Seúl, Dakar, Los Ángeles y ahora Nueva Delhi: el mundo se queda pequeño para la expansión de la lengua española, a juzgar por las explicaciones del director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, en el IX Congreso Internacional de la Lengua Española que se celebra en Cádiz. Son sedes ya en activo o que abrirán pronto, donde la institución cultural expande su misión.
Pero donde hoy se bate el cobre es en un territorio no delimitado por fronteras físicas, pues el mundo digital no entiende de pasaportes. La tecnología y la inteligencia artificial mandan, y la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, en su intervención en Cádiz, lo dejó muy claro: “El español va a ser una de las lenguas líderes del mundo digital”. Calviño expresó la necesidad de “subir el español al tren de la revolución digital”, para lo que “hay que actuar ahora para que las nuevas tecnologías, aún incipientes, hablen el español común”.
Los hispanohablantes de Estados Unidos sufren ‘bullying’ lingüístico, declara la profesora Potowski
En este sentido trabajan el Instituto Cervantes y la RAE, y en el congreso también se han analizado los retos de la inteligencia artificial. “El conocimiento y la cultura han de ser accesibles a todos los ciudadanos, a través de todos los medios –declaró Raquel Caleya Caña, directora de cultura del Cervantes–, pues no hay nada más extranjero que una máquina”. Caleya presentó el Decálogo ético para una cultura digital panhispánica, en la sesión “Diversidad y unidad de la lengua española”, donde se repasaron las actividades en las que está inmerso el instituto. Otra novedad es el Mapa mundial de la traducción, que recoge datos de la historia de la traducción desde 1950. De momento, contiene la información de las obras publicadas en español y traducidas a diez lenguas. Caleya resumió: “Hay que digitalizar las humanidades y humanizar los datos”.
El director del Cervantes abrió su intervención citando a Cabrera Infante: “Tenía razón cuando decía que el español era demasiado importante como para dejarlo en manos de los españoles, que somos el 8% de los hispanohablantes”. El centro de Los Ángeles, “donde hay 12 millones de hispanohablantes”, quiere evitar “la marginación lingüística” en Estados Unidos, refirió García Montero, “por ello es importante que el español sea una lengua de ciencia y tecnología, y California es un lugar importante”.
Precisamente, en la sesión anterior, “Lenguas y educación intercultural”, la profesora Kim Potowski, de la Universidad de Chicago, había hablado de la situación del español en el país del Tío Sam, donde, al contrario de lo expresado en la mayoría de las intervenciones, “el español es una lengua minoritaria y minorizada”.
Potowski presentó un razonamiento a modo de silogismo: “Un hijo de padre mexicano y de madre puertorriqueña hablará en el dialecto mexicano si se cría en México y en puertorriqueño si vive en Puerto Rico. Pero ¿qué sucede si crece en Chicago, donde el idioma dominante es el inglés?”. EE.UU. es una especie de laboratorio de dialectos donde “se mezclan la diversidad de los acentos del español”. Pero la realidad es que hoy “el 53% de los nietos de inmigrantes hispanohablantes ya no lo hablan”, señaló la profesora, que atribuye la razón de esta pérdida al bullying lingüístico del que son víctimas los hispanohablantes.
La otra cara de la moneda la presentó Daniel Cassany, profesor de la Universitat Pompeu Fabra, que defendió que “la educación debe reconocer que nuestro cerebro es plurilingüe y adoptar prácticas más científicas” y “no monolingües, como sucede a menudo con la enseñanza del español”. Por ello considera que “hay que cambiar la mentalidad y enseñar el español con respeto por las lenguas de los aprendices”.
Fuera del programa académico, la jornada se cerró con un taller sobre rap improvisado en el que participaron los artistas Blon, MNak y NikiDMT, moderados por Queen Mary. Una pelea de gallos tan suculenta como la pelea por la tilde de solo vivida recientemente en la RAE.