El Museu Picasso celebra el humanismo de Kahnweiler, el jardinero de los artistas de vanguardia

Año Picasso

El museo barcelonés dedica una extraordinaria exposición dedica al marchante del pintor a partir de las colecciones del centro Pompidou de París

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Daniel Saidenberg, Pablo Picasso, Eleanor Saidenberg y Daniel-Henry Kahnweiler en La Californie. Canes, verano del 1957

David Douglas Duncan

Su primer encuentro tuvo lugar en París, en el verano de 1907. Picasso, que en aquel momento tenía 26 años, todavía trabajaba en uno de los miserables locales de Bateau-Lavoir pero su talento era ya un secreto a voces.  Daniel-Henry Kahnweiler, un judío de origen alemán todavía más joven (23 años), acababa de abrir una minúscula galería de 16 metros cuadrados cerca de la iglesia de la Madeleine.  De aquel acercamiento entre un marchante culto y dispuesto a aliarse con los artistas más audaces y un creador de quien ese mismo verano circulaba el rumor de que estaba creando un cuadro tan radical que daba miedo (Las señoritas de Avignon) nació una alianza que se convirtió en motor de arte y de vida.

 En aquella pequeña galería se incubó y dio sus primeros pasos el cubismo, y a lo largo de las siguientes décadas por las manos de su propietario "pasaron miles de obras, se orquestaron colecciones enteras y modelaron gustos y espíritus alrededor del mundo",  señala la historiadora Brigitte Leal, comisaria de la deslumbrante exposición que, además de numerosos préstamos de particulares, reúne en el Museu Picasso un conjunto de más de cien obras que formaron parte de su colección particular y hoy enriquecen las colecciones del Centro Pompidou de París. 

Picasso y Kahnweiler disfrazados en La Californie

Picasso y Kahnweiler disfrazados en La Californie 

Jacqueline Picasso

"Es una de las grandes exposiciones que se pueden ver hoy en Europa", señala el director del Museu Picasso, Emmanuel Guigon, a las pocas de la inauguración de Daniel-Henry Kahnweiler. Marchante y editor (del 2 de diciembre al 19 de marzo del 2023). Y aunque parezca una exageración, lo cierto es que pocas veces se pueden ver en  Barcelona tantas obras y tan extraordinarias, por supuesto de Picasso, pero también de George Braque o Fernand Léger, de André Masson, Paul Klee,  Juan Gris, Gaston Louis Roux o los catalanes Josep Togores y Manolo Hugué,  a los que apadrinó. Todos ellos cuentan con  habitación propia.

'Mujer meando', de Pablo Picasso

'Mujer meando', de Pablo Picasso 

Pere Francesch / ACN

La exposición se enmarca dentro de la celebración de los cincuenta años de la muerte de Picasso, pero como recuerda Guigon, Kahnweiler también fue cómplice y estuvo estrechamente vinculado a la creación del museo barcelonés, del que se cumplen sesenta años. Fue él quien se encargó de que un ejemplar de cada tirada de la obra gráfica de Picasso llegara a manos de su secretario, Jaume Sabartés, lo que dio lugar a lo que fue luego el núcleo fundacional del museo. Y también quien,  gracias a su amistad con la galería Gaspar, posibilitó que la obra de Picasso se viera por primera vez en España en plena dictadura.

"Quería a los artistas y su tarea valiente, solitaria y clarividente", afirma su sobrino nieto Xavier Vilató

"Quería a los artistas y su tarea valiente, solitaria y clarividente. En cierto modo, fue el gran jardinero, protegiéndolos fuera como fuera de la intemperie y de los malos días, permitiendo que su obra se desarrollara en las mejores condiciones posibles", recuerda el también artista Xavier Vilató, hijo de Lola, la hermana del pintor, y sobrino nieto tanto de Picasso como de Kahnweiler. Como él mismo, también la exposición está llena caminos cruzados y vasos comunicantes. Concebida a modo de novela en diez capítulos, la historia arranca con una fotografía en la que Jacqueline asume el rol de artista recogiendo con su cámara al pintor mientras retrata a su marchante, que en ese momento también es su musa.  "Es un triángulo que refleja un mundo libre", apunta Leal, para quien tras esa impresionante sucesión de obras "lo que flota en el ambiente es el espíritu de la amistad, de las convicciones humanistas y del amor al arte y a los amigos".

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Pablo Picasso dibujando el retrato de Daniel-Henry Kahnweiler en La Californie, Cannes, 1957 

Coll. Jacqueline Picasso

Hijo de una familia de banqueros alemanes,  Kahnweiler fue un galerista culto que había estudiado filosofía y hablaba cuatro idiomas. Fue en su primera galería donde apareció por primera vez la palabra cubismo, gentileza de un crítico que definió como "pequeños cubos" la geometría de unos paisajes de Braque. Editó a los más grandes poetas y escritores: Apollinaire, Max Jacob, André Malraux, Antonin Artaud... Y fue un pacifista que sufrió los embates de la guerra.

Fue un pacifista que sufrió los embates de la guerra. El Estado francés le confiscó más de 1.000 por alemán, y luego volvería a perderlo todo por su condición de judío

 Por dos veces lo perdió todo, y en ambas ocasiones empezó  de nuevo desde cero. Forzado al exilio en Suiza tras el estallido de la Primera Guerra Mundial debido a su ciudadanía alemana, sus bienes fueron secuestrados "como bienes enemigos" por el estado francés y miles de obras de su colección fueron subastadas entre 1921 y 1923 en unas sesiones históricas celebradas en el Hôtel Drouot. "He tenido la inmensa alegría de asistir por segunda vez a mi propia ejecución", escribió a su amigo y cliente Wilhelm Uhde. Con la llegada de la Segunda Guerra mundial tuvo que volver a huir, esta vez por su condición de judío, abandonando sus pertenencias, buena parte de las cuales no volvería a ver, y teniendo que vivir en la clandestinidad "bajo las nubes de las cámaras de gas".

Obras de Eugène de Kermadec en la exposición

Obras de Eugène de Kermadec en la exposición 

Ana Jiménez

En los años veinte Kahnweiler regentó una nueva galería, la Simon, en la que tras la desbandada que provocó la guerra entre los  artistas con los que había empezado su andadura (solo permaneció Juan Gris) militaron André Masson,  Paul Klee o Gaston Louis Roux, que a partir de los cuarenta se transformó en la galería Louise Leiris. Picasso y Kahnweiler volverán a reencontrarse a partir de 1957 donde el último Picasso retrata a Jacqueline Roque y realiza numerosas variaciones de Delacroix o Velázquez.

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