Vaya por delante que a Enric Gasa le chifla esquiar. Es de los que hace un ensayo por la mañana, sale a esquiar y a la tarde vuelve a los ensayos. Por lo que no le resulta tan duro, siendo un catalán de Esparreguera, encontrarse desde hace 14 años literalmente colgado de las montañas, en Innsbruck, la capital del Tirol austríaco. Aterrizó como bailarín, pero fue la mezzosoprano Brigitte Fassbaender, que por entonces dirigía el teatro de ópera de la ciudad, la que le convenció para que permaneciera. ¿Cómo? Ofreciéndole la dirección del ballet.
La compañía, que fue fundada hace menos de medio siglo con voluntad de llevar a escena los clásicos, se ha convertido en sus manos en una todo terreno a la que el contemporáneo no le es para nada ajeno. "Un bailarín profesional ha de poder bailarlo todo, hasta la salsa", bromea Gasa. "A mí me encanta ver bailar buena salsa. Y era lo que mejor se me daba, aprendí mucho estando en Cuba. Mucho mejor que la sardana, que aunque me encanta siempre se me ha dado mal".
Este sábado y domingo aterrizan en el escenario de la Factoria Cultural de Terrassa (LaFACT) con un ballet sobre la vida de Lorca que firma él mismo. Tenían previsto venir anteriormente, con La Tempestad de Shakespeare, pero la pandemia lo impidió. Sus bailarines -llega con 17 de los 19 que forman la compañía- proceden de todos los continentes y se mueren por venir finalmente a Barcelona.
"Siempre busco bailarines de base técnica de clásico potente, pero con temperamento"
"Siempre busco bailarines de base técnica de clásico potente, pero con temperamento. Me gusta que la gente sea emocional, no tener un cuerpo de baile homogéneo sino ir a buscar personalidades y sobre todo carisma y pasión por lo que hacemos", asegura.
Su experiencia personal es una combinación ganadora: se formó en la escuela María de Ávila, en Zaragoza, para después entrar en el Ballet Nacional de Cuba. De eso hace ya tres décadas. "En aquel momento la cubana era la mejor escuela del mundo en cuanto a clásico, aprendí muchísimo estando con aquellos súper talentos y maestros fantásticos. Fue sin duda la mejor experiencia", afirma. Le siguieron luego el Scottish Ballet, el de Mannheim y posteriormente el de Karlsruhe. Pero fue sin duda su experiencia con Béjart en su etapa cubana lo que le acabó de marcar.
"Para mi generación el mundo se resumía en eso: Béjart y Cuba, y yo tuve la suerte de tocar ambas filosofías. Hubo una fuerte conexión y Béjart me regaló un solo". Sin embargo, es con la obra de Jiri Kylián y Nacho Duato con la que más trabaja en esta compañía. De Kylián han hecho Petite mort, Six dances, Sarabande... De Duato, Por vos muero, Gnawa... "A Nacho le gusta mucho la compañía, y tenemos muy buen rollo. Para mí es de los mejores artistas de la danza que ha tenido jamás España. Hizo mucho por este país. Es de una sensibilidad brutal".
En sus años de bailarín, Gasa asumió papeles como el de Desire (el príncipe de La bella durmiente) en la Ópera de Graz, o el del Doctor Coppelius, en el Teatre Estatal de Linz. En Innsbruck, además de bailar Otelo o Les flames de Paris, Gasa ha presentado muchas de las piezas de danza y coreografías para musicales. La de Frida Kahlo - Pasión por la Vida le valió el premio Schikaneder de Oro. Y diez años más tarde, en el 2021, se atrevió llevar al baile Terra Baixa, de Àngel Guimerà.
Tiré para casa y propuse que vieran algo catalán. Los de 'Terra Baixa' son sentimientos intrínsecos a la esencia humana... y funcionó muy bien"
"Tiré para casa y propuse que vieran algo catalán. Porque al fin y al cabo los de Terra Baixa son sentimientos intrínsecos a la esencia humana... y funcionó muy bien. El tirolés no deja de ser un pueblo de montaña también y les encantó. Les puse música de Sílvia Pérez Cruz, de la que soy muy fan".
La troupe de Innsbruck -en la que ahora hay una joven catalana y otra de Albacete- no gira demasiado. "Hacemos cien funciones y siete ballets distintos por temporada. Vamos, que entre birra y birra te hago un ballet, ja ja. Lo cierto es que no queda mucho tiempo para salir, pero ahora llevaré un trabajo a Múnich, al Deutsche Theater. Y bueno, ha sido difícil pero hemos podido escaparnos a Terrassa".
Esta pieza sobre el periplo vital de Lorca no cuenta con atrezzo pero el vestuario es de época y la escenografía reproduce una cárcel que se abre y se cierra. "Un poco como la caja en el que el creador se siente encerrado y privado de la libertad que es crear... en relación a la noche antes de ser asesinado, cuando lo tenían encarcelado...".
Aquí Gasa recurre a poemas de Lorca recitados y abundante música tradicional española, especialmente andaluza, dice. "Tengo dos bailarines que tocan la guitarra y lo hacen en vivo. Y en momento dado la compañía canta, todos en español. Son pasajes de la vida de Lorca, que escribía al tiempo que estaban sucediendo".