El desarrollo del puerto de Barcelona y de su entorno está lastrado desde hace años por la falta de consenso entre Ayuntamiento, Generalitat y Gobierno central. Acuerdos concretos, como el de impulsar una segunda sede del Liceu en el antiguo Imax, contrastan con al indefinición sobre el futuro de otros edificios ahora en desuso. El caso Hermitage puso de manifiesto esta disparidad de criterios. Lograr la sede de la Copa del América permitiría abordar el relanzamiento integral de la zona.
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