Son uno de los palcos escénicos más fotografiados del mundo, pero muy pocos saben qué alberga realmente en su interior. Las Procuradurías Viejas de Venecia se extienden a lo largo de 152 metros desde la Torre del Reloj hacia el Ala Napoleónica de la plaza de San Marcos de la ciudad de los canales, un majestuoso complejo terminado en el siglo XVI por Jacopo Sansovino con el propósito de ser el hogar y las oficinas de los procuradores de San Marco durante la época de la República de Venecia.
Ahora, 500 años más tarde, el público va a poder acceder por primera vez a una de las más desconocidas joyas venecianas además de fotografiarse frente a ella. Propiedad de la aseguradora Generali desde 1832, el edificio, situado en el lateral norte de la plaza, ha sido puesto a punto por el prestigioso arquitecto británico David Chipperfield –autor de la restauración de la Neue Nationalgalerie de Berlín y de la ampliación de la Royal Academy de Londres–, y, tras varios años de remodelación, ya está listo para abrir sus puertas al mundo el próximo 8 de abril.
“Por primera vez los visitantes que hoy pueden ir al Palacio Ducal y al Museo Correr podrán entrar en este lado de las Procuradurías y visitar un edificio que solo se podía ver desde el exterior”, celebra Emma Ursich, directiva en The Human Safety Net, la fundación de la aseguradora para proyectos sociales. Precisamente, la tercera planta de las Procuradurías será la que será accesible al público, renovada bajo la filosofía minimalista de Chipperfield, para dar a conocer las actividades de esta oenegé dedicada a programas como apoyar a familias vulnerables con niños o integrar a refugiados a través del empleo.
Es la primera vez que venecianos y visitantes pueden acceder a la antigua casa de los procuradores
Un proyecto privado que se convertirá, además de en una galería expositiva, en un lugar de encuentro, también con un auditorio para más de 200 personas que se podrá alquilar para eventos. Se trata de una iniciativa importante para la frágil salud de la ciudad de Venecia, que en los últimos años se había visto arrastrada por el turismo de masas y contemplaba como sus residentes eran obligados a marcharse por la falta de oportunidades y los precios de los alquileres. Aunque podrán entrar los turistas, el proyecto busca seguir la filosofía de devolver un edificio emblemático para un uso social a los venecianos.
“Es importante utilizar el edificio de manera normal y no sólo para los turistas”, indica Chipperfield, concienciado sobre el poder cívico de San Marcos, que en Venecia ya amplió el cementerio de la isla de San Michele. Su estudio de arquitectura en Milán se ha ocupado de añadir arcos, escaleras o recuperar las antiguas vigas, eliminando algunas intervenciones erróneas del pasado. El objetivo es adaptarse a su nuevo uso, pero tratando de respetar la historia y la identidad de uno de los símbolos arquitectónicos de Venecia.
La nueva función de la tercera planta de las Procuradurías –el resto serán oficinas– recuerda remotamente al propósito social de su nacimiento. El edificio recibe el nombre de los procuradores de San Marcos que vivían en él, el cargo más prestigioso en la Serenísima después del dogo, un premio a una brillante carrera política. Estos funcionarios eran responsables de la administración de la Basílica de San Marcos, que podían ver desde sus casas, y trabajaban y vivían en este edificio. Pero también se ocupaban de los pobres y los huérfanos de la ciudad y ejecutaban los testamentos de los residentes. No tenían salario: a cambio, gozaban del privilegio de vivir para siempre en San Marcos.
La pandemia obligó a Venecia a mirarse al espejo para darse cuenta que no podía continuar siendo un parque temático de lujo para los turistas
Las Procuradurías Viejas fueron construidas originalmente en el siglo XIII, pero un incendio en 1512 derrumbó parte de la fachada y decidieron remodelarlas como parte del programa “renovatio urbis”, que transformó la plaza de un centro medieval al polo renacentista de la ciudad. Poco después de su fundación en 1831 en Trieste (entonces bajo el imperio austro-húngaro), Generali estableció su sede en Venecia empleando a hasta 1.000 personas en las Procuradurías Viejas hasta 1989, cuando se mudaron y dejaron el edificio prácticamente vacío. Ahora, una de las tres plantas, con frescos y preciosos candelabros decimonónicos, seguirá albergando oficinas del grupo. Otros espacios de este enorme edificio de 11.000 metros cuadrados serán alquilados a fundaciones o universidades.
La pandemia obligó a Venecia a mirarse al espejo para darse cuenta que no podía continuar siendo un parque temático de lujo para los turistas. El proyecto se enmarca dentro de esta voluntad de “dar una oferta de calidad” a la ciudad, asegura Ursich, que recuerda que la aseguradora ya restauró y recuperó para el público los jardines reales que mandó construir Napoleón a pocos pasos de la plaza. Renace así un edificio que aspira a convertirse en un nuevo polo social en una de las plazas más emblemáticas de Europa.