es que el libro se tuvo también como una guía y una forma segura de hacer fortuna si uno se atrevía a emprender el viaje y arriesgarse a cruzar desiertos y pasear entre infieles armados con tal de mejorar su suerte.

¡Mira que si los del Lasarte se hubieran atrevido a planear un menú consagrado a Alfonso X!

Tema aparte sería que, pese a su inmensa fama, el libro de Marco Polo no fue, ni mucho menos, tan importante para la cultura europea como la Escuela de Traductores de Toledo, por ejemplo y por buscar referentes del mismo siglo XIII y las tantas obras magnas que impulsó Alfonso X, el rey de Castilla llamado El Sabio.

¡Mira que si los del Lasarte se hubieran atrevido a planear un menú consagrado a Alfonso X! Las Siete Partidas, La Crónica General, sus cantigas en gallego et caetera, todo ello como fuente de inspiración para creaciones gastronómicas en loor de quien, según la leyenda, impuso por ley lo de la tapa de alimento sobre la jarra de vino para evitar borracheras demasiado apresuradas.

A la vista de lo que hemos hecho con la presencia de Cervantes en Barcelona (aunque parece que el alcalde Collboni quiere poner remedio), al pobre Alfonso X le tocaría, como mucho, un local con su nombre y el remate de El rey de la tapa…

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