El repertorio del horror

Opinión

El repertorio del horror

No me consta que los torturados comunistas, anarquistas, independentistas, catalanistas, sindicalistas y antifranquistas que pasaron por los sótanos de la comisaría de Via Laietana entre 1939 y 1976 sufrieran, además de abusos, palizas y vejaciones, la tortura añadida del hilo musical. He pensado en ello leyendo La llamada (Ed. Anagrama), el libro excepcional de Leila Guerriero. Cuenta la experiencia de detenida, torturada, violada, esclavizada, superviviente y, finalmente, repudiada por sus camaradas montoneros, de Silvia Labayru tras haber sido secuestrada en las instalaciones de la ESMA.

En el relato de lo que sufrió, Labayru recuerda que, para ahogar el estrépito de los gritos que sonaban en aquel laberinto infernal, los altavoces amplificaban la versión del “Si Adelita se fuera cono otro” interpretada por Nat King Cole. Es un detalle que sitúa la crueldad humana a un nivel de sadismo insoportable y, al mismo tiempo, grotesco. Adelita existió: era una enfermera que ayudaba al ejército de Pancho Villa y la canción se convirtió en un mito gracias a una tradición oral que no podía prever cómo la devaluarían algunos.

Guerriero describe la crueldad humana a un nivel de sadismo insuportable y grotesco

Deshumanizar a los detenidos requiere de una planificación que intenta colapsar todos sus sentidos. La música, estridente o repetitiva, también es una forma de violación. La utilizaban los torturadores soviéticos contra los disidentes. La utilizaban los “especialistas” de la dictadura griega. En Guantánamo, la CIA incluso creó una especie de hit parade (“Guantanamo playlist”, tituló un periódico con una ironía cruelmente inoportuna) de canciones que minaban la voluntad de los detenidos. Algunos títulos: La sintonía de Barrio Sésamo, el “Stayin Alive” de los Bee Gees, una de las canciones siniestras del siniestro Marilyn Manson e incluso el “We are the champions” de Queen (que ya es una tortura en contextos civilizados). También se explica que, en el Chile de Augusto Pinochet, los responsables de la cadena de la tortura castigaban a los detenidos con sesiones en bucle de Julio Iglesias y Dalida a toda pastilla.

GRAFCAT8564. BARCELONA, 22/01/2024.- La escritora y periodista argentina Leila Guerriero, que aborda en 'La llamada' la historia de Silvia Labayru, antigua miembro de los Montoneros, que fue secuestrada y violada durante la dictadura militar, piensa que

La escritora y periodista argentina Leila Guerriero

Toni Albir / EFE

El libro de Guerriero no pasará a la historia por este detalle anecdótico sino por haber contribuido a recuperar una parte tabú de la memoria colectiva a través de un episodio que, gracias a una prodigiosa cadencia periodística, explica la métrica del horror y las mitomanías de la militancia revolucionaria. En nombre de una justicia de ficción, se invocan compromisos tóxicos, que destruyen vidas y que, en caso de sobrevivir, transforman la existencia en una propina condescendiente. Aquí el periodismo también es literatura gracias a la obstinación metódica de una narradora que se incorpora al relato no para seguir ninguna moda comercial del género sino para asumir la responsabilidad de cada una de las palabras que escribe.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...